La violencia del fútbol argentino en 2012

La tribuna de Independiente sin la barra brava

¿Qué será lo más violento del fútbol argentino en 2012? ¿Los 12 hinchas fallecidos? ¿Las innumerables peleas entre facciones de una misma barra brava? ¿La complicidad policial que facilita y promueve las disputas? ¿O el apoyo político indisimulable? ¿Los barras que amenazan a jugadores en entrenamientos? ¿O los encuentros disputados a toda hora, día y lugar, con cambios imprevistos y horarios inconvenientes para los hinchas, que deben concurrir a estadios en muchos casos obsoletos, en malas condiciones?

Las prácticas violentas en torno al fútbol argentino tienen muchas caras y protagonistas. Ya no sólo  resuenan las 12 víctimas fatales de este último ciclo, porque la tragedia cotidiana no puede resumirse en un número frío. Las prácticas violentas son tantas como las condiciones que permiten que esas acciones se lleven a cabo en torno al espectáculo deportivo.

Si es cuestión de números, 8 de los 12 hinchas fallecidos desde enero de 2012 murieron en enfrentamientos entre hinchas del mismo equipo. Son ellos Agustín Rodríguez y Aldo Baranda de Nueva Chicago; Martín Stambulli  y Gonzalo Saucedo, de River; Daniel Sosa, de Lanús; y Jonathan Brasante, Claudio Suárez y Adrián Leonel Rodríguez, fallecidos como resultado de las disputas en torno a la hinchada de Newell´s.

Una placa que recuerda a Leandro Pianciola en Olavarría
Sólo dos hinchas fallecieron como consecuencia de los incidentes entre hinchadas rivales: Sergio Víctor Fernández, de Newell´s, atacado por hinchas de Unión; y Edgardo García, fallecido por el enfrentamiento entre dos equipos de la liga marplatense. Completan el cuadro Leandro Pianciola, hincha de Racing de Olavarría, atacado a tiros supuestamente por error luego de un partido ante Crucero del Norte; y un simpatizante de Nueva Chicago, muerto por accidente en los festejos del ascenso de su equipo. Todas las víctimas son jóvenes, de no más de 35 años, y en los incidentes abundan las armas blancas y las armas de fuego.

Las 8 víctimas fatales que murieron a manos de colegas de la misma hinchada son el extremo maldito de la violencia moderna del fútbol argentino: la ambición por obtener el botín que dejan los negocios en torno a la barra brava, que se expresa en los múltiples enfrentamientos intrahinhcadas. En ese marco se inscribe el acontecimiento mediático más impactante en torno a la violencia del fútbol argentino en 2012, que no registró víctimas fatales: dos facciones de la hinchada de Boca se enfrentaron a los tiros el 26 de agosto en una ruta de Santa Fe. El hecho dejó como consecuencia cinco heridos de bala, entre ellos Mauro Martín, jefe de la hinchada. Pero no sólo Boca Juniors tuvo en su haber una hinchada dividida, enfrentada abiertamente. También se produjeron incidentes en las barras de River, Quilmes, Nueva Chicago, Newell´s, Lanús, Deportivo Merlo, Alvarado de Mar del Plata, Banfield, Vélez e Independiente, entre otras.

Javier Cantero y los hinchas de Independiente
Además de enfrentarse entre sí con armas de fuego al menos seis veces en el año, la barra de Quilmes veló en el estadio al hijo de uno de los líderes, muerto por la policía en un tiroteo. La hinchada de Deportivo Merlo se la disputan los hermanos Dante y Caio Salazar. Pero la barra sobresaliente en 2012 fue la de Independiente, expuesta públicamente por el presidente Javier Cantero, que ni bien asumió en su cargo cortó los aportes de dinero y facilidades para los hinchas. Cantero acusó públicamente a los líderes por tomar prebendas del club para su propio beneficio y expuso con su conducta a sus colegas dirigentes, que mostraron escaso apoyo para su lucha.

Un hecho trascendente, reseñado recientemente por Gustavo Grabia en el diario Olé, es el juicio que próximamente deberán afrontar cinco policías por facilitar la disputa entre dos grupo de la barra de Boca en octubre de 2011. Es una muestra de más de las múltiples causas de la violencia y de las condiciones que la posibilitan. El documento emitido por investigadores del Conicet en este año, titulado “Propuestas de acción e intervención para la construcción de una seguridad deportiva”, trabaja la problemática: “No hay ´violentos` ni ´violencia en el fútbol` sino condiciones que posibilitan el acontecer de prácticas violentas en torno de eventos futbolísticos. Condiciones de posibilidad que, al involucrar distintos planos y sectores, vienen a echar por tierra la consabida figura del ´culpable`”.

