Londres 2012 y la unión por el deporte

En la ceremonia inaugural de Londres 2012, desfilarán gran parte de los 10.500 atletas, representantes de 205 países, que durante 19 días darán vida a la máxima competencia del deporte mundial. Pero Guor Marial se paseará por el Estadio Olímpico bajo la bandera de ninguna nación. El maratonista de 28 años representa a Sudán del Sur, que logró su independencia hace menos de un año, pero que aún no fue reconocido oficialmente por el COI. Marial llegó a Londres tras la muerte de 27 familiares a manos del ejército sudanés, un refugio forzado en Egipto y su llegada a Estados Unidos, donde estudia y compite. “Aunque no pueda llevar su bandera, es como si mi país estuviera allí. Para ellos es importante verme competir como independiente. El sueño se ha hecho realidad, la esperanza de Sudán del Sur está viva”, dijo Marial, que se paseó con la bandera olímpica junto a otros tres atletas de las ex Antillas holandesas, que también desfilaron bajo los anillos del COI.

En esa dialéctica entre mega estrellas deportivas y atletas sin banderas, entre competencia súper profesional y espíritu amateur, entre deportistas que viven su sueño de participar y otros que añoran récords, entre presupuestos de organización multimillonarios y el sudor genuino del ejercicio físico, entre la sana competencia y la lucha contra el terrorismo, se mueven los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Unos juegos que llegan a Londres por tercera vez desde 1908, con el peso olímpico de la tradición deportiva que se combinan con las circunstancias que hoy vive Gran Bretaña, inmersa en la crisis económica global y el temor a los incidentes.

La seguridad y el miedo

Policías custodian el Estadio Olímpico
En 2005, cuando el COI designó a Londres como sede de los Juegos, pocos británicos creían que la llegada de los Juegos era posible. Pero como sucede con los éxitos deportivos, el Trafalgar Square estalló cuando se escuchó el anuncio. La alegría fue efímera. Al día siguiente, el 6 de julio de 2005, cuatro bombas estallaron en el sistema de transporte público de la capital británica y causaron la muerte de 56 personas. Si la seguridad ya parecía una cuestión prioritaria, aquellos atentados la pusieron bien cerca de las competencias deportivas en importancia en los Juegos Olímpicos 2012.

El Gobierno destinó originalmente 13.500 militares para la custodia del acontecimiento, y hace pocos días anunció que esa cifra ascenderá a 17.000. En diciembre pasado, el primer ministro británico, David Cameron, obligó a duplicar los presupuestos de seguridad previstos. Sólo el gasto para la seguridad de las instalaciones se incrementó de 344 a 701 millones, luego de que el diario The Guardian asegurara que Estados Unidos pensaba enviar a 1.000 agentes propios por temor a atentados. Además, se desplegaron misiles tierra-aire en seis lugares estratégicos de la capital. Sin embargo, hace pocos días, la empresa privada G4S reveló que estaba en severas dificultades para reunir al personal necesario para custodiar la competencia.

Vista aérea del Parque Olímpico de Stratford
La obsesión por el control, la seguridad y el orden se combinan con el modo de organización de estos Juegos en particular, que agrupan a la mayoría de las competencias en el Parque Olímpico de Stratford, un suburbio de tradición industrial ubicado en el este de la ciudad. La villa olímpica y los escenarios de las principales competencias, casi todos construidos desde cero, se ubican allí. La centralización de los estadios en un solo sitio se vuelve cómoda para deportistas y espectadores, pero dificulta la expansión de la fiebre olímpica por el resto de la ciudad y el país.

El Parque Olímpico está completamente vallado y sólo se puede acceder allí con una entrada que cuesta 12,65 euros. Sin tickets, sólo puede verse un muro. Recientemente, el periódico Sunday Times reveló una investigación donde se acusaba a miembros de la organización por reventa de entradas. El medio británico reveló videos donde 27 agentes y funcionarios vendían miles de tickets en el mercado negro. Poco antes, un funcionario olímpico ucraniano había renunciado tras haber sido filmado por la BBC ofreciendo entradas por dinero en efectivo. Stratford es hoy una suerte de gueto separado del resto de Londres.

Los Juegos y los millones

La Torre de Londres con los anillos olímpicos
Más allá de que las competencias se realizarán en un sitio determinado de la ciudad, la famosa Torre de Londres exhibe una bandera con los anillos olímpicos y la capital inglesa intenta contagiar la fiebre deportiva. Trafalgar Square y Oxford Street, sitios emblemáticos, también invitan a seguir las competencias.

