El descenso de River y la cultura deportiva argentina

Pocas veces en la historia contemporánea argentina una violencia fue tan brutal y previsible. Ya es la norma en el fútbol argentino los incidentes ante un fracaso inesperado y ya es costumbre que un grupo minoritario de violentos invista de sus rasgos un acontecimiento. El descenso de River por primera vez en sus 110 años de vida es hecho deportivo trascendente por tratarse de algo inédito. La fiesta fue de Belgrano, que vuelve a Primera División, tras llevarse un empate del Monumental.

En esas caras de tristeza y desazón de los hinchas de River al final del partido se mostraban algunos de los sentimientos que el fútbol puede provocar como pocos eventos sociales en el mundo. Pero eran eso: caras, gestos, lágrimas, salidas rápidas del estadio para ir a casa y en la soledad de la noche masticar la bronca por el fracaso deportivo. Ahí al lado, aparecieron los hinchas violentos, que no sólo impidieron que el encuentro finalice, sino que tras el final fallido hicieron su propio espectáculo de la violencia y el aguante, que incluyó disparos, piedras, decenas de heridos, detenidos y destrozos en las calles aledañas y dentro del club, hasta su clausura. Lo que quedará en primer plano será esa violencia e intolerancia, ligada al fracaso deportivo. Al fin y al cabo, no se trata ni más ni menos que de eso: de un resultado deportivo.

En segundo plano hubo un partido de fútbol, que vivió sus días previos envuelto en distintas manifestaciones de violencia. “Matar o morir”, “Nosotros nos jugamos la historia, ustedes la vida” fueron algunas de la banderas que exhibieron los hinchas en marchas de bronca y apoyo antes del encuentro. Esas cosas pone en juego el descenso hoy para muchos hinchas del fútbol argentino: la propia vida. Aunque con el resultado, sus vidas seguirán andando, aunque con más tristeza encima.

“Resulta pintoresca la colocación estratégica de los guardianes del orden público en la cancha y forman algo así como un marco agradable alrededor del terreno de juego las casacas azul marino de los hombres de la guardia republicana” decía el diario Crítica en noviembre de 1924, en ocasión de un partido entre Argentina y Uruguay en Montevideo. Ayer, entre el sol de Buenos Aires, un grupo importante de los 2500 efectivos de seguridad custodiaban el campo de juego. Sobresalían entre el colorido del estadio Monumental, pero no parecían pintorescos sino necesarios. El campo de juego fue de los pocos lugares que no fueron atacados por los violentos, más allá de los proyectiles que volaron al final del partido.

En los 89 minutos que llegaron a jugarse, River mostró más temple que en sus partidos anteriores y salió a llevarse a Belgrano por delante. Consiguió el ansiado gol tempranero con una media vuelta de Pavone a los 5 minutos y dispuso de algunas chances para ampliar la ventaja en el primer tiempo. Cuando a los 16 minutos de la segunda parte Ferré empató el partido, asomaron las primeras grandes sombras sobre el Monumental y cuando poco después Pavone falló un penal, la suerte de River pareció sentenciada. A la impotencia de los jugadores le siguió la tristeza de los hinchas y violencia previsible.

El descenso de River y el ascenso de Belgrano es una buena ocasión para pensar qué es hoy la cultura deportiva en la Argentina. Qué significan ese conjunto de prácticas y sentidos que se ponen en juego alrededor de la práctica del fútbol, en los estadios, cerca de ellos, en los picados de barrio y hasta en las oficinas donde trabajan los hinchas. En qué se ha convertido este juego capaz de hacernos vivir sentimientos de alegría y tristeza infinitos, pero capaz de postularse para algunos hasta por encima de la propia vida. Ese mismo juego que permite que un poderoso como River se sumerja en los bajofondos, víctima de sus propios fracasos, pero que a la vez hizo de las manifestaciones de violencia brutal de grupos minoritarios un rasgo ya distintivo.

3 comentarios:

  1. Los incidentes son una auténtica pena...

    Saludos desde La Escuadra de Mago

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  2. Fantástico análisis y muy buen resumen

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  3. “Resulta pintoresca la colocación estratégica de los guardianes del orden público en la cancha y forman algo así como un marco agradable alrededor del terreno de juego las casacas azul marino de los hombres de la guardia republicana”

    Increible.

    Un abrazo

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