A la incorporación estelar sobre el campo se le sumó en los últimos días la llegada a los despachos de otra cara nueva, más influyente por su apellido que por sus antecedentes de gestión. Bárbara Berlusconi, hija del Primer Ministro italiano y de su segunda mujer, Verónica Lario, tomó un puesto gerencial en club rossonero. Bárbara, de 26 años, es licenciada en Filosofía y madre de dos hijos. Trabajará primero en el área de marketing del equipo y luego ingresará en el Consejo de Administración. Si su gestión es satisfactoria, se convertirá en la heredera de su padre al mando del club.
Bárbara heredó de su padre el gusto por el fútbol y suele concurrir al palco del San Siro para ver los partidos del Milan. También heredó del gran Silvio el gusto por la diversión nocturna. En 2007, la joven fue captada por paparazzis a la salida de una discoteca milanesa pasada de copas, con las manos de un caballero sobre sus partes íntimas. Su padre pagó 20.000 euros para que las fotos no se publicaran. A los 19 años, Bárbara ya formaba parte del consejo de administración del grupo Fininvest , que hoy preside su hermana Marina , y que nuclea muchas de las actividades de los Berluconi, con inversiones en el sector televisivo, editorial, bancario, deportivo (el Milan formalmente es parte de esta gran empresa) y de la distribución cinematográfica.
La ley italiana sobre el “conflicto de intereses” impide que Silvio Berlusconi ejerza su cargo de presidente del Milán, club que compró en 1986. Desde que Berlusconi llegó a la primera magistratura, ese puesto está vacante y el responsable de la gestión es el vice, Adriano Galliani. La importancia que Berlusconi dio a su club aun cuando ocupa el cargo más alto del país es una buena muestra de la importancia que se le asigna al fútbol en las sociedades modernas y cómo algunos empresarios millonarios ven en los clubes un espacio donde satisfacer gustos personales y hacer negocios multimillonarios. Algunos partidos del torneo italiano son transmitidos por canales del grupo Mediaset del propio Berlusconi, cuyo vicepresidente es su hijo Piersilvio, quien ha tenido que negociar los derechos televisivos con los directivos de los clubes, entre los cuales estaba el propio Galliani, mano derecha de su padre.
Berlusconi hizo su fortuna de la mano de los medios de comunicación y principalmente de la televisión. Ganó fama cuando compró el Milán y, de la mano de los holandeses Gullit, Van Basteny Rijkaard, el equipo se consagró mundialmente. En 1994 llegó a Primer Ministro por primera vez pero pese a sus múltiples ocupaciones, Berlusconi nunca dejó de estar atento a los acontecimientos de su club, hasta convertirlo casi en un pequeño juguete, aportando nombres para reforzar el equipo y consejos sobre el modo en que deberían plantearse los partidos. Sus expresiones públicas sobre el Milan se han repetido en los últimos tiempos, cuando el equipo se alejó de los éxitos del pasado y comenzó a deambular lejos de los puestos de vanguardia.
A mitad de 2009 dijo tras la pobre campaña de su equipo: "Esta temporada, el Milan no jugó con las tácticas que yo sugerí. Sólo lo hicieron en el último partido, el que nos permitió clasificar a la Liga de Campeones. Se perdieron partidos porque en los últimos minutos el equipo no jugó de la manera que yo aconsejé". Antes del comienzo de la siguiente temporada se apareció por la concentración y le habló personalmente a Ronaldinho: "Ronaldinho, eres un campeón. Ahora debes prometer delante de tus compañeros que te comportarás como un profesional durante toda la temporada y harás todo para llevarlos a la victoria". El Premier buscaba compromiso del astro brasileño, más cerca de la noche en los últimos que de las grandes jugadas del pasado sobre el campo de juego. En mayo de este año, Berlusconi afirmó: “De haber entrenado yo al equipo esta temporada habríamos ganado el campeonato con cinco o seis puntos de ventaja”. Poco tiempo antes había criticado al entonces técnico brasileño Leonardo: “Leo es un buen técnico, pero un cabezota. Yo tendría que entrenar el equipo”.
En julio de este año, poco antes del comienzo de temporada, Berlusconi viajó en helicóptero hasta el campo de entrenamiento de Milanello. Allí un grupo de hinchas lo recibió con pancartas, abucheos, bengalas y petardos, disconformes con las últimas campañas del equipo. "Cero fichajes = Cero abonos", "¡Silvio vende!" y "¡Queremos un presidente!" se leía en los carteles colgados por los hinchas, disconformes con la conducción satelital del primer ministro, que decide las políticas de fichajes y los asuntos más importantes del club, siempre ejecutados por Galliani.
Berlusconi es hoy el hombre más rico de Italia y uno de los más ricos del mundo. Entre sus fiestas privadas, sus exabruptos públicos, las acusaciones corrupción y la impunidad que lo protege, dirige desde los despachos nacionales los destinos de su país y de su propio club, lejos de la ética personal y la pública que se le debe exigir a un funcionario. Su hija Bárbara le aliviará la tarea.
En julio de este año, poco antes del comienzo de temporada, Berlusconi viajó en helicóptero hasta el campo de entrenamiento de Milanello. Allí un grupo de hinchas lo recibió con pancartas, abucheos, bengalas y petardos, disconformes con las últimas campañas del equipo. "Cero fichajes = Cero abonos", "¡Silvio vende!" y "¡Queremos un presidente!" se leía en los carteles colgados por los hinchas, disconformes con la conducción satelital del primer ministro, que decide las políticas de fichajes y los asuntos más importantes del club, siempre ejecutados por Galliani.
Berlusconi es hoy el hombre más rico de Italia y uno de los más ricos del mundo. Entre sus fiestas privadas, sus exabruptos públicos, las acusaciones corrupción y la impunidad que lo protege, dirige desde los despachos nacionales los destinos de su país y de su propio club, lejos de la ética personal y la pública que se le debe exigir a un funcionario. Su hija Bárbara le aliviará la tarea.
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