El adiós de Palermo o el último capítulo de la película del Titán

"Eternamente gracias" fue la frase que sintetizó la noche de ayer. No son muchos los que pueden despedirse del fútbol en la Argentina envueltos en semejantes muestras de cariño y respeto. No son muchos los que pueden por sí mismos acaparar la atención de un partido por los puntos. Martín Palermo, el quinto máximo goleador de la historia del fútbol argentino, se despidió ayer de La Bombonera. Es el adiós de uno de los futbolistas que marcó a fuego los últimos 15 años del fútbol argentino, ubicándose siempre en la vanguardia de la tabla de goleadores.

El portugués Luis Figo dijo alguna vez que dentro de la cancha él perseguía el prestigio, no la gloria, porque la consideraba efímera. Con los años, Palermo consiguió se bañó de un prestigio infrecuente para un jugador en el fútbol argentino, al punto de ganarse el respeto y hasta la admiración de muchos hinchas rivales. No sucede eso asiduamente.

Además, Palermo recuperó algunos modelos históricos del fútbol argentino que cada vez se ven con menos frecuencia. Inicialmente, la figura del goleador nato, bestia del área, con olfato, capaz de transitar los rincones cercanos al arco rival como quien camina por su casa, para encontrar esas pelotas perdidas y mandarlas al fondo de la red. Sus 306 goles anotados en 19 años de carrera y su condición de máximo goleador en la historia de Boca así lo demuestran.

Palermo revivió también la figura del jugador - símbolo de su club, al jugar 10 años en Boca. El ídolo fiel a los colores, que construye su carrera bajo la misma camiseta, mientras aporta goles y títulos. Eso fue Palermo para Boca. Muy pocos equipos pueden disfrutar de semejante privilegio.

La elección de los cinco mejores goles de su carrera es un fiel reflejo de su capacidad de permanencia en el alto nivel. Cuatro de ellos fueron anotados en los últimos años, signo de que pese al paso del tiempo todavía tenía mucho para dar. Y eso que no incluyó algunos memorables por su factura, como una chilena a Banfield. A los 36 años jugó su primera y única Copa del Mundo en 2010 y marcó un gol.

Palermo siempre fue consciente de sus limitaciones técnicas con la pelota. No intentaba lo que no sabía en rincones de la cancha donde no se sentía cómodo. Pese a todo, a su capacidad goleadora la adicionó en los últimos tiempos cierta capacidad de replegarse en el campo para asociarse con sus compañeros o para perseguir a defensores rivales y así luchar para recuperar el balón.

Quedarán para la historia sus 14 títulos en Boca, además del ascenso con Estudiantes, su récord de mayor goleador de la historia xeneize con 236 goles. Su sociedad goleadora con Guillermo Barros Schelotto, sus 20 goles en 19 partidos en el Torneo Apertura 1998, su gol de media cancha, su gol de cabeza desde más de 40 metros, su gol número 100 con los ligamentos rotos, el tanto agónico contra Perú bajo la lluvia. Pero sobre todo, su capacidad para definir partidos trascendentes y sus posibilidades de hacer lo imposible en el momento menos previsto dentro de una cancha. Su capacidad inigualable de convertir su vida deportiva en un cuento permanente, donde los milagros existen.

Aquí los 5 mejores goles que eligió Martín Palermo:

1 comentario:

  1. Un Gran "9" en la Cancha, y una persona de "10" fuera de ella

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