“Mauricio Macri consolida su imagen por la eficacia de su gestión como dirigente deportivo. Llega como una figura en el favoritismo popular porque Boca es mucho más que una identidad deportiva” afirmó en una entrevista reciente Santiago Kovadloff, intelectual, ensayista y poeta, devenido en asesor freelance del hoy jefe de Gobierno de la Ciudad Buenos y ex presidente de Boca Juniors. Kovadloff define un fenómeno que Macri encarna en la Argentina como pocos: la del dirigente político que construye su carrera desde un lugar ajeno y utiliza su prestigio ganado allí para presentarse como una opción válida a la hora de las elecciones.
Pero en este fenómeno, Macri parece ser una figura con caracteres propios, ya que parece no descansar en la buena reputación ganada como dirigente deportivo, sino que en estos días intenta volver a influir activamente en la gestión de Boca Juniors, pese a su múltiples ocupaciones como responsable de la capital argentina y sus sueños de ser presidente del país.
“En la calle hay un reclamo sistemático que se resume en ese `Volvé a Boca, por favor`" declaró alguna vez Mauricio Macri cuando ya era jefe de gobierno. Entre 1995 y 2007, fue el presidente del club de la ribera hasta que decidió dar el salto a la política nacional.
“El fútbol es mucho más difícil que la política” agregó Macri. En Boca, su gestión tuvo un comienzo errático, ya que tardó tres años en conseguir su primer título. Luego, conseguiría 16 campeonatos durante su mandato, que lo dejarían bien posicionado para abandonar el pago chico futbolero y jugar en las ligas mayores, donde se cuenta el poder verdadero. Al técnico Carlos Bianchi, responsable de la mayoría de los logros, parece deberle gran parte de su carrera política.
Sin embargo, luego de casi 4 años de haber abandonado formalmente la presidencia xeneize, Macri dejó traslucir últimamente sus intenciones de participar nuevamente de la vida política del club, que a fin de año tendrá elecciones.
Hace unos días llegó al domicilio de los socios de Boca un sobre que proponía la candidatura de Daniel Angelici a presidente por la agrupación Dale Boca. La carta llevaba las firmas del postulante y de Mauricio Macri. Parece que esta vez, Macri no se propone manejar el club vía satélite, sino que apoyará a su delfín Angelici e iría como vocal en la lista.
El líder de la agrupación, Raúl Oscar Ríos, es otro delfín macrista. Como su jefe, en su momento dio el salto desde el club al Poder Ejecutivo porteño, para hacerse cargo de la Agencia Gubernamental de Control. Allí debió soportar el derrumbe de un gimnasio de Villa Urquiza a comienzos de agosto pasado, donde murieron tres personas. A las pocas horas, mientras se seguían buscando los cuerpos de las víctimas, Ríos participó de la reunión de Comisión Directiva de Boca para votar en contra de la renovación del contrato de Riquelme. Eso le costó su cargo político, aunque como vemos continúa con su participación activa en la política del club y se ha dejado ver junto a Macri por el interior del país haciendo campaña política a favor del PRO, el partido del jefe de gobierno.
Sin embargo, algunos hasta no descartan que el propio Macri sea candidato a presidente del club. Como las elecciones del club son a fin de año, luego de los comicios de la ciudad y los presidenciales, si la suerte le es esquiva en las grandes ligas, podría caer en la tentación de ponerse el traje de presidente del club de sus amores. En 2008 la Inspección General de Justicia determinó que Macri debía volver a su cargo de presidente Boca, ya que se había producido un problema con los avales de su sucesor, el fallecido Pedro Pompilio. Luego de tres meses en el cargo, Macri convocó a elecciones nuevamente, le dio su apoyo a Pompilio y en ese entonces decidió poner a gente de su confianza en la lista para seguir de cerca las acciones del club.
Lo cierto es que esta vez Macri puso la firma para avalar a Angelici y colocar su nombre entre los candidatos, aunque no sea él quien asuma las mayores responsabilidades. Su amigo Angelici presenta un perfil similar al de su jefe. Empresario exitoso, es dueño de bingos en distintos puntos del país y cuenta con inversiones en Brasil. Tiene larga militancia en el radicalismo, aunque desde hace un tiempo participa en el PRO bien cerca de Macri. En Boca, desde su cargo de tesorero operó en contra de la renovación del contrato de Juan Román Riquelme, haciendo caso al pedido de su jefe político. Estuvo a un sufragio de alcanzar el éxito: el presidente Ameal desempató la votación por el sí y el ídolo sigue en el club.
“Es indudable que Macri tiene para aportar un capital de popularidad que no todos tienen. Muchos líderes que hoy disputan la presidencia están afectados por el desprestigio de la política y Macri está beneficiado por el prestigio del fútbol” agregó Kovadloff. Ojalá algún día el prestigio de los dirigentes políticos argentinos provenga de su capacidad intelectual, de su eficiencia en la gestión y de sus chances de cambiar realmente la vida de los habitantes del país.
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