Sobre Bianchi y el Manager
Alguna vez Jorge Valdano confesó que la única vez que había sentido contradicciones dentro del Real Madrid había sido cuando ocupó el cargo de manager, entre 2000 y 2004, bajo la presidencia de Florentino Pérez. “La razón fundamental fue que tuvimos la necesidad de atender las cuestiones económicas antes que las deportivas” agregó el ex campeón del mundo en México en 1986. Para un hombre que había crecido dentro de la cancha y lejos de los despachos, evidentemente no era una situación fácil despedir a un entrenador o rescindir el contrato de un futbolista. El Real Madrid, como Boca, son clubes más de llegada que de salida: jugadores y entrenadores quieren estar allí y son muy pocos los que desean irse. Carlos Bianchi, el hoy manager xeneize, debe sentirse en una situación muy parecida a la de Valdano hace un tiempo atrás. No debe ser fácil despedir a un colega y amigo como Carlos Ischia, después de una eliminación inesperada de la Copa Libertadores en octavos de final.
La principal ocupación de un manager futbolístico es la conformación del plantel profesional de su equipo. La responsabilidad se asume para aquellos refuerzos que llegaron al club y triunfaron como para aquellos que no alcanzaron el nivel esperado. Pedrag Mijatovic, recientemente renunciado como director deportivo del Real Madrid, fue duramente castigado por la prensa y por los hinchas por la política de compras de la Casa Blanca. Hay allí un responsable, no el único, de la pobre temporada del club blanco, sin ningún título en su haber.
En Argentina no está muy difundida la actividad del manager, principalmente porque son los dirigentes y los técnicos de turno los que arman los planteles. Para los directivos burócratas, echar un técnico no reviste más problemas que ahorrarse la mayor cantidad de dinero posible. Se irá uno y vendrá otro. Pero Bianchi no es un burócrata de oficina, es el técnico más ganador de la historia de Boca. Sentado en un despacho da la sensación de estar desperdiciando todos los conocimientos que puede volcar adentro de una cancha, más allá de lo que pueda aportar desde su cargo actual. Además, su función incluye hacer lo que no le gustaría que le hagan, como es despedir a un técnico antes de que termine su contrato (Ischia finaliza su vínculo en diciembre).
Así como Bianchi no es un dirigente puro, el presidente de Boca Oscar Ameal tampoco es un directivo que haya hecho carrera en la parte futbolística xeneize. Su ascenso estuvo vinculado al mundo de las peñas y a la muerte de quien fuera su superior, Pedro Pompilio.
Ameal y Bianchi intentan hoy conducir el barco. Deben tomar decisiones pero pareciera que no quieren mancharse las manos. Quizás las manos ya estén sucias, porque manager, dirigentes, técnico y jugadores son los responsables del pobre semestre de Boca, eliminado en octavos de final de la Copa Libertadores y 17° en Torneo Clausura.
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La función del manager aún está en pañales en la Argentina, como se comenta en la nota, es un híbrido que media entre el entrenador y los dirigentes y en el caso de Boca, Amor Ameal dejó en Bianchi su poca experiencia en las cuestiones futbolísticas.
ResponderEliminarEl resultado en estos primeros seis meses ha sido negativo y el mundo futbolístico se pregunta para qué Boca va a buscar un DT afuera si tiene en sus despachos al técnico más ganador de la historia. La ecuación no cierra.