El fútbol como laboratorio social

“El deporte no es más que la continuación de la política por otros medios, o al revés, la política es la continuación de lo deportivo por otros medios” escribió el periodista Amílcar Romero. La política y el mundo del fútbol se mostraron bastante cerca últimamente en la Argentina. El 11 de agosto, la Asociación del Fútbol Argentino rescindió el contrato que la unía con Televisión Satelital Codificada, empresa propiedad en partes iguales de Torneos y Competencias y el grupo Clarín. TSC era la encargada de la transmisión y comercialización de los partidos del campeonato argentino. Pocos días después, la AFA firmó un convenio con el Estado argentino, quien sería el encargado de las trasmisiones futbolísticas a cambio de 600 millones de pesos. En batalla contra el grupo mediático Clarín, el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner había logrado quitarle a la empresa periodística una importante fuente de ingresos como lo eran las emisiones de los partidos de fútbol.

En estos días, el Congreso argentino discute la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, que apunta entre otras cosas a desconcentrar el mercado de las telecomunicaciones. Si la norma se aprueba, Clarín debería desprenderse de algunos de sus canales de televisión y estaciones de radio. La avanzada del gobierno contra grupo mediático, que se inició en el ámbito futbolístico, se replicaría en la sociedad toda. No es la primera vez que el fútbol argentino deviene una microsociedad donde se desarrollan procesos que luego tendrán lugar en el resto de la sociedad.

En Argentina, los grupos de barras bravas nacen a fines de la década del ´50. Ya desde ese entonces presentaban una cierta organización interna, estructuras propias y contaban con el club del club al que seguían. En los años ´60, su presencia en los estadios se vuelve masiva. La muerte del hincha de Racing Héctor Souto, el 9 de abril de 1967 en el estadio de Huracán, llevaría por primera vez a un grupo de barras bravas a la cárcel. En el fallo que los mandó a prisión, el juez Jorge Moras Mom calificó a la barra brava como “una manifestación de delincuencia organizada”, conformada por hinchas “que se encuentran perfectamente organizados para sus quehaceres de provocación y agresión”. Esta violencia provocada por grupos organizados que actuaban en el fútbol coincide en el tiempo con el nacimiento de los grupos guerrilleros que tendrían su apogeo en la Argentina a comienzos de la década del ´70.

Dos días después de la muerte de Souto, el diario Clarín publicó un editorial titulado “Si quieren guerra, hay que darla”. Con motivo de la gravedad de los hechos violentos que tenían lugar en los estadios, el matutino proponía la creación de una “brigada moralizadora”, una suerte de policía especial de unos 100 agentes que deberían infiltrarse entre la multitud que concurre a los estadios y “dar la guerra cuando la patota sale a cometer delitos”, sin miramientos, bajo su misma lógica, siguiendo sus mismos códigos. Las “brigadas moralizadoras” nunca llegaron a los estadios de fútbol, pero los Grupos de Tareas que secuestraron civiles en la dictadura militar argentina entre1976 y 1983 se le parecen bastante.

Los barra bravas no permanecerían ajenos a la lucha antisubversiva que iniciaron las Fuerzas Armadas en la Argentina en la década del ´70. En 1974, el titular de la Policía Federal, el comisario Alberto Villar, convocó a su despacho a algunos de los jefes de las barras para alertarlos “sobre el peligro de la infiltración extremista”. Huracán y San Lorenzo eran algunos de los clubes que contaban entre sus hinchas con miembros de las organizaciones guerrilleras. En el caso del Globo, algunos integrantes de Montoneros aprovecharon el campeonato ganado por el club en 1973 y se plegaron a la vuelta olímpica con pancartas que identificaban al movimiento guerrillero. Ya en plena dictadura, a algunos barras tendrían participación activa en los llamados Grupos de Tareas que actuaron durante el gobierno militar y desaparecieron a 30 mil personas.

En 1983, año en que volvió la democracia a la Argentina, los barras bravas continuaron con su expansión. La campaña electoral fue el espacio donde estos grupos dieron a conocer que su campo de acción ya superaba largamente el ámbito futbolístico. No sólo aparecieron masivamente en actos partidarios con bombos y banderas, sino que también sirvieron como fuerza de choque en diversos congresos partidarios que terminaron a las trompadas.

La llegada al fútbol de estos grupos violentos hace más 50 años, dice Amílcar Romero, se debe al nuevo modelo del fútbol - espectáculo que se impone en la Argentina desde mitad del siglo XX. Sus mentores serán los tres hombres fuertes de aquel tiempo: Alberto J. Armando (presidente de Boca), Antonio Vespucio Liberti (titular de River) y Valentín Suárez (al frente de la AFA). En el nuevo paradigma, los clubes debían ser manejados como empresas. Se compraron figuras extranjeras para mejorar el nivel de los partidos, se multiplicaron los encuentros disputados, comenzaron a emitirse por televisión y se creó el PRODE. En ese contexto, la violencia hace su irrupción cuando el deporte es copado por el industrialismo, que lleva a los equipos y a las instituciones a adoptar sus criterios de eficacia y rendimiento, poniendo en primer plano el resultado conseguido en la cancha. Así es como el modelo del liberalismo económico, que vería la luz en toda la sociedad argentina a comienzo de la década del ´90, tuvo lugar en el fútbol 30 años antes. El criterio empresarial, la inyección de capitales, el culto al éxito, fueron proceso que ya se habían dado en el fútbol años antes.

Pero no sólo los grupos de barras bravas nacieron en el ámbito de fútbol y luego extendieron sus ámbitos de influencia. Ya hemos hablado en este espacio de algunos dirigentes que dieron sus primeros pasos en clubes de fútbol y luego se lanzaron a competir en la arena política. El mismo Liberti (quien fuera cónsul argentino en Italia), Mauricio Macri (Jefe de Gobierno de Buenos Aires), Carlos Heller (diputado electo) y Silvio Berlusconi (presidente de Italia), son algunos de los casos.

El fútbol es el deporte que mayor grado de organización y evolución ha alcanzado en la historia de la humanidad. Como espacio social, muchas veces sirve de marco para procesos que luego tendrán lugar en la macrosiedad que da lugar al hecho futbolístico. El escritor Osvaldo Soriano dijo alguna vez: “Dentro de una cancha de fútbol, se escenifican ciertas tragedias o dramas de la sociedad... que hay que saber leerlas”. ¿Será la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que hoy se discute en el Congreso argentino un nuevo capítulo de esta historia?

5 comentarios:

  1. Hola...
    Me gustó la nota.
    Me sorprendió la relación entre las barras y las agrupaciones armadas. Y también la infiltración de los grupos parapoliciales. Buena punta para investigar!

    Saludos!

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  2. Ah... ¿y te parece poco importante lo de las figu? Son 1200 puestos de trabajo, viejo!
    Ja!

    Saludos!

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  3. Muy buena nota.
    Sólo apunto una cosa. El liberalismo en Argentina se vio mucho antes de la década del 90 y es parte fundamental de muchas asociaciones que bien describís.

    Un saludo.

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  4. Muy interesante el post. Un excelente análisis de algunos de los "vicios" del fútbol, que a find e cuentas debería ser sólo deporte. Un saludo
    http://deparadinha.blogspot.com

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  5. Muy interesante la nota!!!!! Hay que estar atentos y saber "leer".
    Irene.

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