Club Social y Deportivo Albariño

El albariño es una variedad de uva blanca de la zona de Galicia, España, y del norte de Portugal. También se llaman así a los vinos elaborados con esta variedad de uva. Hace tiempo, el albariño era un bien escaso, pero finalmente su desarrollo dio nacimiento a una industria vitivinícola de calidad.

En Argentina, el Albariño también es un club social y deportivo, ubicado en Villa Lugano, en el sur de la Ciudad de Buenos Aires. Nacido en 1931 con los colores azul y blanco como bandera, formó parte del gran proceso de desarrollo de los clubes barriales en Argentina, casi único en el mundo, que cumplieron desde fines del siglo XIX y principios del XX un papel fundamental en la integración de la ola de inmigrantes que llegó a la Argentina. En sus buenas épocas, el Albariño contaba su equipo de fútbol, su buffet, clases de distintos deportes y un amplio movimiento en sus instalaciones.

“¿Cuantos escenarios caben dentro del rectángulo de pasto verde?” se pregunta Eduardo Galeano. Hace una semana, la cancha de fútbol del club Albariño cobró una nueva forma, que lejos de dar lugar a los encuentros deportivos se convirtió en un hospedaje precario de un grupo de habitantes de la cercana Villa 15, conocida como Ciudad Oculta. La ocupación del predio generó la ira de los vecinos de la zona, que realizaron varias marchas de protesta para reclamar por la liberación del predio, donde se produjeron choques con la policía y con los ocupantes. Una orden judicial ordenó el desalojo pacífico, el Gobierno de la Ciudad reclamó por el cumplimiento de la ley y el gobierno nacional continúa estudiando el caso, mientras la ocupación se mantiene.

Jorge Sampedro, presidente del club, dijo: "Esto es por plata, ya que a ninguno le falta vivienda, porque están asentados en la Ciudad Oculta. Toman los terrenos porque después los venden". Los ocupantes del club, quienes reclaman por viviendas dignas, se negaron a ser censados y prometieron resistir un eventual desalojo.

En este marco, quizás sea un dato menor que todo tenga lugar en una cancha de fútbol, escenario diario de grandes proezas y desafíos y hoy eventual albergue de familias de bajos recursos. Robert Simon, en su texto “El futbol como fuente de valores morales”, considera que la rivalidad del deporte interpela a los participantes sobre sus fortalezas y sus debilidades, a la vez que estimula el trabajo en equipo. En el conflicto del Albariño, no son sólo dos los que se enfrentan, sino que toda una comunidad es interpelada desde sus márgenes, desde esos espacios de pobreza y marginalidad que muchas veces no quiere ver, que están allí, ocultos, y que salen a la luz ante una anomalía, como ocupar un predio de otro. Albariño, como ayer Villa Soldati, muestran, entre otros cosas, la debilidad de los planes de viviendas que presentan los equipos de gobierno y la necesidad que existe en Argentina de exponer conflictos ante el gran público para encontrar soluciones inmediatas ante problemas de largo alcance.

Simon agrega que la competencia deportiva “exige el máximo de nuestras posibilidades y es allí cuando más aprendemos acerca de nuestro nivel y el de nuestros competidores y de lo que necesitamos hacer para mejorar”. Por eso es necesario “aceptar el valor de los desafíos en sí mismos y apreciar e identificar las virtudes que la práctica requiere”. Así como la competencia deportiva nos exige, la función pública implica aceptar desafíos, identificar problemas sociales, mostrar habilidad en la gestión y aportar propuestas a la comunidad. El trabajo en equipo que implica el deporte puede ser un buen espejo donde mirarse para gestionar con éxito. En este partido, los actores políticos deberán dar lo máximo de sí para llevar a cabo políticas que aporten soluciones y prevengan los conflictos futuros, porque esa es la mayor posibilidad de la herramienta política, adelantarse a los problemas mediante planes eficaces y evitar correr desde atrás con soluciones de emergencia.

Ayer el albariño (la uva) escaseaba y hoy el Albariño (el club) nos muestra que, en Buenos Aires, lo que faltan son viviendas dignas para la gente de menos recursos. Hoy, el albariño es fuente de riqueza a partir de una enorme industria vitivinícola. Para algunos, la propiedad privada será una forma de hacer negocios. Para otros, es un bien imprescindible.

3 comentarios:

  1. Muy buen texto. En especial la conclusión, con la cual coincido plenamente. Hay de todo: gente mandada, gente que no, vecinos con razón, otro sín. Pero lo primordial sería que haya viviendas para todos, eso eliminaría todas las posibilidades anteriores.

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  2. que pobreza pero con que sacrificio todo, muy buena enseñanza un saludo y felices fiestas

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  3. Gran foco periodístico. Muy buen texto.

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