Uruguay campeón y el balance de la Copa América 2011

Uruguay no sólo fue un campeón digno, sino un equipo sobresaliente en la competencia. No sólo porque encontró en la recta final su mejor rendimiento, sino porque su triunfo consagra a un grupo de grandes jugadores, honestos, batalladores, que desde 2006 a esta parte han formado parte de un colectivo que primero fue proyecto y luego un equipo exitoso. Un conjunto que había tocado la gloria hace 12 meses con el cuarto puesto en Sudáfrica y que ratificó su buena condición con el merecido título en la Copa América.

Forlán y Suárez son la punta del equipo, que ha logrado formar un bloque compacto con Lugano y Cáceres en la defensa y con Diego Pérez y Arévalo Ríos en el centro del campo, para que los filosos delanteros hagan su trabajo. Uruguay se abroqueló bien atrás para aguantar el empate ante Argentina, golpeó en los momentos justos ante Perú y entendió que en la final tenía enfrente a un Paraguay disminuido, con sus jugadores casi agotados, por lo que debía salir a golpear desde el comienzo. Suárez abrió el marcador a los 11 minutos y luego Forlán anotó sus únicos dos goles en la Copa, precisamente en la final.

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A excepción del campeón Uruguay, los otros dos colosos del continente se fueron tempranamente en cuartos de final, en una salida demasiado poco elegante para sus expectativas previas. Brasil puede excusarse en su plantel joven, signo del recambio generacional que intenta su nuevo técnico Mano Menezes. Aun así, su equipo integrado por figuras como Julio César, Dani Alves, Lucio, Robinho, Pato, Neymar y Maicon podía aspirar a algo más que volverse a casa con tres empates (Venezuela y Paraguay x 2) y una sólo victoria ante el débil Ecuador. Si bien en el partido de cuartos ante los guaraníes merecieron llevarse la victoria, la copa dejará para el Scratch escasos momentos de buen fútbol. Esta vez no lo salvaron sus estrellas.

Algo similar la sucedió a Argentina, que a diferencia de Brasil contó sus figuras más importantes, con Messi a la cabeza. Más que armar un equipo, Argentina dio la sensación de amontonar grandes jugadores que rara vez escaparon de las acciones individuales para dar forma a juego asociado. Al igual que Brasil, el equipo de Batista se fue del torneo con una victoria ante la débil Costa Rica y tres empates ante Bolivia, Colombia y Uruguay. El flojo nivel de juego probablemente le cueste el cargo al técnico Sergio Batista, que no supo hacer de un plantel de grandes futbolistas un conjunto con un nivel de juego que pueda competir realmente por la copa, aun cuando contaba con la localía como ventaja.

Otros equipos como Colombia y Chile tuvieron una buena primera fase, pero fallaron en sus encuentros de cuartos de final y se volvieron a casa. Ambos dejaron la sensación de que estaban para más.

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Detrás de la caída estrepitosa de los más grandes, asoma el crecimiento de equipo como Perú y Venezuela, que en un torneo liviano, de vuelo bajo, supieron hacerse fuertes y aprovechar sus oportunidades para regalarse una buena actuación continental.

Venezuela viene mostrando un crecimiento sostenido en su fútbol en los últimos años, a tal punto que en la última eliminatoria quedó a dos puntos de jugar el repechaje mundialista. Esta vez, la vinotinto se llevó de la Copa América empates ante Brasil y Paraguay y victorias ante Ecuador y Chile. En las dos igualdades ante los guaraníes, el equipo de César Farías fue superior y mereció llevarse una victoria. No fue finalista al perder por penales, pero mereció más en la semifinal ante el equipo de Martino.

Perú no mostró un fútbol como el venezolano pero exhibió una mejoría respecto a lo que venía mostrando en los últimos años, que lo tienen lejos de pelear por una plaza mundialista. El equipo del uruguayo Sergio Markarián liquidó a Colombia en cuartos de final y sólo fue doblegado por Uruguay en la semi. Luego derrotó a Venezuela por 4 a 1 y se llevó un buen tercer puesto, por encima de sus expectativas previas. Pese a no contar con algunos de sus mejores futbolistas como Farfán, los peruanos dispusieron de buenas versiones de Vargas y Guerrero, como para soñar con algo bueno en el futuro.

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La actual edición de la Copa América dejó al descubierto su pobre formato, al punto tal que ya se estarían ensayando variantes para las próximas ediciones. El terremoto en tierras japonesas impidió la participación del equipo nipón, uno de los invitados para sumarse a los 9 equipos de la Conmebol que conforman el torneo. En su reemplazo llegó Costa Rica, que se sumó a México, el otro invitado. Ambos equipos se presentaron con jugadores menores de 22 años, con cuatro mayores como refuerzos, lo que mostró un rendimiento pobre de ambos conjuntos. Poco podía esperarse Costa Rica, pero muy lejos pareció quedar México de anteriores ediciones donde llegaba con sus figuras y aspiraba a ganar el torneo.

El formato de 12 equipos, con la clasificación de 8 para los cuartos de final, permitió que un equipo como Paraguay llegara a la final sin ganar un solo encuentro en los 90 minutos. Una Copa América conjunta entre selecciones de América del Sur y América del Norte y el Caribe resulta a esta altura imprescindible para presentar un torneo más atractivo y competitivo.

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El césped del Estadio Único de La Plata en pésimo estado, los problemas de los hinchas para comprar las escasas entradas disponibles, el accionar siempre presente de las barras bravas y las dificultades de los periodistas para conseguir sus acreditaciones son algunas de las manchas que tuvo la Copa. No quedarán en el gran recuerdo, como tampoco el nivel futbolístico general, que salvo en el caso uruguayo y más atrás el venezolano, fue chato, sin grandes actuaciones de equipos ni de futbolistas. La postal victoriosa del conjunto de Oscar Tabárez quizás sea la mejor imagen de un torneo que dejará a su campeón como el mejor aporte para la historia del fútbol sudamericano.

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