El texto intenta trazar un panorama de la organización deportiva de los equipos búlgaros, que tras la caída del régimen comunista local habrían pasado a manos de organizaciones ligadas a la mafia. “Después de la transición a la democracia, los equipos populares, anteriormente propiedad de los municipios y las instituciones del Estado tales como la policía militar, fueron vendidos a la elite de nuevos negocios conocidos por sus estrechos vínculos con el crimen organizado y los ex servicios secretos”.
En el cable aparecen mencionados clubes como el Levski Sofía, CSKA Sofía, Litex Lovech, Slavia Sofía, Cherno, Varna, Lokomotiv Sofía y Lokomotiv Plodviv. Entre los propietarios de los equipos figurarían traficantes de armas y el representante de un empresario ruso expulsado de Bulgaria. Además, la liga búlgara está sospechada por arreglos de partidos, una situación que ya es investigada desde principios de diciembre por la justicia.
En sus toneladas de informaciones desclasificadas y acusaciones cruzadas, sumadas a la participación de los medios de comunicación y la situación judicial del responsable Julian Assange, Wikileaks puso en el marco institucional (en este caso la diplomacia norteamericana) ciertas situaciones o rumores en muchos casos conocidos, pero que ganaron importancia al entrar bajo la esfera gubernamental.
En otro cable referente al deporte, el 24 de diciembre de 2009 la consejera de la embajada norteamericana en Brasilia, Lisa Kubiske, daba cuenta de la posibilidad de que se produjeran atentados terroristas durante el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, que tendrán lugar en Brasil. El informe afirmaba que todavía no se había puesto en marcha un plan para evitar un ataque terrorista, lo que significaba que Estados Unidos podía desempeñar un papel importante en esa tarea.
En Wikileaks también pudo leerse que el jefe de estado de Birmania, el dictador Than Shwe, pensó en comprar el Manchester United por pedido de uno de sus nietos fanáticos del club inglés. En 2009, en medio de un feroz tifón que dejó a millones de personas sin techo y comida, Than Shwe, pensó en pagar 1.000 millones de dólares para comprar el 56% de las acciones del Manchester, pero sus asesores lo hicieron desistir de la oferta.
Clubes manejados por organizaciones mafiosas, lavado de dinero, arreglo de partidos, el deporte como escenario propicio para ataques terroristas, equipos en oferta para caer en manos del mejor postor, no son acontecimientos novedosos para la industria del deporte moderno, sobre todo en los últimos años. La novedad reside en que un organismo oficial da cuenta de ellos.
Wikileaks también se ocupó del deporte amateur. En un despacho de diciembre de 2009, el entonces embajador norteamericano en Eritrea, en el noreste de África, Ronald McMullen, escribió: "Muchas calles polvorientas de la capital Asmara están llenas con mocosos pateando un viejo calcetín lleno de trapos de aquí a allá entre goles anotados entre piedras apiladas. El gobierno y los funcionarios del partido son ávidos fanáticos de la Liga Premier británica y algunas veces abandonan temprano sus funciones oficiales para asistir a algunos juegos importantes". La penetración global del fútbol tampoco resulta novedosa.
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