El Mundial Prohibido

El jueves pasado, cerca de 10 mil personas se congregaron en la Plaza San Martín de Buenos Aires para ver en un pantalla gigante el partido entre Argentina y Corea del Sur por el Mundial de Sudáfrica. En la mañana, el gobierno local convocó a miles de ciudadanos para disfrutar de los goles de Gonzalo Higuaín en el espacio público, como una forma de compartir cara a cara la experiencia colectiva del fútbol, que tantas pasiones despierta en la Argentina. Pero una situación semejante no puede vivirse en cualquier lugar del planeta, pese a los millones de seguidores que tiene el fútbol.

En Somalia, más bien ocurre lo contrario. "Advertimos a los jóvenes: no deben ver esa Copa del Mundo. Es un pérdida de dinero y de tiempo que no beneficiará a nadie ni obtendrán recompensa alguna en ver a hombres enloquecidos saltado de un lado a otro", afirmó el jeque Mohamed Abdi Aros, portavoz del grupo radical Hizbul Islam. Miembros del grupo armado patrullan sus zonas de influencia para impedir que nadie siga los partidos que se celebran en Sudáfrica, considerados contrarios a las normas del islam.

Somalia ha estado sumergida en una violencia constante desde la caída del dictador Mohamed Siad en 1991. Desde entonces, no pudo consolidarse un gobierno central capaz de controlar todo el territorio del país. Actualmente, grupos islámicos como Al Shabbab, que Estados Unidos considera una línea de Al Quaeda, e Hizbul Islam atacan diariamente a la población civil, en medio de un proceso que ya ha causado la muerte de más de 20 mil personas sólo en los últimos tres años. En la actualidad, el gobierno de transición del presidente Sharif Sheik Ahmed, apoyado por Naciones Unidas, sólo controla una porción del territorio, donde se haya una zona de la capital Mogadisco, con la ayuda de tropas de la Unión Africana.

El fin de semana pasado, milicianos de Hizbul Islam mataron a dos personas durante el asalto a una casa en la que se que seguía un partido. En el noreste de la capital, fueron detenidos 10 jóvenes que seguían el partido Argentina-Nigeria. Otros 14 fueron detenidos el domingo mientras veían por televisión la victoria de Alemania por 4 a 0 sobre Australia. Sin embargo, muchos aficionados desafían las prohibiciones y se reúnen en secreto para poder ver los partidos sin ser descubiertos. Abdi Aros agregó que la prohibición de ver fútbol afecta a todo el país, incluido el territorio que su grupo no controla.

Pero el Mundial se vive con deferencias según el lugar del país. De hecho, Somalia está dividida en cuatro zonas: Somalilandia, al norte, una ex colonia británica que funciona de forma independiente y que sigue los partidos con la misma pasión que el resto de África; Puntlandia, de donde proceden muchos piratas y donde Hizbul-Islam domina en algunas zonas; el centro y barrios de Mogadiscio, que están controlados por el Gobierno de Transición de Ahmed, en disputa con los islamistas radicales; y el sur, donde manda Al Shabab, organización enfrentada con Hizbul Islam.

Sin embargo, en los lugares controlados por el gobierno, los cines se han convertido en centros de reunión para seguir los partidos del Mundial. Uno de los canales de televisión ha trasladado sus equipos de transmisión al aeropuerto, protegido por las fuerzas de paz africanas, para evitar que los radicales lo destruyan.

En 2006, los somalíes no pudieron disfrutar del Mundial de Alemania ya que la Unión de Cortes Islámicas controlaba el poder en Mogadisco e impidió la emisión de los partidos. En aquel entonces, se produjeron disturbios y hasta hubo muertos por la prohibición. Hoy, la falta de un gobierno central reconocido impide que los somalíes disfruten de sus derechos más elementales. Hasta el fútbol allí se vive como una trasgresión.

1 comentario:

  1. Creo que muchas de las medidas que toman algunos de los règimenes islámicos son desartados. Creo que los derechos humanos son un logro que puede catalogarse como universal, sin objeción alguna. De todas maneras, no hay que seguir con liguereza la moción de que esos hombres de turbante y barba son los malos.

    Aborresco su trato a las mujeres y varias cosas más. Sin embargo, la mayoría de las objeciones que les hacemos son la bandera occidental en la mano. Hay que entender que su cultura es distinta, y que fueron invadidos. En ese estado defensivo que se encuentras, equivocan constantemente el camino, ven el enemigo en todos lados, como en esta caso en el fútbol. Pero es totalmente entendible. Su territorio, costumbres y culturas fueron profanadas por una oleada globalizadora, que sólo tenía intereses económicos, que los desvasta física y psciquicamente todo el tiempo desde hace mucho tiempo.

    No quiro justificar ningún acto de lo que NOSOTROS consideramos libertad, que ni siquiera somos capaces de saber si realmente somos libres. ¿Estamos seguros de que ellos no se sienten igual de libres que nosotros? (sin ir al extremismo)

    No lo sé. Lo que sí sé, es que hay que intentar problematizar el análisis, por que no es tan simple. Ellos no son sólo uno locos terroristas.

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