Como ocurre en los mega eventos deportivos de un tiempo a esta parte, la organización debió vérselas con los números proyectados y el dinero efectivamente desembolsado. El presupuesto original se estimó en 14 mil millones de dólares, en su gran mayoría aportados por el gobierno británico. Sin embargo, resulta difícil saber si ése es el valor real de los Juegos. En diciembre de 2011, la Oficina Nacional de Auditoría británica advirtió que había un "riesgo real" de superar el presupuesto total, debido principalmente a un gran aumento en el presupuesto de seguridad después del ataque terrorista de 2005. Una reciente investigación de Sky News afirmó que los gastos totales podrían llegar a 24 mil millones de dólares, casi diez veces más que el presupuesto original.

En tiempos de debacle económica europea, este modelo gigante podría estar llegando a su fin. Alfonso Rodes, organizador del Global Sports Forum de Barcelona que tuvo lugar en marzo pasado, afirmó durante la conferencia: “El objetivo debe ser unos Juegos que no necesiten tanta inversión en infraestructuras. Diría que los de Londres serán los últimos en los que se vayan a hacer tantos estadios nuevos. Es un reto que también tiene el COI”.

Hace 20 años, las grandes inversiones eran posibles en Europa. Los Juegos de Barcelona 1992 fueron un éxito deportivo para España y su influencia se trasladó a la infraestructura de la ciudad, que cambió por completo, y a buena parte de la economía y la cultura españolas. Además, aquellos juegos iniciaron una era de oro del deporte ibérico, con éxitos en múltiples disciplinas. Barcelona´92 fueron el espejo de Londres 2012, según reconocieron las autoridades, aunque los momentos históricos son diferentes.

Todos juntos por el deporte

La llama olímpica que recorre el mundo desde hace meses poco sabe de balances económicos, terrorismo, corrupción, comercialización de tickets, dopings y sponsors. El fuego resultó un buen símbolo del espíritu  que es necesario en los Juegos Olímpicos. La gloria está allí, en forma de medalla, en el centro del deporte mundial.

Guor Marial, maratonista de Sudán del Sur
Muchos de los 3000 atletas musulmanes que están en Londres pasarán por alto el ramadán, el mes sagrado para el islam, que les impide comer y beber. Siete mujeres integran delegaciones de países árabes que nunca las habían incluido en los Juegos, pero que han cedido a las presiones del COI. Serán 4.850 las damas que competirán, más que nunca en la historia.

Allí están todos juntos, unidos por el espíritu del deporte y el afán de competir por la gloria. Los Roger Federer, Neymar, LeBron James, Usain Bolt, Michael Phelps, junto a los anónimos, que apenas aspiran a tener un digno papel y a vivir su sueño. Todos unidos por el deporte. Como Guor Marial, el atleta sin bandera: “Me escondía en una cueva hasta el amanecer y luego empezaba a correr siguiendo el sol” relató para contar la forma en que a los 8 años se escapó de los campos de trabajo de Sudán. Hoy está en Londres 2012.

Riquelme y un adiós a su estilo

Juan Román Riquelme le regaló al club de sus amores su medicina más necesaria en estos momentos de dolor: se cargó sobre sus espaldas la derrota en la final de la Copa Libertadores. Un desencanto deportivo que pasó a un segundo plano por el anuncio de partida del club. Fue tanta su trascendencia en su paso por Boca Juniors, que su salida no podía generar menos estruendo. Riquelme y su partida de Boca ocuparon las portadas de los diarios y la mente y el corazón de los fanáticos. Esos mismos que ayer realizaron multitudinarios banderazos para reclamar la permanencia del ídolo, mientras sueñan con cambiar el final de esta historia.

El 20 de octubre de 1997, la salida de Maradona en su último partido como profesional y la entrada de Riquelme en su lugar fue el gesto práctico y simbólico del futuro del futbol argentino. Tras la partida del 10, Riquelme fue el futbolista mas trascenderte que tuvo el futbol local hasta la aparición de Lionel Messi. No porque las características futbolistas de Maradona y Riquelme sean similares, sino porque, en tiempo de escasos ídolos deportivos y amplios discursos mediáticos, Riquelme fue el futbolista argentino que engendró el mayor amor de los fanáticos y las más amplias discusiones a favor y en contra de su juego, sus modales y sus discursos. Contó con seguidores a ultranza y detractores acérrimos, pero fue tal la influencia que ejerció en los equipos donde estuvo que jamás estuvo ajeno a las criticas y los elogios. En esa liturgia se mueve en el fútbol y así se fue de Boca.