La lista de víctimas fatales del fútbol argentino llega a 272. En 2012 se agregaron 12 miembros, tres veces más que a lo largo de 2011. Quizás la mayor novedad la aportó el periodista Edgardo Imas, quien registró dos víctimas fatales en la década de 1920, hasta ahora no incorporadas al registro.

El 30 de julio de 1922 en la cancha de Sportivo Barracas, se disputó un encuentro entre un combinado vasco y otro de ligas del interior. La víctima fue un menor de edad que se fracturó un brazo cuando "se cayó de una tribuna improvisada sobre una chata de cuatro ruedas", estacionada  afuera del estadio, según informó el diario El Telégrafo. El 1° de agosto, el periódico publicó que el menor había fallecido y alertó sobre la responsabilidad de la policía y de los dirigentes de Sportivo Barracas para evitar que los vehículos se estacionen cerca del estadio.

La otra muerte se registró el 21 de octubre de 1922, en el estadio de Tiro Federal, en Rosario, en un partido entre el equipo local y Newell's. En el segundo tiempo, dos hinchas comenzaron una discusión en la tribuna, que terminó con un disparo de Francisco Campá, dirigente de Newell's, que mató a Enrique Battcock, obrero ferroviario, hincha de Tiro Federal. El hecho quedó impune. Una historia triste de 272 muertos que hace casi 100 años comenzó a escribirse.

Ver la lista completa de víctimas por la violencia del fútbol argentino en la página de la ONG Salvemos al Fútbol. 

Nuevas medidas contra la violencia en Alemania o el modelo y la cultura de la Bundesliga

Incidentes entre hinchas del Borussia Dortmund y el Schalke 04
Los incidentes ocurridos en el último clásico entre el Borussia Dortmund y el Schalke 04, en octubre pasado, marcaron la necesidad de tratar nuevamente el problema de la violencia en el fútbol alemán. Pocos días antes, hinchas del Dynamo Dresden se habían enfrentado violentamente con guardias de seguridad. Con participación de la liga, el gobierno nacional y de los propios hinchas, los directivos fijaron el 12 de diciembre como la fecha en que se darían a conocer las nuevas medidas. El documento de 16 puntos aprobados el pasado miércoles por 36 clubes de alemanes endurece las sanciones para los hinchas que causen incidentes, fija controles más estrictos en los ingresos a los estadios y refuerza los sistemas de video. Los hinchas tuvieron una pequeña victoria, ya que no se quitarán las tribunas para espectadores de pie, pero aun así se manifestaron en contra de las nuevas normas por considerar que se criminaliza a los fanáticos. Reinhard Rauball, gerente de la liga, aseguró a la prensa que las nuevas medidas “no comprometan la cultura del fútbol alemán".

Alemania ha llevado adelante en los últimos años un modelo deportivo en torno al fútbol profesional diferente a las otras ligas de elite de Europa. Los tickets para los encuentros de la Bundesliga tienen un precio medio de 15 euros, la mitad que en España e Italia. Muchos de los estadios conservan tribunas para que los asistentes vean el partido de pie, lo que permite mantener las entradas a precio económicos. El promedio de ocupación de los estadios es de más del 90 %, el más alto de Europa, con una media de 42.690 espectadores por partido. El 51 % de las acciones de los clubes debe mantenerse en manos de los socios, lo que estimula la participación de los simpatizantes.

Este modelo económico y familiar del fútbol alemán, con escasos incidentes, tuvo un revés importante en mayo, cuando hinchas del Fortuna Düsseldorf invadieron el césped sobre el final del encuentro ante el Hertha Berlín y lanzaron bengalas. Aquellos hechos llevaron a los dirigentes a tomar medidas para evitar nuevos incidentes. En julio, se amplió a diez años la prohibición de acudir a los estadios para los espectadores que tuvieran antecedentes de violencia y se adoptó un código de conducta para enfrentar a los hinchas más violentos. Además, se duplicaron las inversiones para las asociaciones de hinchas y para distintos proyectos destinados a combatir la violencia, por un total de 25 millones de euros anuales.

