En Egipto, a Mubarak no lo salvó ni el fútbol

"Mubarak felicita a los héroes del histórico logro y ofrece la victoria al pueblo egipcio" decía el diario estatal Al Masry al Yom el 1 de febrero de 2010, hace un año. Ese día, el entonces poderos presidente recibía al plantel campeón de la Copa África mientras afuera, cientos de miles de egipcios celebraban el tercer título consecutivo de la selección en la competencia continental. "Los egipcios, reyes de África por séptima vez" se leía en Al Ahram, el principal diario del país.

La selección campeona había llegado a El Cairo luego de derrotar a Ghana en la final por 1 a 0. En el avión triunfante, también viajaban los dos hijos de Mubarak, Gamal y Alá, y algunos miembros de gobierno. Todos vieron a los miles de fanáticos que los esperaban en el aeropuerto y en medio de la multitud se dirigieron al palacio presidencial para saludar al presidente. "Hacedores del éxtasis. Egipto, un emperador que no se pierde la copa" ampliaba Al Masry al Yom, mientras dedicaba una parte importante de los informes a las reacciones del presidente Mubarak tras la victoria. Al fin y al cabo, bajo su mandato Egipto había conquistado cinco de sus siete copas africanas de su historia.

En esas horas de celebración, seguramente Mubarak no imaginó que el mismo pueblo que en ese entonces festejaba en las calles la geste deportiva un año después estaría en el mismo lugar para reclamar su salida del poder. Desde el martes 25 de enero, miles de manifestantes se enfrentan con las fuerzas de seguridad en medio de un país paralizado. La ola de violencia ya dejó cerca de 300 muertos y miles de heridos. Mientras tanto, continúa la huelga general y en las ciudades más importantes se decretó el estado de sitio y hasta en algunas el toque de queda.

Fanático del fútbol, Hosni Mubarak tiene 81 años y es presidente de la República Árabe de Egipto desde 1981, cuando sucedió a Anwar el-Sadat tras su asesinato en manos de islamistas radicales. Fue reelegido en 1987, 1993, 1999, 2005 y 2010. Tras su última victoria, distintos observadores electorales y ONG internacionales denunciaron que la votación estuvo marcada por la compra de votos y la intimidación de electores. Hoy los manifestantes reclaman su salida inmediata del poder y una apertura democrática real.

Ayer, mientras millones de personas se congregaban en las calles de El Cairo, Mubarak anunció por cadena nacional que no pensaba renunciar a su cargo, pero adelantó que ni él ni su hijo Gamal se presentarán a las elecciones generales de septiembre próximo. La consecuencia menos importante de las protestas fue la suspensión del partido amistoso entre las selecciones de fútbol de Egipto y Estados Unidos que se jugaría el próximo 9 de febrero en el Cairo.

Probablemente, cuando celebraba el título con sus jugadores hace un año, Mubarak ya pensaba cómo iba trasladarle el poder a sus herederos. En el avión triunfante de regreso a El Cairo, Gamal disfrutaba de los privilegios del poder y ya se imaginaba como máximo responsable del país cuando su padre eligiera el retiro. En los últimos años, las propiedades estatales que abarcaban áreas como la industria, las finanzas y el sector agrícola habían comenzado a caer en manos de ciertos amigos de la familia Mubarak. Jóvenes hombres de negocios comenzaban a quedarse con las riquezas de todos los egipcios. Mubarak pensó que su poder e impunidad le garantirían el éxito en su sucesión. Sus compatriotas en la calle parecen que no están de acuerdo.

2 comentarios:

  1. Me gusto mucho! hasta ahora veo la nota por sugerencia del blog de Maller
    ( http://elblogdemaller.blogspot.com/2011/02/deporte-y-politica-mubarak-el-futbol-y.html )

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