Desde occidente (principalmente desde Estados Unidos), el gobierno de Lukashenko es cuestionado por su excesiva cercanía a Rusia y por sostener en su país un modelo cercano al que reinaba en la antigua Unión Soviética. De hecho, como bien informa el periodista Alfredo Grieco y Bavio, el servicio secreto bielorruso se sigue llamando KGB, la producción agropecuaria se sigue organizando en koljós o unidad colectiva y el parlamento conserva el nombre de Soviet Supremo. El ruso es la lengua oficial y los nacidos en aquel país alcanzan el 13% de la población. El estado mantiene el control de las tierras cultivables y de numerosas empresas, siendo el motor principal de la economía. Este modelo le he reportado numerosos beneficios a un país que antes se sostenía casi exclusivamente en sus exportaciones agropecuarias y hoy vende al exterior productos petrolíferos y químicos, televisores y tractores entre otros productos. Esta economía bajo el modelo estatista crece cada año como China, con la pobreza en descenso y una tasa de desempleo que alcanza el 2 %.
“Hay 50.000 personas esperándome, no les puedo defraudar”, fue la excusa que “Bat’ka” o “padre”, como llaman al presidente bielorruso, usó antes de un importante partido de fútbol para evitar reunirse con Leni Fischer, titular del Consejo de Europa, que estaba de visita en Minsk, la capital del país, en 2003. En otra ocasión, enojado con el presidente ruso Dmitry Medvedev , lo dejó plantado y se fue a jugar al hockey sobre hielo. “El deporte es la diplomacia y la política" dijo alguna vez para justificar sus preocupaciones por la actividad física. Lukashenko frecuentemente se entrevera en algún partido de hockey sobre hielo.
La pasión por los deportes del “Bat’ka” vienen desde hace tiempo. En su juventud, se consagró campeón regional de sambo, un deporte de combate y defensa personal soviético. Antes de convertirse en presidente, Lukashenko jugaba el fútbol regularmente con otros miembros del parlamento bielorruso. Algunos de ellos lo recuerdan como un jugador rudo, que frecuentemente se enfrentaba duramente con sus rivales.
"En realidad no, el deporte es la gran política, en especial el hockey sobre hielo" también dijo Lukashenko. Ya en el poder, apadrinó al hockey sobre hielo, construyó estadios en las ciudades más importantes del país y así lo convirtió en el deporte más popular. El presidente viaja frecuentemente para apoyar al equipo nacional en los campeonatos deportivos y hasta un torneo de hockey sobre hielo lleva su nombre. En su mejor actuación, el equipo bielorruso terminó cuarto en los juegos olímpicos de invierno de Salt Lake City, en 2002.
Muchos de los cuestionamientos hacia el gobierno de Lukashenko vienen por su perfil excesivamente personalista. Por ley, el titular del Poder Ejecutivo es el único ciudadano que puede denominarse “presidente”. Ni un club de fútbol en Belarús puede tener un “presidente” para designar a su máxima autoridad. Como muestra de su influencia, Lukashenko se nombró a sí mismo jefe del comité olímpico del país, dejando de lado las reglas del olimpismo. Otras críticas provienen por la persecución a los opositores, incluso con detención de candidatos presidenciales, y a los medios de comunicación que cuestionan al presidente. “Hay que controlar el país y lo principal consiste en no arruinar la vida de la gente” es uno de los lemas del “Bat’ka”. Para eso, bien puede servir el deporte.
Que historias más curiosas. Un gran ejemplo de la importancia de la política en el deporte en algun países.
ResponderEliminarSaludos!!