En una reunión con diputados en abril en Ezeiza, el presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, Julio Grondona, ya había confesado sin ponerse colorado que todos los dirigentes de los clubes argentinos les entregaban entradas a las barras bravas. El martes pasado, Grondona y un grupo de diez hinchas violentos se encontraron en la propia sede de la AFA para analizar la posibilidad de la vuelta de los hinchas visitantes a los estadios del ascenso, algo vedado hoy en el fútbol argentino. El poder futbolístico decidió con total impunidad recibir y legitimar una vez más a estos grupos, que con violencia e impunidad se manejan dentro del mundo del fútbol para hacer sus propios negocios desde las tribunas.
Pablo “Bebote” estuvo preso entre 1999 y 2003 por robo. En 2004 fue a la práctica de su equipo, Independiente, para exigirles a los jugadores que no le ganaran a Newell's un partido por la definición de un campeonato. Al llegar a Sudáfrica para presenciar el Mundial, fue deportado inmediatamente por sus antecedentes violentos. Hoy al mando de la hinchada del Rojo, encabezó el grupo de diez barras nucleados en la organización “Hinchadas Unidas Argentinas” que visitó la sede de la AFA. Oficiaron de anfitriones de los violentos Juan Carlos Crespi, vicepresidente de la AFA y de Boca Juniors; Walter Guisande, presidente de Gimnasia y Esgrima La Plata; Juan Alberto Guerra, miembro del tribunal de disciplina del Consejo Federal, y Javier Marín, vicepresidente de Acassuso y presidente de la mesa de la Primera B Metropolitana. Grondona se sumó al encuentro en el último tramo.
Los barras solicitaron en tanto miembros de “Hinchadas Unidas Argentinas” la posibilidad de que un pequeño número de hinchas visitantes puedan asistir a los encuentros que se disputan en las divisiones de ascenso, algo imposible desde 2007. Al salir de la reunión, varios integrantes de ese grupo se cubrieron la cara con sus brazos al advertir la presencia periodística.
No es la primera vez que Julio Grondona hace gala de su poder e impunidad y recibe a barras bravas en el edificio de la calle Viamonte. Antes del Mundial de España en 1982, Grondona, ya entonces en su cargo, pactó con Carlos Alberto de Godoy, alias el Negro Thompson, capo de la barra de Quilmes, la salida de un grupo de barras rumbo a la península ibérica para detener a cualquier grupo de exiliados argentinos que intentara protestar contra la dictadura militar que por entonces gobernaba el país. La Guerra de Malvinas redujo la misión mundialista de los barras, que viajaron a España pero guardaron un bajo perfil. Los hinchas argentinos siguieron viajando a los Mundiales siguientes, aunque luego procurarían recaudar dinero y juntar apoyos en sitios menos visibles.
Así como los barras reclamaron la vuelta de los hinchas visitantes del ascenso a los estadios, existen otras organizaciones más nobles que HUA que vienen trabajando sobre el tema desde hace tiempo. La ONG Salvemos al fútbol, junto con un grupo de hinchas de diversos equipos, convocó a distintas marchas en la puerta de la AFA para reclamar contra la medida e incluso intentó encontrarse con Grondona para hacer oír sus reclamos, sin éxito. En una ocasión, la AFA respondió por carta que la prohibición de la concurrencia de los hinchas, anunciada en un comienzo como una receta de emergencia y temporal, se había convertido en una solución de fondo a la violencia, que no pensaba modificarse en el corto plazo. A los barras, Grondona le prometió tratar el tema.
Son 149 los muertos del fútbol argentino desde que Grondona llegó a la presidencia de la AFA en 1979. Muchos de ellos murieron a manos de los barrabravas, esos mismo que el martes compartieron el cónclave con el presidente y otros dirigentes. Se ve que la AFA prefiera tratar con individuos violentos, pero que se mueven dentro del negocio futbolístico sin cuestionarlo, que con aquellos hinchas pacíficos que luchan contra un poder que ya lleva más de 30 años al mando del fútbol, como la ONG Salvemos al fútbol. Ese poder que no sólo no combate en serio la violencia sino que legitima a sus ejecutores recibiéndolos en su propia casa. Demasiada impunidad.
Aquí un fragmento de la película "Fútbol violencia S.A.", de Pablo Tesoriere, para no olvidarnos quiénes son los que el martes entraron a la AFA:
No hay comentarios:
Publicar un comentario