Será una simplificación reducir lo vivido a noche a una imagen, un gesto o una jugada. Pero la cara de Messi que mostró la televisión cerca del final del partido entre Argentina y Colombia describía bastante fielmente lo ocurrido en la noche santafecina. Un triunfo esperado y necesario del equipo de Batista se transformó en un empate trabado y luchado, casi injusto por lo bueno hecho por Colombia durante los 90 minutos, donde dispuso de las mejores chances claras para marcar y llevarse la victoria.
La previa del partido se presentaba como lo anterior a la fiesta que se avecinaba. Color en las tribunas, banderas, cantos de aliento y todo preparado para ver a las estrellas argentinas conseguir su primer triunfo en la Copa América, tras el pálido empate 1 a 1 con Bolivia en el debut. Pero lo que se vio del equipo argentino fue una continuidad de lo anterior, lejos del esperado relanzamiento del juego del equipo.
Argentina salió a jugar el partido en campo rival en los primeros minutos y dispuso de algunas aproximaciones en ataque para marcar. Pero enseguida el partido se jugó al modelo colombiano, bien abroquelado atrás y aprovechando los huecos que dejaba la defensa argentina, que cuando no quedó descompensada entregó balones a sus rivales en zonas peligrosas que casi terminan en gol. Dyron Moreno y Falcao fueron algunos de los colombianos que tuvieron ocasiones claras para anotar, en especial una jugada a los 25 minutos del primer tiempo, donde tras un claro penal no cobrado Moreno erró un gol increíble.
El segundo tiempo profundizó el esquema que presentó el partido. Lejos de su modelo de toque y circulación anclado en Barcelona, Argentina fue un equipo que chocó, peleó, cometió infracciones y sus jugadores apostaron más a concretar la jugada individual que termine con su gol que a intentar asociarse para marcar. Argentina fue un equipo largo, descompensado, que no pudo conseguir el balón por tiempos prolongados y terminó hundido en la buena defensa colombiana. Su arquero Romero se convirtió en figura.
A los 35 minutos de la segunda mitad, Messi pateó un tiro libre cerca del área que se fue a la tribuna. Fue una muestra impropia para un jugador de su clase. Luego la imagen lo mostró frustrado, casi sin entender cómo había llegado a formar parte de un equipo que tan lejos estaba de lo que acostumbra a ver cuando juega en España. De la fiesta a la frustración, esa fue la parábola de Messi y del equipo argentino, cuyas estrellas se fueron envueltas en insultos y cantos agresivos, lejos de lo que seguramente soñaron hace tres semanas cuando comenzaron a preparar la Copa América.
Aquí el compacto del partido:
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