Entonces, los hinchas lograron una victoria al mantenerse las tribunas para los espectadores de pie, pese a que el Ministro del Interior, Hans-Peter Friedrich, se oponía a continuar con ellas. Se mantuvo el concepto de sostener los precios económicos de las tribunas populares y de fijar valores más altos para los tickets en otros sectores del estadio.

"La pared amarilla", la famosa tribuna del Borussia Dortmund
donde 25 mil personas ven el partido de pie.
Pero la cuestión de la violencia en la Bundesliga no terminó entonces. Las estadísticas de la temporada 2011/12 mostraron que más de 11.000 aficionados en Alemania participaron en hechos violentos y que, en un año, las agresiones habían aumentado un 17,5 %. Sobre un total de más de 18 millones de fanáticos,  1.142 heridos sufrieron heridas, 296 más que en la temporada anterior. Aquellos números que en muchos países resultarían insignificantes, en Alemania encendieron la alarma.

Todo se profundizó en octubre, con incidentes protagonizados por hinchas del Dynamo Dresden, quienes en un encuentro de Copa ante el Hannover se enfrentaron con los guaridas de seguridad e ingresaron al estadio burlando los controles. Pocos días después, chocaron hinchas del Schalke 04 y Borussia Dortmund y se registraron 180 detenidos.

Así llegó la cumbre del 12 de diciembre. Distintos clubes acercaron sus propuestas, que en muchos casos fueron elaboradas en conjunto con los aficionados. Los directivos intentaban concretar nuevas normas mientras hacían equilibrio entre las presiones del gobierno, que buscaba quitar las tribunas de pie y aplicar sanciones más duras, y las propuestas de los hinchas, que querían mantenerlas.

El documento aprobado tiene 16 puntos y se basa en concepto de “Estadio seguro”. Hace hincapié en las condiciones de seguridad de los estadios, endurece las penas por prácticas violentas, refuerza los controles de ingreso, los sistemas de video y la seguridad el día del evento.

Una bandera del FanProjekt
Los fanáticos no quedaron conformes porque consideran que perjudica el ambiente festivo de los estadios y criminaliza a los aficionados, ya que las sanciones recaen sobre ellos y se deja de lado los castigos a los clubes. Antes de los anuncios, muchos hinchas presenciaron en silencio los primeros 12 minutos de los partidos de primera y segunda división durante tres fechas.

Pese a los reclamos, a los fanáticos se les garantiza un 10 % de entradas en los partidos de visitante y se mantiene el diálogo abierto, permanente y obligatorio entre los clubes y los aficionados para poner en marcha las medidas. También siguen vigentes las tribunas de pie y se les otorga participación a los fanáticos en los preparativos de seguridad antes de cada partido. Pese a esto, los hinchas reprueban los controles colectivos y la vigilancia permanente, ya que se incluirán escáneres personales en los ingresos, con controles similares a los aeropuertos.

Sólo dos clubes, el FC Berlin y el St Pauli, rechazaron las medidas y el nuevo concepto de seguridad. Resulta curioso un fútbol donde los clubes promueven la organización de los hinchas y donde dirigentes y fanáticos discuten qué modelo de organización quieren tener. Donde los hinchas son protagonistas y la asociación lleva adelante programas como el Fan-Projekt, con un equipo de trabajadores sociales, funcionaron locales y el estado para ayudar a los jóvenes a canalizar su pasión por fútbol de manera constructiva. Es el modelo y la cultura del fútbol alemán.

Los hinchas de Boca y el futbol como movilizador social

La celebración de los hinchas de Boca
 en el Obelisco de Buenos Aires
Mientras miles de fanáticos caminaban por la calle 9 de Julio hacia el Obelisco de Buenos Aires el pasado el miércoles para celebrar el “Día Mundial del Hincha de Boca”, era imposible no pensar en la capacidad de movilización popular que ha alcanzado el fútbol moderno. Mucho de eso fanáticos probablemente no pondrían el cuerpo para manifestarse ante un crimen impune o ante un recorte presupuestario de algún gobierno. Pero estaban ahí, felices, luciendo su camiseta en medio de la calle, mostrándole a todo aquel quisiera verlos y escucharlos el amor que sienten por su equipo.

