La escena fue la misma que hace tres años. Hinchas furiosos, que rompen alambrados e intentan imponer la suspensión del partido. Policías que buscan evitar males mayores, jugadores que intentan calmar los ánimos y otro encuentro que se suspende, esta vez a los 7 minutos. En el fondo, otro hincha que muere en una cancha de fútbol o cerca de ella. Ramón Aramayo, de 36 años, simpatizante de San Lorenzo, se convirtió ayer en la víctima número 256 de la historia del fútbol argentino. En los incidentes previos al partido entre Vélez y el Ciclón, en Liniers, se registraron pedradas, heridos por balas de goma y detenidos.
Según informaron fuentes policiales, Aramayo integraba un grupo de alrededor de 160 hinchas de San Lorenzo que, en la calle Barragán al 200, derrumbó un vallado de seguridad y agredió a algunos efectivos que estaban en dos patrulleros. Según la Policía, tras eludir el cacheo, Aramayo habría caminado 50 metros, se sentó en la vereda y cayó desvanecido víctima de un infarto. Julio Baldomar, vicepresidente de Vélez, apoyó esta versión: "Murió por un paro cardíaco, pero nada que ver con una acción de violencia". Algunos hinchas de San Lorenzo denunciaron ante los medios periodísticos que el golpe de un caballo de la división infantería habría sido la causa de la muerte. Mabel, la viuda de la víctima, desmintió los dichos oficiales y acusó a la policía por la muerte de su marido. Según ella, testigos y hasta los propios policías le habrían confesado los golpes que recibió su marido de parte de los agentes.
Probablemente, con el correr de las horas se sepan más datos de la muerte y, especialemente, del papel de la policía en los hechos. No sólo en la muerte de Aramayo sino también en la prevención de incidentes. Lo cierto es que muchos de los hechos sucedidos en Liniers permiten suponer que la muerte de un hincha no es un acontecimiento que pueda resultar sorprendente. A minutos del comienzo del partido, simpatizantes de Vélez atacaron a los de San Lorenzo. Arrojaron piedras contra micros que transportaban a los simpatizantes visitantes y la policía reaccionó con balas de goma que hirieron a varios hinchas locales. En otro sector cercano al estadio, un grupo de hinchas tiró un vallado y se enfrentó con la policía. Cuatro efectivos con lesiones y dos patrulleros dañados fueron las consecuencias.
La muerte de Aramayo y los múltiples incidentes ocurrieron en un encuentro entre dos equipos como Vélez y San Lorenzo, con una rivalidad creciente en los últimos años. Un acontecimiento importante en este duelo ocurrió el 15 de marzo de 2008, cuando Emmanuel Alvarez, hincha de Vélez de 20 años, fue baleado camino a la cancha de San Lorenzo y falleció. Por el crimen, la justicia condenó a Marcelo Javier Aliandre a 15 años de prisión. El último clásico, jugado en cancha de San Lorenzo, el 11 de setiembre de 2010, terminó con agresiones entre las dos hinchadas y dos heridos graves, entre ellos el jefe del operativo, el comisario Carlos Beraldi, quien recibió un ladrillazo.
Para evitar incidentes, los dos presidentes Fernando Raffaini, de Vélez, y Carlos Abdo, de San Lorenzo, se mostraron juntos en la previa y acordaron que las dos hinchadas estuvieran en el estadio. Pero al resumir los incidentes sucedidos, resulta claro algunos de los hinchas que fueron a Liniers iban decidido a pelear, con sus rivales o con la policía. Son los que ven en la violencia, práctica o simbólica, un manera de actuar en el mundo futbolístico, de relacionarse entre sí o con dirigentes, jugadores, técnicos y policías.
Por eso, no resulta suficiente ni siquiera la acción de la justicia, eficiente como en el caso de Emmanuel Álvarez, porque mientras no ataca este discurso circulante que da a la violencia un valor positivo, válido y eficaz a la hora de actuar en un estadio, ni siquiera con cárceles llenas de hinchas dejará de haber incidentes.
Este cambio necesario de paradigma va más allá de las prebendas, apoyos y sostenes que reciban las barras bravas para dar forma a sus negocios. Porque mientras la violencia sea concebida por algunos hinchas como un modo de ser y relacionarse, próximamente lloraremos otro muerto en los estadios argentinos. Por infartos o por agresiones.
"Hicimos lo posible para vivir una fiesta y terminó así, en este desastre” dijo Carlos Abdo, presidente de San Lorenzo. Con tanta violencia y agresión alrededor, resulta útil a esta altura debatir si el espectáculo deportivo en Argentina puede considerarse intrínsecamente un espacio festivo.
Aquí parte de los incidentes en Vélez - San Lorenzo y la suspensión del partido:
Se va todo a la mierda ya, la verdad es que no me dan mas ganas de ir a la cancha cuando veo estas cosas. Esperemos que haya solucion, alguna vez, ni siquiera pido que sea ahora. Esto no puede seguir asi. un saludo
ResponderEliminares toda una verdad,ya ni siquiera se puede decir,o levantar la familia y decir vamos a la cancha,soy el cuñado de ramon,,hermano de la esposa mabel flores,pedimos en nombre de toda la familia de ramon aramayo,q se aga justicia,que se investigue,por que esto no puede quedar asi
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