Extracto de la columna de Martín Caparrós hoy en Crítica de la Argentina:
La estafa Santander Libertadores
(...) Mientras tanto, mi hijo y yo tenemos, desde hace más de diez, abonos en la Bombonera. Son, sin duda, los más caros del fútbol argentino: cuestan dos o tres veces más que los de los otros clubes, pero se supone que lo aceptemos porque Boca es Boca y esas cosas –y, de hecho, lo hacemos. Y yo lo seguiría haciendo callado si la dirigencia de Boca cumpliera su contrato: que, a cambio de esa cantidad desvergonzada, los abonados tenemos el derecho de ver los partidos que el primer equipo del Club Atlético Boca Juniors juega en nuestra cancha.
Pero otra vez decidieron no cumplirlo, porque otra vez les dio el ataque de Libertadores. Como el equipo juega mal y no consigue ganarles a Tigre, Estudiantes, River, Central, su sombra, han decidido priorizar el campeonato sudaca, lo cual está muy bien porque la Copa Libertadores es obsesión –y si no me creen pregúntenle a Gallardo. Sólo que la medida tiene un efecto secundario: como les parece que los jugadores argentinos no saben jugar dos campeonatos a la vez –¿por qué será que los del Barcelona, el Arsenal o el Manchester sí pueden? ¿Porque sus clubes tienen nombres de ciudades? Y no es que jueguen contra Deportivo Táchira o Deportivo Cuenca o Godoy Cruz, con perdón: juegan contra otras ciudades más o menos grandes–, entonces pusieron a los pibes a jugar el Clausura. O sea que, de ahora en más, nuestros carísimos abonos sólo nos sirven para ver al segundo equipo de Boca, a la reserva, jugar sin mayor interés un campeonato que ya no le importa –y, por lo tanto, que no puede importarnos. En cambio, si queremos ver a la Primera jugando en serio tenemos que buscarla en los partidos de la Libertadores. Y, para eso, por supuesto, tenemos que pagar aparte, o sea: una estafa. ¿O debería decir otra?
La nota completa acá: http://www.criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=22661
La estafa Santander Libertadores
(...) Mientras tanto, mi hijo y yo tenemos, desde hace más de diez, abonos en la Bombonera. Son, sin duda, los más caros del fútbol argentino: cuestan dos o tres veces más que los de los otros clubes, pero se supone que lo aceptemos porque Boca es Boca y esas cosas –y, de hecho, lo hacemos. Y yo lo seguiría haciendo callado si la dirigencia de Boca cumpliera su contrato: que, a cambio de esa cantidad desvergonzada, los abonados tenemos el derecho de ver los partidos que el primer equipo del Club Atlético Boca Juniors juega en nuestra cancha.
Pero otra vez decidieron no cumplirlo, porque otra vez les dio el ataque de Libertadores. Como el equipo juega mal y no consigue ganarles a Tigre, Estudiantes, River, Central, su sombra, han decidido priorizar el campeonato sudaca, lo cual está muy bien porque la Copa Libertadores es obsesión –y si no me creen pregúntenle a Gallardo. Sólo que la medida tiene un efecto secundario: como les parece que los jugadores argentinos no saben jugar dos campeonatos a la vez –¿por qué será que los del Barcelona, el Arsenal o el Manchester sí pueden? ¿Porque sus clubes tienen nombres de ciudades? Y no es que jueguen contra Deportivo Táchira o Deportivo Cuenca o Godoy Cruz, con perdón: juegan contra otras ciudades más o menos grandes–, entonces pusieron a los pibes a jugar el Clausura. O sea que, de ahora en más, nuestros carísimos abonos sólo nos sirven para ver al segundo equipo de Boca, a la reserva, jugar sin mayor interés un campeonato que ya no le importa –y, por lo tanto, que no puede importarnos. En cambio, si queremos ver a la Primera jugando en serio tenemos que buscarla en los partidos de la Libertadores. Y, para eso, por supuesto, tenemos que pagar aparte, o sea: una estafa. ¿O debería decir otra?
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