Pareció no importar tanta gloria conseguida dentro del campo de juego con la camiseta de su país en el pecho. A Al’a Hubail no le alcanzaron el Botín de Oro como goleador de la Copa Asia 2004 ni haber llevado a su equipo a una histórica actuación en aquel torneo, al llegar a semifinales. Ni su imagen de símbolo histórico de la selección, con 24 goles anotados en 68 apariciones con el combinado nacional. El gobierno de Bahréin lo identificó entre los manifestantes antigubernamentales que poblaban la plaza Lulu de la ciudad de Manama en reclamo de reformas políticas y decidieron enviarlo tras las rejas.
En Bahréin, desde febrero pasado, miles de manifestantes, la mayoría de ellos chiíes, han marchado en forma pacífica para reclamar reformas políticas. La monarquía hereditaria de la familia Khalifa, encabezada por el segundo emir y primer rey de Bahréin, Hamad bin Isa al-Khalifa, optó por reprimir la protestas con dureza y perseguir a muchos de los manifestantes. Entre ellos cayó Al’a Hubail, que debió cambiar el estadio por la cárcel.
Tras comprobarse su presencia en los actos políticos a través de las cámaras de la televisión nacional, primero Hubail fue expulsado de la selección nacional. En las marchas, además de apoyar los reclamos, se ofrecía como enfermero voluntario, su otra profesión. El 5 de abril, en pleno entrenamiento de su club, el Al- Ahly, el delantero fue detenido por la policía junto a su hermano Mohamed. Además, fueron expulsados de su club. La asociación de fútbol nacional apoyó la medida.
Las protestas que comenzaron el 14 de febrero en Bahrein se sumaron a la serie de revueltas populares en reclamo de reformas políticas sucedidas en el mundo árabe desde fin de 2010, que por ejemplo hicieron caer al presidente egipcio Hosni Mubarak. El gobierno de Bahrein, que está al frente del país desde hace más de 200 años, lanzó una campaña feroz contra los opositores que reclamaban más derechos para la población chií, que es la mayoría de los 600.000 habitantes del país.
Entre los perseguidos se cuentan cerca de 200 deportistas. Entre ellos hay al menos seis futbolistas , hoy detenidos, y otros veinte que fueron suspendidos por participar en las protestas. Además, entre los suspendidos indefinidamente acusados de apoyar a la revolución popular, hay reconocidos jugadores nacionales de básquet, vóley y handball. Lejos de solidarizarse con los deportistas, el presidente del comité olímpico y miembro de la familia real, el príncipe Naser, de 24 años, dijo: “Todo el que haya participado en las protestas debe ser castigado”.
El 13 de marzo, las revueltas le jugaron una mala pasada al régimen de la familia Khalifa, ya que obligaron a cancelar el Gran Premio de Fórmula Uno. Aquéllo pareció un pequeño triunfo para los manifestantes que exigen la instauración de una monarquía parlamentaria, con una nueva Constitución que permita al pueblo elegir un gobierno y un Parlamento independiente. Luego, llegaría una ola de represión y detenciones masivas, que alcanzan hoy a cerca de 600 personas. A muchos de ellos, ni el prestigio deportivo los salvó de la brutalidad.
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