Así fue como el Obelisco de Buenos Aires se pobló este miércoles de miles de fanáticos de Boca, que en un día de semana, luego de la ardua jornada laboral, se congregaron por el simple placer de celebrar el amor que tienen por su equipo. Se veían llegar de a cientos en los colectivos, en el subte, en los autos. Buenos Aires vivió la invasión inesperada de fanáticos.

La concentración por el el Día Mundial del Hincha (el 12/12/12) fue una muestra más del poder que hoy tienen los hinchas de fútbol en la Argentina. Un poder celebrado y exacerbado por ellos mismos, por los dirigentes, por los medios periodísticos y por el mundo futbolístico en general. Según reconoció el propio presidente de Boca, Daniel Angelici, los hinchas y sus manifestaciones contra el entrenador Julio césar Falcioni, el pasado sábado, fueron determinantes para no renovar su contrato y buscar un nuevo técnico. El miércoles, los hinchas fueron capaces de cortar las calles de buena parte del microcentro de Buenos Aires, cantar, gritar, festejar y también romper, destrozar, como pasó con algunos de los negocios cercanos al Obelisco. Mostraron el poder que tienen para actuar en cualquier espacio bajo sus propias prácticas, que son capaces de transformar el corazón de Buenos Aires un día de semana, sin más convocatorias que algunas páginas de Internet y las redes sociales.

Una postal de los destrozos que dejó la celebración
Pero ese afán festivo y celebratorio que siguen muchas de las prácticas de los hinchas de fútbol cedieron paso con el correr de las horas a otro costado de sus acciones ya casi cotidianas. Las acciones violentas, los enfrentamientos con la policía, los destrozos y robos de comercios, fueron el colorario del encuentro masivo. La fiesta empañada por la violencia, que termina en tragedia. Una vez más, como sucede según relatan los medios periodísticos desde hace más de un siglo en el fútbol argentino. Esta vez fue un día de semana, sin partido de fútbol, sin hinchas rivales, pero sucedió igual. Son los rasgos del fútbol argentino de hoy: hinchas poderosos que oscilan entre las prácticas festivas y las acciones violentas.

Los hinchas al poder o el remedio contra la violencia del fútbol

Un minuto de silencio en la liga holandesa
en memoria de 
Richard Nieuwenhuizen
El pasado fin de semana no se jugó ningún partido de fútbol de las ligas infantiles de Holanda. La Federación del país suspendió todos los encuentros en señal de duelo por la muerte de Richard Nieuwenhuizen, quien falleció tras recibir una feroz golpiza por parte de tres futbolistas adolescentes. La víctima había sido uno de los jueces de línea en el partido entre Buitenboys y Nieuw Sloten, en la ciudad de Almere, donde su propio hijo había participado defendiendo los colores del Buitenboys. Tras el empate 2 a 2, un grupo de jugadores de 15 y 16 años rodearon a Nieuwenhuizen y, tras insultarlo, comenzaron a golpearlo en la cabeza y el estómago. Una lesión en el cráneo le provocó la muerte al día siguiente.

Holanda es un país poco acostumbrado a la violencia futbolística en los últimos años. Pese a que no se ha develado oficialmente los nombre de los acusados por el crimen, Geert Wilders, dirigentes del Partido para la Libertad, quiso cuidar la reputación de los Países Bajos y explicó a la prensa: “No se trata de un problema exclusivo del fútbol sino de un problema de los marroquíes que se manifiesta en la calle, en la escuela, en los centros comerciales y en el campo de juego. ¿Por qué nadie se anima a decirlo abiertamente?”.

La agresión brutal sobre Nieuwenhuizen es otra muestra de las diferentes violencias que encierre el fútbol dentro de sí. Esta vez, el espíritu lúdico del fútbol juvenil convivió con la violencia y la agresión. Rápidamente, Joseph Blatter envió una carta a la Real Federación de Fútbol Holandés donde aclaró que "el fútbol es un espejo de la sociedad y tristemente las mismas enfermedades que afligen a la sociedad”, una frase que suele repetirse ante situaciones como esta.