Desde joven, Riquelme fue un rebelde al juego moderno de músculo y fricción. Con un fútbol de habilidad, pisada, pelota al pie y pases milimétricos, creó su propio mundo en todos los equipos donde jugó, que lo tuvieron necesariamente como actor central de su andamiaje. Con su fútbol, cuestionó los propios valores de garra y huevos asignados a Boca históricamente. En un club donde Rattin y Giunta son ídolos, Riquelme se acomodó en el olimpo con un sitio de privilegio.

Su rebeldía no se redujo a su performance sobre el césped. En sus años en Boca, Riquelme no jugó por estar disconforme con su contrato y desafió al presidente en el festejo de un gol a River ante la vista de todos. Siempre fue un futbolista cómodo para enfrentar poderes mayores, como entrenadores y dirigentes, de armar su quinta en el vestuario, de disponer sus rutinas.

Mientras construía su carrera, puso en juego el viejo mito del crack, ese futbolista ofensivo, habilidoso, preciso y desequilibrante tan común en otros tiempos del deporte argentino, con el agregado de llevar a adelante su futbol en un contexto donde su nivel de juego y su categoría son bienes tan escasos como el agua en el desierto.

También Riquelme logró revivir al viejo ídolo de club, apegado a los colores, con trayectoria e identificación con el equipo y títulos en su haber. Un personaje tan frecuente en otros tiempos de la historia del futbol argentino como poco común en los últimos años.

El crack aprovechó el despliegue de la final, con la presencia del presidente de su club y de los periodistas para declararse afuera e iniciar sus vacaciones en paz. Impredecible dentro y fuera de la cancha, hábil con la pelota y en los micrófonos, sorprendió con el anuncio de su partida. ¿Será definitiva o un anuncio reversible? ¿Es el final de su carrera o un traspaso a un club con menos presiones antes del final definitivo? Con las características del personaje, la próxima jugada es impredecible.

Aquí, un lindo video con jugadas de Juan Román Riquelme:

Ecos de la Euro 2012

España celebra su consagración en la Euro 2012
“Me voy porque la selección lo merece y porque el asunto está resuelto”, afirmó arrogante a la prensa Mariano Rajoy, el presidente del gobierno español, en unas breves declaraciones antes de tomar un vuelo directo para el debut de su equipo en la Eurocopa. Corría el 10 de junio. Horas antes, su ministro de economía había anunciado un crédito de 100.000 millones de euros para que el gobierno español pudiera hacer frente a la crisis económica. Tres semanas más tarde, Rajoy voló nuevamente para ver a su equipo, esta vez en la final del torneo ante Italia. España empezó la Euro 2012 con el rescate financiero. Y la terminó con la copa.

 El torneo volvió a disputarse en Europa del este luego de 36 años, tras el campeonato organizado por Yugoslavia en 1976. El novedoso escenario, digno de estos tiempos modernos futbolísticos, se combinó con una organización conjunta entre Polonía y Ucrania, donde este último fue quien tuvo más dificultades en la previa para cumplir con las obras de infraestructura. El propio Michael Platini, titular de la UEFA, reconoció haber vivido tiempos de tensión en los últimos cuatro años ante la incertidumbre sobre la capacidad organizativa de los ucranianos.

Pasado el campeonato, asomaron algunos buenos resultados para ambos países, más allá de que los gastos finales hayan excedido largamente los presupuestos originales. Polacos y ucranianos gozarán de múltiples obras de infraestructura que quedarán para siempre en las ciudades y la fiesta vivida en las calles permanecerá en la memoria. Sin embargo, es cierto que en buena parte de los partidos los estadios no estuvieron completos, los precios de los hoteles se dispararon por las nubes y los desplazamientos y la logística no fueron sencillos para fanáticos y periodistas. La eliminación prematura de los dos equipos locales también conspiró contra la presencia de los hinchas en los campos de juego.

 Las preocupaciones previas, que auguraban boicots políticos, enfrentamientos de hinchas y prácticas racistas en los estadios, finalmente se redujeron a escasos hechos puntuales. Los fanáticos expresaron sus costado más violento en la denominada batalla del Vístula, donde combatieron hinchas polacos y rusos, con un resultado de 200 detenidos y 20 heridos. El temor al boicot político de algunos países a Ucrania por la situación de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, hoy en prisión, no espantó a los fanáticos; y los actos racistas corrieron por parte de seguidores de distintos países, pero no coparon el centro de la escena.

