No habrá imaginado Sergio Batista que el pobre empate en el debut de la Copa América el pasado viernes ante Bolivia traería semejantes consecuencias. Cuando grande es la expectativa, mayor es la decepción, y los cracks que conforman la Selección Argentina, con Messi a la vanguardia, lejos están de mostrar un fútbol a la altura de su nivel.
Resulta ser que Batista ni siquiera firmó su contrato como entrenador del combinado nacional argentino y que aún percibe el salario de su cargo anterior, esto es, del equipo Sub-20. Parece ser que esta Copa América será su prueba de fuego, necesaria para firmar los papeles definitivos y tener mayores motivos para pensar que estará en su cargo hasta 2014.
Es casi sorprendente como las selecciones nacionales se contagiaron de la fiebre de éxito de los equipos, que despiden entrenadores cotidianamente ante unas pocas derrotas encajadas. Hoy, los procesos de selecciones no abarcan cuatro años sino que van casi de partido en partido, mientras los técnicos deben validar su cargo sobre la base de triunfos casi permanentes.
Los últimos años mostraron también como los entrenadores se integraron al mercado de fichajes casi como los futbolistas - estrella. Ante la necesidad de triunfos, los millones son necesarios para hacerse con los triunfadores. El mes pasado, el portugués André Villas-Boas dejó su puesto de entrenador del Porto para pasar al Chelsea inglés, que pagó los 15 millones de euros de cláusula de rescisión. Los tres títulos que Villas-Boas y el Porto consiguieron esta temporada (Liga y Copa de Portugal, además de la Europa League) encandilaron a Roman Abramovich, que dio salida al italiano Carlo Ancelotti tras terminar segundo en la Premier League.
André Villas-Boas nunca jugó al fútbol profesionalmente y comenzó su carrera de entrenador a los 16 años. De familia acomodada, bisnieto del primer vizconde de Guilhomil, el portugués vivía en el mismo edificio que el inglés Bobby Robson, entrenador del Porto entre 1994 y 1996. Allí comenzaron a intercambiar pareceres hasta que Robson decidió ficharlo. Empezó con la preparación de informes sobre los rivales del equipo y allí conoció a José Mourinho, quien también formaba parte del cuerpo técnico. Cuando Robson y Mourinho se marcharon al Barcelona, Villas Boas se convirtió asistente del entrenador de la selección de las Islas Vírgenes Británicas, con sólo 21 años. Allí disputó la clasificación para el Mundial de 2002.
Se reencontró con Mourinho en Chelsea. Allí, volvió a escribir informes sobre los equipos rivales. Junto a su compatriota, pasó luego por el Inter, hasta que decidió emprender su propio camino y se hizo cargo del humilde Académica de Coimbra, con sólo 31 años. Luego pasó por el Porto y ahora va camino al Chelsea. Los mismos clubes que su colega Mourinho, quien en 2010 también arregló con el Real Madrid pagar 8 millones de euros para poder abandonar el Inter italiano y llegar a la Casa Blanca. Dos técnicos jóvenes que consiguieron el éxito pronto. Ese éxito con el que debe soñar Batista en esta Copa América, para sentirse un poco más cerca del 2014.
Aquí un video con la historia de André Villas-Boas:
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