La pared se rompió por el medio, lejos de los costados vacíos. Fàbregas tiró un tacó en el lugar equivocado, Iniesta leyó la intención, se filtró en la multitud de piernas y colocó el pase en cortada al corazón del área. Con la categoría de los cracks, Messi levantó la pelota por sobre el cuerpo del arquero Almunia y tocó al gol. Sólo una ráfaga de toques precisos podía romper la férrea defensa que el Arsenal inglés le puso al Barcelona. Ese 1 a 0 desató el partido y abrió el camino a la victoria de los catalanes. Pese al posterior descuento inglés, el Barcelona dominó campo y pelota durante casi todo el partido y se llevó el pase a cuartos de final.
Pese a las ausencias de algunas futbolistas importantes de ambos lados (Puyol, Piqué, Song, Walcott), el choque por los octavos de final de la Champios League entre Barcelona y Arsenal aparecía como uno de los mejores programas disponibles para ver en el menú del fútbol mundial. Equipos amplios, de pelota al piso e intenciones de ataque, que cuentan en su pasado inmediato con triunfos que certifican sus modos de hacer dentro del campo. Pero la expectativa de ver un encuentro abierto, con llegadas, naufragó desde el comienzo.
Seguramente con el video del encuentro del año pasado, donde se llevó a casa una goleada por 4 a 1, el técnico inglés Arsène Wenger eligió para el Arsenal el modelo que José Mourinho y el Inter plantearon ante el conjunto de Guardiola en la Champions League pasada. Once jugadores en su campo, equipo compacto, defensa achicando hacia adelante y espacios reducidos. Con esa receta contuvo al Barcelona la mayor parte del primer tiempo. Salvo un tiro al palo de Adriano y un remate de Messi, de poco más dispuso el Barcelona para abrir el marcador. A los 48 minutos del primer tiempo, Iniesta robó, pasó y Messi definió con clase de maestro. El nudo comenzaba a desatarse.
En la previa, el encuentro resultaba atractivo no sólo por lo que estos equipos muestran habitualmente dentro de la cancha, sino también por los modelos institucionales que representan afuera, en los despachos. Lejos de sostenerse con multimillonarios rusos o árabes para fichar superestrellas, el Barcelona y el Arsenal eligieron modelos propios para administrar sus clubes.
El equipo inglés es conducido desde el banco por el francés Wenger desde 1996. El técnico galo es licenciado en economía de la Universidad de Estrasburgo. No sigue la línea de los colosos de Europa de fichar grandes estrellas en su mejor momento, porque considera que los precios de los jugadores muchas veces están sobrevalorados. Por su afición a las estadísticas, a partir de su condición de economista, Wenger cree que los jugadores de edad más avanzada declinan en su rendimiento antes de lo que muchos suponen. Por eso, desde su llegada al club, se ha especializado en fichar a jóvenes jugadores para convertirlos en estrellas al compás del crecimiento del equipo. Por esa razón, se desprende de muchos de sus cracks antes de los 30 años (como los casos de Henry y Vieira).
El Barcelona, atravesado por la cultura catalana y el síntoma de pertenencia al club y la ciudad, ha combinado la presentación de grandes estrellas llegadas por millones con la promoción de jóvenes valores del club. Los catalanes también compran jugadores caros y su billetera gasta millones, pero de esos que hacen la diferencia y aseguran rendimiento, con las excepciones del caso, como el sueco Zlatan Ibrahimovic. A las estrellas adquiridas le suma el goteo permanente de su cantera, que aporta al equipo su columna vertebral.
Los dos modelos no fueron equiparables durante el primer tiempo, pero en el segundo tiempo, el Arsenal avanzó en el campo, como si la necesidad del empate lo impulsara a volver a su estilo habitual de ataque. La suerte lo ayudó: a los 52 minutos, Sergio Busquets cabeceó a su propio arco y empató el partido. Tres minutos más tarde, la expulsión de Van Persie devolvió el partido a su cauce conocido. Barcelona avanzó en el campo, Messi, Iniesta y Xavi se hicieron dueños del balón y por las bandas comenzaron a inundar el área de los gunners. A los 68, nuevamente Iniesta se filtró entre varios y asistió a Xavi para marcar el 2 a 1. Tres minutos más tarde, Messi cambió por gol un penal cometido a Pedro. Todo fue un monólogo del Barcelona y el modelo de fútbol catalán se adueñó definitivamente del espectáculo.
Cesc Fàbregas es una buena muestra del puente que une a estos dos clubes. A los 17 años, se marchó de la cantera de catalana tentado por el modelo Wenger. Con el tiempo, desde el centro del campo, con sus toques y conducción se convirtió en patrón y símbolo del Arsenal. Ayer no tuvo una tarde feliz. Su equipo, abandonó el modelo de ataque que lo caracteriza y eligió defender la ventaja obtenida en el partido de ida bien cerca de su arco. Igual quedó eliminado. El Barcelona lo hizo de nuevo y está en cuartos de final de la Champions League.
Gran análisis. Muy esclarecedor.
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