La violencia del fútbol ha vuelto a instalarse como gran tema recientemente en Europa. En Alemania, recientes enfrentamientos entre hinchas del Schalke 04 y el Borussia Dortmund profundizaron un debate sobre la organización del espectáculo deportivo, que podría dar luz a nuevas normativas en los próximos días. París fue escenario de una dura batalla entre hinchas del Paris Saint Germain y el Dinamo de Zagreb, tras el encuentro que estos equipos disputaron a comienzos de noviembre por la Champions League. Los enfrentamientos culminaron con el arresto masivo de casi 100 hinchas. Tres de los detenidos fueron condenados a cuatro meses de prisión dos días después.

Pero entre tanta violencia y agresión, algo trascendente sucedió en Europa. Supporters Direct es una organización de hinchas que lucha por el desarrollo sostenible de los clubes basado en la participación de los simpatizantes y la propiedad comunitaria de las instituciones. Este grupo ha avanzado con éxito en la organización de hinchas en diversos clubes, como Swansea City y el Wimbledon, de Inglaterra, y el Hamburgo, de Alemania. La organización estimula la participación activa de los socios e hinchas en la vida de los clubes.

La semana pasada, Supporters Direct presentó en el Parlamento Europeo de Bruselas un documento titulado: “El corazón del juego, ¿por qué los hinchas son vitales para mejorar la gobernanza en el fútbol”.

El extenso documento propone medidas para mejorar la sustentabilidad financiera del deporte, sugiere legislación para limpiar las operaciones de compra y venta de jugadores, recomienda incluir a los fanáticos en la lucha activa contra el amaño de partidos y hace hincapé en la función social del deporte en Europa. Supporters Direct promueve la democracia, la ciudadanía activa y el deporte de base.

Quizás el documento se convierte en papel arrojado al viento. Evidentemente, la prensa masiva registra los incidentes en los estadios, las luchas cuerpo a cuerpo, la violencia extendida, la tragedia y la muerte antes que propuestas de largo plazo.

Así como muchos grupos de hinchas que se ven envueltos en prácticas violentas se organizan para ir al estadio, es imprescindible avanzar y profundizar el empoderamiento de los otros hinchas, los que asisten al espectáculo deportivo para vivirlo pacíficamente. Los que transforman el amor a los colores en prácticas concretas de organización y asistencia a la institución deben tener una voz, para no asistir silenciosamente cuando el deporte deviene en tragedia. El mundo del fútbol muestra muchas caras sucias como para dejarlo al albedrío de dirigentes, empresarios, ultras, los criminales organizados y la policía.

Postales del fútbol italiano versión 2012

Una imagen de un estadio italiano
El informe puso en cifras un costado de la crisis. El campeonato italiano, hasta hace poco considerado por muchos el más importante del mundo, cuenta con una media de afluencia a los estadios de 38.914 aficionados, que ocupan el 56 % de su capacidad. Este número pone a la liga con el porcentaje de asistencia más bajo entre las cuatro grandes ligas europeas, lejos del 70% de Francia, el 75% de España, el 91% de Alemania y el 92% de Inglaterra. Otra consultora informó que hoy concurren a los partidos del Calcio un 13 % menos de aficionados que en 2009. Mundo de escándalos anuales, de amaño de partidos al más alto nivel, de pasaportes adulterados, de árbitros sospechados y manipulites cotidianos, el Calcio vive hoy tiempos de fuga de talentos, presupuestos ajustados y tribunas despobladas, como para ceder el trono de liga top.

La cárcel a cielo abierto

Es común observar por televisión los inmensos estadios italianos con asientos vacíos. El Milan, hoy en el 7° puesto de la clasificación, tiene una media de 22 mil espectadores y juega en un escenario como el Giuseppe Meazza, con capacidad para más de 80 personas. Incluso el equipo de Berlusconi llegó a cortar 4.000 boletos ante el Cagliari en esta temporada. Ya existen empresas de cupones con descuento que comercializan entradas más económicas. Además, para conseguir boletos es necesario acceder a la “tessera del tifoso” (carnet del hincha), con un registro previo, y comprar las tickets en los cajeros de los bancos.

Incidentes en Genoa - Siena
“Son cárceles a cielo abierto. Sus estructuras son obsoletas y hay violencia verbal entre dirigentes y física entre aficionados. Cada día más parcelas del estadio están en manos de los más violentos”, afirmó recientemente Arrigo Sacchi, ex entrenador del Milan y la selección italiana.