El boicot augurado en la previa no tuvo mayores repercusiones más que algunos asientos vacíos en los palcos de honor. España no tuvo representación oficial en su primer partido en tierras ucranianas, en los cuartos de final ante Francia. Pero en el encuentro decisivo, jugado en Kiev, Rajoy viajó con el Príncipe y compartió el palco con Mario Monti, el Primer Ministro italiano. Paradójicamente, los equipos que definieron la copa, con sus presidentes en la tribuna, representan a dos países que viven momentos de zozobra en su economía doméstica, mientras cargan en sus espaldas con las la política de austeridad presupuestaria impuesta por Alemania. La crisis económica se filtró en las disputas deportivas e incluso algunos encuentros oficiaron como enfrentamiento simbólico de naciones enfrentadas en la arena política.


La Canciller alemana, Angela Merkel, celebra un gol de su equipo ante Grecia
 La canciller alemana, Angela Merkel, no presenció los primeros tres partidos de su equipo en Ucrania, pero estuvo en el palco del Arena de Gdansk, de Polonia, para seguir el partido ante Grecia por los cuartos de final. En el llamado “derbi de la deuda” no se produjeron incidentes, aunque entonces las tribunas mostraron pancartas ocurrentes, como aquellas que decían “Vosotros tenéis euros, nosotros tenemos corazón” y otra con la leyenda “Partido contra el mandato del régimen de la deuda”. Otros sostenían una tela que reproducía un billete de 500 euros. Los fanáticos griegos echaron su bronca en la previa ante los alemanes, cansados de los planes de ajuste impulsados por Mekel, y veían en el encuentro la posibilidad de encontrar una venganza simbólica. 

 La ilusión griega de vengar en el césped las exigencias de recortes presupuestarios tuvieron vuelo corto, ya que los alemanes fueron superiores y, pese al empate transitorio de los helénicos a comienzos de la segunda mitad, el equipo de Joachim Löw se llevó una clara victoria por 4 a 2. Feliz, Merkel celebró los goles en las gradas.

La joven Alemania no pudo ratificar las expectativas previas y finalmente cayó en semifinales ante Italia. “Nadie mejor que Italia para parar los pies a Alemania, desagradablemente soberbia, víctima de su arrogancia, ayer empequeñecida en el estadio Nacional de Varsovia”, escribió la crónica del diario El País de España, como una muestra de que en el césped se jugaban orgullos y valores que excedían lo deportivo.  


Pero los asuntos extradeportivos se diluyeron mientras rodó la pelota. En medio de las tensiones, quedó la frescura del fútbol, con un torneo que tuvo en la final a dos equipos con estilos similares de ataque y gusto por el trato del balón. Italia sorprendió por su nuevo concepto futbolístico, de la mano de su entrenador, Cesare Prandelli, que alineó a ugadores como Cassano, Giovinco, Diamanti y Borini. Ellos dieron forma a su idea de un juego asociado, que puso en la pelota el eje y dejó un papel secundario a la fuerza y el catenaccio, característica histórica de la azurra. 


Rajoy saluda a Iniesta en la entrega de premios
 Las virtudes italianas encontraron la felicidad con buenos resultados. Tras dejar atrás a Inglaterra en cuartos, dio el gran golpe ante la favorita Alemania para llegar al encuentro decisivo. Allí se encontró con España, equipo que ha llevado el nuevo estilo italiano hasta el extremo y ha encontrado éxito deportivos que lo sitúan en el olimpo de los grandes equipos de la historia. El equipo de Vicente del Bosque repitió el título en la Euro, tras haberse consagrado en Austria y Suiza 2008, y ratificó su título del Mundial 2010.


En 2016, el torneo se mudará a Francia, ya con 24 equipos, 8 más que en la reciente competencia. En Suecia ´92, eran tan sólo 8 las selecciones que participaban en la fase final. 24 años más tarde, la cifra se triplicará, señal de la intención de expandir el negocio. Para 2020, la UEFA incluso planea celebrar los 60 años de la competencia con un nuevo formato de 24 equipos repartidos en 12 sedes, una en cada país. Mientras tanto, la organización repartió 100 millones de euros entre los equipos que cedieron a sus jugadores. 


Esos millones quizás les hubieran venido bien a las arcas españolas e italianas. Dos de los países que más sufren en la Unión Europea tuvieron motivos para disfrutar del torneo. Otros, como Grecia, Portugal e Irlanda, contaron con menos suerte. Aunque los mercados no cambiaron sus índices por los goles de David Silva y el Niño Torres ni Rajoy resolvió los problemas de su gobierno. 


 Aquí los goles de España en la Euro 2012: