Los festejos de los miles de manifestantes que poblaban la plaza Tahrir de El Cairo resultaban semejantes a los de una gran conquista deportiva. Cuando el viernes pasado el presidente de Egipto, Hosni Mubarak, anunció su renuncia, las miles de personas que permanecían en las calles mostraron efusivamente su satisfacción por derrocar al régimen que gobernó el país por 30 años. Mubarak vio como su poder construido en tres décadas se derrumbó en menos de tres semanas a causa de una revuelta popular.
Las protestas en las calles de Egipto incluyeron choques entre aquéllos que buscaban la salida del presidente, sus partidarios y las fuerzas de seguridad. Entre los que luchaban por el final del régimen, jugaron un papel importante los grupos de hinchas fanáticos de algunos equipos de fútbol, en especial los del Al-Ahly. Alguna de las primeras protestas contra Mubarak se gestaron entre hinchas reunidos en las gradas del Cairo International Stadium, ubicado en Ciudad Nasr, un suburbio de la capital egipcia.
Así, estos grupos de jóvenes fanáticos aportaron a las protestas políticas su organización interna y su habilidad para la lucha y los enfrentamientos directos, que ha menudo ejercitan los fines de semana cuando juega su equipo. Muchos de ellos forman parte del 20 % de la población que vive en la pobreza, en una sociedad de extrema desigualdad, que vieron a Mubarak en el poder desde que nacieron. Estos grupos de hinchas, claves a la hora de la pelea con las fuerzas de seguridad y con los partidarios de Mubarak, se sumaron a los activistas jóvenes, islamistas, desocupados y trabajadores que buscaban la salida del presidente. Algunos de los hinchas del Al-Ahly se organizaron para controlar los accesos a diversos barrios de El Cairo y otros formaron parte de la cadena humana que rodeó el Museo Egipcio para evitar saqueos.
Fundado en 1907, el Al-Ahly, que significa “lo nacional”, formó parte de la lucha contra el poder colonial británico, que controló el país hasta 1922. Muchos de sus socios fundadores fueron estudiantes, que a comienzos del siglo XX conformaban el principal foco de resistencia contra la ocupación británica. Históricamente, el club tuvo más arraigo en las clases popular egipcias y cuenta con 50 millones de hinchas en todo el continente africano. Del otro lado, su clásico rival, el Zamalek, históricamente contó con más fanáticos entre las clases más acomodadas del país, cercanas al régimen de Mubarak. Sin embargo, muchos de los jóvenes hinchas del Zamalek formaron parte de las protestas contra el presidente, al lado de sus rivales del Al – Ahly.
En sus 30 años en el poder, Mubarak desarrolló un férreo control sobre la población, con libertades cercenadas, avasallamiento de los derechos humanos y servicios de inteligencia eficaces que impedían cualquier resistencia seria a su gobierno. En este marco, fue el fútbol uno de los pocos espacios que en los últimos años escapó del control gubernamental. Los fanáticos disfrutaron así de la posibilidad de ir a los estadios y respirar allí un cierto clima de libertad que no regía en su vida cotidiana. En los últimos tiempos, grupos de hinchas como los del Al-Ahly adquirieron cierta institucionalidad y organización interna, que mostraban cada vez que jugaba su equipo. Fueron ellos partícipes importantes de la caída de Mubarak trasladando a las calles las conductas que exhibían en los estadios.
Inmediatamente de iniciadas las protestas, las autoridades suspendieron los partidos de las cuatro ligas profesionales del país e incluso un amistoso que se debía jugar entre las selecciones de Egipto y Estados Unidos en El Cairo tampoco también fue cancelado. Además se suspendieron todos los partidos de fútbol de las vecinas ligas de Argelia y Libia, para evitar que allí se produjeran incidentes contrarios a los gobiernos de esos países. Muammar al-Gaddafi gobierna libia desde 1969 sin elecciones y la democracia argelina, que preside Abdelaziz Bouteflika desde 1999, no permite ningún tipo de movilización popular. En una marcha que tuvo lugar ayer en las calles de Argel contra el presidente fueron detenidas 400 personas.
"¡El pueblo ha hecho caer al régimen! ¡El pueblo ha hecho caer al régimen!", fueron algunos de los cánticos que se escucharon en la plaza Tahrir de El Cairo luego de la renuncia de Mubarak. El movimiento que derrocó al presidente contó hinchas fanáticos, algunos de ellos con largos prontuarios de delincuencia y atentados, y hasta con futbolistas, ex futbolistas y entrenadores, que abandonaron su condición de estrellas de elite para plegarse a las protestas. Todos ellos mostraron al mundo que la movilización popular es capaz de derrocar hasta aquello que parecía eterno.
Aquí los festejos tras la renuncia de Mubarak:
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