Tiempos difíciles

Resulta llamativo verlos navegar por el fondo de la tabla. Boca y River están en el 13° y 15° puesto respectivamente, a 8 y 9 puntos de los punteros, y ya fueron eliminados de la Copa Sudamericana en primera fase. El presente difícil los volvió a emparentar en la noche del domingo ya que, al menos mediáticamente, sus técnicos estuvieron apunto de dejar sus cargos. Aunque ayer no consumó ninguna salida, eso no quiere decir que no vaya a producirse algún cambio próximamente. La novedad no es que un DT deje su cargo antes de tiempo, sino que los dos equipos más poderosos, los que más presupuesto tienen, los que más campeonatos acumulan, los que más hinchas registran, estén navegando en estos momentos de zozobra simultáneamente.

El 1 de julio pasado, en la conferencia en la que anunció su vuelta a Boca, Alfio Basile dijo sonriente: “Vuelve la alegría”. Como si con su sola presencia podría domesticar un panorama interno que presentaba choques internos en casi todos los ámbitos del club. Entre la cúpula dirigencial, el manager Carlos Bianchi debe gestionar enfrentado con directivos reacios a su presencia en la institución, como Juan Carlos Crespi y José Beraldi, desplazados del manejo futbolístico con la llegada del ex DT. En el vestuario, Riquelme y Palermo, los pesos pesados, tampoco pasan por una buena relación desde hace tiempo. Las internas llegan hasta la barra brava, que se peleó a los tiros en Parque Lezama en marzo de este año, para definir quien estaría al frente del grupo. Cuando Basile dirigió su primera práctica, el 15 de julio, dos de los violentos se tomaron a golpes de puño en el entrenamiento.

En esta temporada, el Boca del Coco disputó 7 partidos, ganó 1, empató 3 y perdió otros tantos. A lo largo de la semana pasada, con distintas charlas individuales y grupales, el técnico intentó lograr un mayor compromiso de los jugadores para mejorar el rendimiento colectivo. Consumada la eliminación de la Copa Sudamericana el último miércoles ante Vélez, Basile repitió los mismos titulares y suplentes ayer domingo ante Godoy Cruz. Pero los jugadores en los que volvió a confiar le devolvieron una derrota por 3 a 2, de local, en un partido que a falta de 14 minutos los xeneizes ganaban por 2 a 1.

El presente futbolístico de Boca puede tener muchas explicaciones: la mala conformación del plantel, con pocos volantes por las bandas y muchos enganches; los jugadores de más de 30 años que hace ya tiempo mostraron su mejor nivel, como Abbondanzieri, Ibarra y Morel; el bajo nivel de algunos futbolistas, como Mouche, Noir y Cáceres; y los problemas físicos de Riquelme, que es quien marca el pulso del equipo. Pero en medio de este panorama, resulta sorprendente que un técnico de la trayectoria de Basile, que dirige con continuidad desde hace casi 35 años y que hasta participó en mundiales, confíe tan poco en sus virtudes y en sus posibilidades de revertir el panorama como para dejar su cargo a cinco fechas de haber asumido.

Un técnico no es empleado común y corriente. Sus decisiones abarcan la conformación de un plantel, la forma de jugar de su equipo y las pautas de trabajo diarias, entre otras cosas. Semejantes responsabilidades no pueden desecharse luego de dos meses. Quizás sea la mala experiencia reciente en la Selección Argentina, quizás la edad que lo hace soportar con menos paciencia las situaciones adversas (tiene 65 años) o el darse cuenta de que el frente interno, que como vemos trasciende lo futbolístico, es más difícil de lo esperado. Lo cierto es que con las reuniones de ayer, con los móviles televisivos en la puerta del hotel Emperador, fue el propio Basile quien forzó a poner en duda su continuidad, cuando quizás se hubiesen escuchado algunos comentarios críticos tras la derrota ante Godoy Cruz pero no en la cantidad en que aparecieron en la noche del domingo.

Distinta fue la reacción del técnico de River, Néstor Gorosito, quien pese a la derrota ante Arsenal por 1 a 0 y el mal juego de su equipo, pareció no hacerse cargo, al menos públicamente, del momento difícil de su equipo. Eliminado entre semana por Lanús de la Copa Sudamericana, lejos en el campeonato, casi tan cerca de los puestos de promoción como de la próxima Copa Libertadores, el DT lleva un desgaste de 9 meses, lo que se suma a una situación institucional crítica que ya lleva 8 años, desde el comienzo de la gestión del presidente Aguilar. Con un plantel con escasas figuras, con refuerzos de la talla de los paraguayos Paniagua y Cohene Mereles, más el retornado Almeyda (que llevaba casi 4 años inactivo), con cambios constantes en el once inicial y jugadores en bajo nivel, el presente de River se convirtió desde hace un tiempo en una caída libre, donde cada fin de semana las cosas están peor que el anterior. Las elecciones en diciembre, con una decena de candidatos, se presentan como la única manera de transformar la situación actual. Como si toda la institución estuviese sentada esperando a las nuevas autoridades, que con su sola presencia podrían modificar el panorama. No parece sencillo.

Para ser más optimistas en un día difícil como el lunes, sería conveniente observar a instituciones como Vélez y Lanús, con dirigencias que apuestan a procesos de largo alcance, con cuentas ordenadas, jugadores jóvenes e instalaciones donde el fútbol es sólo un espacio más de las múltiples actividades de las que disponen los socios. Aunque esas no sean noticias que se vean a menudo en los grandes medios.

2 comentarios:

  1. Lo de Boca es más futbolístico pero lo de River también arrastra un gran problema dirigencial que puede mejorar un poco, o por lo menos renovar el ambiente, a partir de las elecciones. Buen blog, te linkeo, saludos

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  2. La crisis de Boca coincide con la llegada de Pedro Pompilio y sus desmanejos económicos.

    La de Ríver... ya sabemos.

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