No fue la mejor semana para el arbitraje futbolístico, ni para el europeo ni para el sudamericano. Los tres penales no sancionados para el Chelsea en la semifinal de la Champions League ante el Barcelona y la falta inexistente sobre Marcos Angeleri que terminó en penal para Estudiantes en la Copa Libertadores fueron buenos ejemplos de cómo los errores arbitrales pueden dañar al espectáculo futbolístico.
Lo sucedido en Londres muestra un típico escándalo de fútbol sudamericano pero bajo la modalidad europea. Aquí el perjudicado fue el local, al revés de lo habitual, y, salvo los reclamos finales de Ballack y Drogba al final del partido, no hubo grandes protestas de los jugadores Bleus. El Chelsea se puso en ventaja rápidamente con gol de Essien y, si bien se defendió cerca de su arco, sólo cometió 16 faltas, una menos que el Barcelona. Nunca demoró el juego y se dedicó a jugar su juego con sus propias armas. No alcanzó: una bomba de Iniesta lo dejó afuera en tiempo de descuento.
El partido en La Plata muestra algo más conocido para nosotros. Un equipo paraguayo (Libertad) jugando de visitante en suelo argentino (Estudiantes) y un árbitro que brasileño (Carlos Simón) que favorece al local. Nadie puede sorprenderse por el castigo injusto del más débil, en este caso los guaraníes, que vienen sufriendo el poder de los gigantes sudamericanos desde la guerra del Chaco, allá por el siglo XIX.
En la Edad Media, el fútbol formaba parte de las peleas semi-institucionalizadas entre los distintos pueblos ingleses, que se desarrollaban en determinadas fechas a lo largo del año, como los días santos y las fiestas de guardar. Jugar con el balón era un buen medio para concretar esas peleas. Las fricciones podían devenir en luchas abiertas, en medio de un juego cuyas reglas se regían por las costumbres locales y no existías la figura del árbitro. La introducción del referí allá por mediados del siglo XIX implica la existencia de una serie de reglas escritas previamente que dan un marco legal a la práctica del fútbol. El árbitro es el encargado de velar por su cumplimiento y por controlar el nivel de violencia con sanciones a lo largo del partido. Estos son algunos de los cambios que permiten el desarrollo del fútbol a lo largo de todo el planeta.
Las actuaciones del noruego Tom Henning Ovrebo en Londres y del brasileño Carlos Simón en La Plata incluyeron un no castigo de las faltas (las manos de Eto´o y Pique en el área) o la sanción de una falta violenta que no existe (el penal de Samudio a Angeleri). Al escándalo londinense se agregó una falta adentro del área catalana sobre Malouda que el árbitro Henning Ovrebo marcó afuera.
Es así cómo el fútbol parece retrotraerse a una época donde la figura del árbitro no existía y todo se dirimía mediante la fricción y la lucha. No es este el camino para que el fútbol sea visto y jugado por millones de personas en todo el mundo.
Lo sucedido en Londres muestra un típico escándalo de fútbol sudamericano pero bajo la modalidad europea. Aquí el perjudicado fue el local, al revés de lo habitual, y, salvo los reclamos finales de Ballack y Drogba al final del partido, no hubo grandes protestas de los jugadores Bleus. El Chelsea se puso en ventaja rápidamente con gol de Essien y, si bien se defendió cerca de su arco, sólo cometió 16 faltas, una menos que el Barcelona. Nunca demoró el juego y se dedicó a jugar su juego con sus propias armas. No alcanzó: una bomba de Iniesta lo dejó afuera en tiempo de descuento.
El partido en La Plata muestra algo más conocido para nosotros. Un equipo paraguayo (Libertad) jugando de visitante en suelo argentino (Estudiantes) y un árbitro que brasileño (Carlos Simón) que favorece al local. Nadie puede sorprenderse por el castigo injusto del más débil, en este caso los guaraníes, que vienen sufriendo el poder de los gigantes sudamericanos desde la guerra del Chaco, allá por el siglo XIX.
En la Edad Media, el fútbol formaba parte de las peleas semi-institucionalizadas entre los distintos pueblos ingleses, que se desarrollaban en determinadas fechas a lo largo del año, como los días santos y las fiestas de guardar. Jugar con el balón era un buen medio para concretar esas peleas. Las fricciones podían devenir en luchas abiertas, en medio de un juego cuyas reglas se regían por las costumbres locales y no existías la figura del árbitro. La introducción del referí allá por mediados del siglo XIX implica la existencia de una serie de reglas escritas previamente que dan un marco legal a la práctica del fútbol. El árbitro es el encargado de velar por su cumplimiento y por controlar el nivel de violencia con sanciones a lo largo del partido. Estos son algunos de los cambios que permiten el desarrollo del fútbol a lo largo de todo el planeta.
Las actuaciones del noruego Tom Henning Ovrebo en Londres y del brasileño Carlos Simón en La Plata incluyeron un no castigo de las faltas (las manos de Eto´o y Pique en el área) o la sanción de una falta violenta que no existe (el penal de Samudio a Angeleri). Al escándalo londinense se agregó una falta adentro del área catalana sobre Malouda que el árbitro Henning Ovrebo marcó afuera.
Es así cómo el fútbol parece retrotraerse a una época donde la figura del árbitro no existía y todo se dirimía mediante la fricción y la lucha. No es este el camino para que el fútbol sea visto y jugado por millones de personas en todo el mundo.
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