La violencia ha ido en aumento y quedó expuesta como pocas veces en abril pasado cuando, en el encuentro entre el Genoa y Siena, los hinchas locales invadieron el campo ante la derrota de su equipo y los futbolistas respondieron entregando las camisetas a los fanáticos. Marco Rossi, el capitán genovés, charló amablemente con los hinchas y entregó las casacas. La policía luego dio a conocer mensajes de texto entre el capitán y los ultras donde se llamaban “hermano” uno a otro.


Imágenes de estos tiempos

“Italia es así: se da por hecho que cuando un equipo pierde hay que montar una manifestación; cuando un futbolista juega mal hay que insultarlo. La gente y la opinión pública toleran este sistema”, contó al diario español El País Damiano Tommasi, presidente de Presidente de la Asociación de Futbolistas Italianos.

Esa parece ser la cara de las tribunas de los estadios italianos. Machos, hombres rudos, fanáticos, son los que prevalecen en las gradas, lejos del paseo familiar que suponía ir al estadio años atrás. Una imagen similar a la que devuelve el césped, con encuentros de roce y músculo en primer plano, mientras la pelota al ras del piso y el juego asociado pasan a un segundo plano. Ya no hay lugar en el Calcio para futbolistas como Roberto Baggio y Gianfranco Zola, aquellos estrategas de buen pie que brillaron en la década de 1990. Alessandro Del Piero se marchó al fútbol australiano y Francesco Totti está en retirada. Andrea Pirlo, estratega y crack del campeón Juventus, parece predicar en el desierto con sus toques exquisitos.

En los últimos años, futbolistas como Kaká, Alexis Sánchez, Ronaldinho, Eto’o, Pastore, Ibrahimovic, Thiago Silva y Lavezzi abandonaron el calcio y se han marchado a otras ligas, como para dejar en claro que el fútbol italiano ha dejado de ser aquel lugar aspiracional para los mejores futbolistas del mundo y se ha transformado en un campeonato que exporta buena parte de sus mejores futbolistas.

Pero además, el fútbol italiano reviste el pecado de haber sido el mejor y dejar de ser. Hasta hace poco, era el más popular, el que congregaba a las estrellas. Fue el campeonato nacional que en la década del ´80 y ´90 lideró el desembarco del fútbol como negocio global, televisado vía satélite, con el Nápoli de Diego Maradona primero y el Milán de Arrigo Scchi después. “Los mejores jugadores hoy están en otros países, pero nadie en Italia se ha planteado sustituirles para favorecer un juego más armonioso o atractivo”, afirmó Sacchi, hoy coordinador de los equipos juveniles italianos y de la sub 21.

Antonio Conte, el entrenador de Juventus, no puede hoy sentarse en el banquillo para dirigir a su equipo. Está sancionado hasta el 8 de diciembre por su participación en el último escándalo de apuestas, como una muestra gratis del panorama. Los problemas económicos, los escándalos, la fuga de estrellas y la baja asistencia a los estadios evidencian la decadencia italiana.

Cesare Prandelli, entrenador de la selección italiana
Cesare Prandelli, hoy entrenador de la selección nacional, parece ser al abeja blanca del fútbol italiano. En la última Euro, el técnico propuso un equipo de fútbol de pase y buen trato de balón, más cercano al estilo del Barcelona que al catenaccio extremó que inundó el fútbol italiano en las últimas décadas. El fútbol pareció hacer justicia y el modelo contracultural de Prandelli tuvo su premio, ya que su equipo llegó a la final, donde cayó ante la multicampeona España. Casi sucede lo mismo que en 1982, cuando la Azzurra se consagró campeona del mundo tras un escándalo de apuestas. O en 2006, cuando el equipo volvió a consagrarse tras el calciopoli, un proceso judicial que terminó con el campeón Juventus en la B.

Son los extremos en que se mueve el fútbol italiano. Entre la pasión infinita de sus hinchas y la intolerancia por la derrota, entre las causas judiciales y las victorias deportivas, entre las crónicas policiales y el catenaccio. “El fútbol italiano me engorda. Me aburro mucho, entonces recurro a la heladera. Cuando termina el partido tengo tres kilos más. Es una broma para decir que el fútbol italiano no me gusta y es muy difícil verlo. Quiero que tire la primera piedra el que aguantó noventa minutos del fútbol italiano sin hacer zapping ni una vez” dijo el entrenador Angel Cappa alguna vez. Una buena síntesis del fútbol en la península.