Un genial Barcelona se consagra en la Champions League

"Creo que si jugamos como hace dos años no será suficiente” había dicho Pep Guardiola en la previa de la final de la Champions League ante el Manchester United. Se refería al encuentro decisivo de 2009, donde se enfrentaron los mismos rivales en Roma y el Barça se llevó una victoria por 2 a 0. Pero dos años más tarde de aquella victoria, el Barcelona modelo 2008 -2011 es un equipo más asentado en su estilo, continua con su crecimiento y día a día supera sus propios records. Este sábado expuso en Wembley un fútbol muy superior al de Roma y con su victoria ante el Manchester United se llevó la cuarta Champions League de la historia.

El final del proceso se repite, aunque el camino sea diferente. Hoy, cuando juega el Barcelona, el espectador sabe qué clase de partido va a encontrarse. Será el Barça quien tenga el dominio del balón durante el 70 % del tiempo, el partido transcurrirá en el campo rival y el equipo contrario llegará al arco muy pocas veces. Y lo que es más probable, la victoria quedará para los catalanes. La virtud del equipo de Pep Guardiola no es sólo sostener este rendimiento creciente a lo largo de tres temporadas, sino hacerlo ante la mayoría de los rivales que se le han presentado, incluso los gigantes de Europa.

La final de la Champions League enfrentaba a los mejores equipos de los últimos años y en el comienzo quedó claro que el Manchester no estaba dispuesto a entregar la hegemonía del partido a los catalanes. Los ingleses se pararon en campo rival, intentaron marcar los límites y buscaron llevar el juego a la fricción del medio campo, lejos del toque preciso que siempre proponen los catalanes. Pero la sorpresa duró 15 minutos, hasta que los españoles lograron tomarle el pulso al partido. En la conferencia de prensa, Alex Ferguson, entrenador del Manchester, había dicho que su objetivo era controlar el triángulo conformado por Inesta, Xavi y Messi. En Wembley no lo logró, y serían dos de ellos los actores principales que lo sentenciarían a la derrota.

Primero Pedro y luego Villa inquietaron al arco rival desde los 15 minutos de la primera parte. A los 26, Xavi quedó libre en el ataque y habilitó a Pedro, quien definió al costado izquierdo de Van der Sar. En ese entonces, el Barcelona ya controlaba la pelota, estaba asentado en el campo rival y generaba peligro sobre el arco inglés. Así sería hasta el final, aunque a los 33 minutos Rooney aprovechó una falla en la salida de un lateral del Barcelona, logró conectar con Giggs y definió al ángulo par a empatar el partido.

El empate injusto no alteró el ritmo del partido y a partir de allí la influencia de Messi sería cada vez mayor. Sobre el final de la primera parte, ensayó un slalom que no terminó en gol por muy poco. En el inicio de la segunda mitad, con el Barcelona jugando casi en el área del Manchester, el rosarino disparó muy libre desde lejos y puso el 2 a 1, que sellaba la justicia en Wembley.

A partir de allí fue un monólogo del Barça, que redujo a un equipo de elite como el Manchester a su mínima expresión y sentenció el partido cuando faltaban 30 minutos por jugarse. Pese a la poca diferencia en el marcador, el resultado nunca estuvo en riesgo. Messi, Xavi, Iniesta y Villa tuvieron chances de aumentar la ventaja. Fue el ex delantero de Valencia quien selló el 3 a 1 definitivo con un precioso disparo al ángulo izquierdo. De allí hasta el final todo fue un monólogo catalán, ante un Manchester que sólo tuvo en el crack Rooney un jugador a la altura del partido.

Cuenta la historia que el día anterior a la final de la Copa de Europa entre Barcelona y Sampdoria de 1992, el arquero Zubizarreta paró de dar vueltas en el entrenamiento, cansado de que el delantero Julio Salinas discutiera con el joven mediocampista Guardiola sobre los escalones que había entre el césped y el palco de Wembley: "38", apostaba Salinas. "39", replicaba Guardiola. "Que os parece si mañana jugamos, ganamos, subimos al palco y contamos los escalones", interrumpió el arquero. En medio de los festejos del equipo tras el triunfo por 1 a 0, Guardiola interrumpió a sus compañeros para recordarles que había contado los escalones mientras subía a buscar su medalla y era él quien tenía razón.

Entre aquel partido que dio al Barcelona su primera Copa de Europa en 1992 y la cuarta conquista de este sábado median 19 años, dos copas más y un equipo que ya pertenece a la elite del fútbol mundial. El Barcelona, un grande de España, entró en el selecto club de los mejores del mundo en las últimas dos décadas, a fuerza de su idea futbolística, los cracks de su cantera, los títulos y a hombres como Cruyff y Guardiola, que desde el banco condujeron el proceso. El Barça que derrotó al Manchester jugó mejor que en Roma 2009 y es mejor que en 2009, cuando ya era muy bueno. Aunque no sabemos si será peor que dentro de dos años, no porque le falte ambición, sino porque semejante nivel futbolístico es muy difícil de superar.

1 comentario:

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