Es poco frecuente que una actividad recreativa de un presidente influya considerablemente en sus actividades gubernamentales. Pero la patada que lanzó el presidente boliviano Evo Morales a comienzos de octubre ante un diputado opositor en un partido de fútbol trascendió la inauguración de la cancha de césped sintético que servía como excusa para el encuentro amistoso. La imagen pobló los canales de televisión y se transformó en un fuerte elemento simbólico para atacar el poder del presidente.
“Evo, no le des un rodillazo a la libertad de expresión” decía uno de los carteles que mostraban los periodistas días más tarde, mientras marchaban por las calles de La Paz en contra de la nueva ley contra el racismo y la discriminación impulsada por el gobierno. La tensión entre la prensa boliviana y el presidente se profundizó cuando numerosos diarios del país opuestos a la nueva norma unificaron sus portadas bajo el título "Sin libertad de expresión no hay democracia". Además, más de 50 trabajadores de prensa realizaban por entonces una huelga de hambre contra la medida.
En todo caso, la agresión de Evo Morales en medio de un partido, de los tantos que ha jugado desde que asumió su cargo en enero de 2006, fue elemento más utilizado por ciertos grupos opositores para atacar al primer presidente indígena de la historia del país. Desde hace meses, la prensa se oponía a la nueva ley, que en su artículo 16, el más resistido, fija sanciones económicas o suspensiones para los medios que divulguen "ideas racistas y discriminatorias". En el apartado 23, el otro que ha generado polémicas, la ley establece castigos de uno a cinco años de cárcel por restringir, anular, menoscabar o impedir el ejercicio de derechos individuales por motivos de raza, origen, color y ascendencia. Los grandes medios bolivianos, apoyados por organizaciones internacionales como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), consideraban que a partir de los artículos mencionados se les podría aplicar la censura previa.
La nueva ley, promulgada el 8 de octubre sin modificaciones pese a los reclamos, se inscribe en el marco de la reforma constitucional sancionada en febrero de 2009, luego de un plebiscito, y que ratificó a Bolivia como un Estado Plurinacional, lo que indica que allí conviven diferentes grupos sociales que deben compartir entre sí y para sí una vida en común, en plena igualdad de derechos. Para la nueva norma antirracista, fueron consultados más de 300 organismos e instituciones de la sociedad civil. Morales recibió a miembros de la SIP, quienes luego de escuchar algunos de los discursos periodísticos en referencia al presidente, de una agresividad pocas veces vista en la historia de la humanidad, reconocieron que era necesaria una regulación gubernamental.
En 2005, un estudio de la Asociación Latinoamericana para la Comunicación Social (Comunican) en el marco de las elecciones presidenciales que consagrarían a Morales, advirtió que en relación a las noticias que aparecían en los grandes medios respecto al líder indígena “sólo el uno por ciento de la información era positiva”. El informe agregó que “las expresiones de tinte agresivo, clasista y racista respecto a uno de los candidatos particularmente” han continuado extendidas también hacia actores sociales que apoyan al Gobierno. Esta tradición se mantuvo en ciertos sectores de la prensa opositores al gobierno, como el periodista Jorge Melgar, quien durante el intento de golpe de estado de 2008 llamó a asesinar al "indio y colla (del occidente) de mierda", en referencia al presidente Evo Morales. Los agravios se repiten por cientos, resaltando la mayoría de las veces la condición indígena del presidente y de los grupos que lo apoyan.
“Todavía hay grupos que quieren practicar el racismo so pretexto de libertad de expresión", dijo Morales y agregó que el racismo es la práctica "más antidemocrática" en la sociedad. Los indígenas, postergados desde la época colonial en Bolivia, alcanzan más del 60% de la población y hasta algunos como la escritora y periodista Stella Calloni sostienen que allí existió de hecho un apartheid, en referencia al grado de postergación que alcanzó ese grupo social a lo largo de la historia, donde hoy más del 60% es pobre. Como bien señaló Mario Garrido, de la agencia Prensa Latina, la nueva ley contra el racismo y la discriminación pone en la mesa de debate de la sociedad boliviana uno de sus puntos más neurálgicos: aceptar que la igualdad no es sólo la retórica de un presidente transitorio, sino que está refrendada en las leyes nacionales para siempre, más allá de quién se siente en el sillón presidencial y del poderoso que se oponga. Eso vale mucho más que una patada durante un partido amistoso.
Aquí algunos de los agravios lanzados por el periodismo contra el presidente boliviano:
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