“Recuperación y Nuevos Comienzos” fue el título de la última cumbre mundial del Grupo de los Ocho, donde los líderes de los países más importantes del mundo discutieron sobre seguridad, economía y desarrollo internacional. El 25 y 26 de junio en Huntsville, Canadá, el primer ministro británico David Cameron, el canadiense Stephen Harper, el presidente francés Nicolas Sarkozy, la canciller federal alemana Angela Merkel, el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, el japonés Naoto Kan, el presidente ruso Dmitry Medvedev y el estadounidense Barack Obama acordaron sobre planes de ayuda para la maternidad en África, condenaron los planes nucleares de Irán y Corea del Norte, se comprometieron a lucha juntos contra el terrorismo y repudiaron en forma tenue las muertes producidas por el ataque israelí contra la Flota de la Libertad en Gaza el pasado 31 de mayo.
Pero en medio de debates y acuerdos internacionales, el fútbol metió la cola. A la cumbre del G8 le siguió inmediatamente la del G20, todo en medio de la Copa del Mundo de Sudáfrica. Así es como Cameron y Merkel compartieron por televisión el segundo tiempo del partido por octavos de final entre Inglaterra y Alemania, donde los teutones se llevaron la victoria por 4 a 1. Pese a la buena demostración de fútbol de los germanos, que ganaron merecidamente, lo que más sobresalió del encuentro fue el gol no cobrado al inglés Frank Lampard sobre el final del primer tiempo, que hubiera significado el empate transitorio 2 a 2. Más amante del tenis y el cricket que del fútbol, Cameron señaló tras el final del partido: "Creo que el uso de la tecnología en el deporte puede ser una buena ayuda, como ya ocurre en el torneo de Wimbledon”. Hasta no hace mucho tiempo, Cameron iba asiduamente a practicar tenis al Centro Deportivo Westway, en el oeste de Londres, e incluso en sus épocas de estudiante fue jugador y capitán del equipo universitario. Aún así, dijo sentirse “muy decepcionado” por el resultado del partido. Más tarde, Cameron y Merkel volvieron a la cumbre, aunque a esta altura el G8 parece no tener mucho sentido. Según un estudio de una organización no gubernamental canadiense, desde que fue creado hace 35 años (primero llamado G6 y luego G7), el Grupo de los 8 países más importantes del mundo selló más de tres mil acuerdos a los cuales después no dio seguimiento.
En pocas horas, habrá otro Grupo de los Ocho que tomará la escena. Son los 8 equipos clasificados para los cuartos de final del Mundial de Sudáfrica, que comenzarán a medirse para ver quién se queda y quién se va del campeonato. Entre el G8 futbolístico, sólo hay una selección del G8 político y económico: Alemania. Del resto, dos equipos no clasificaron al Mundial (Canadá y Rusia), dos se fueron en primera ronda (Italia y Francia) y los tres restantes fueron eliminados en octavos de final (Japón, Estados Unidos e Inglaterra).
Continuación de la política por otros medios, deporte democratizante que puede poner en lo más alto a países postergados en la esfera política y económica, el fútbol puso por ahora arriba a más naciones del llamado Tercer Mundo (Argentina, Paraguay, Uruguay y Ghana) que ha potencias globales (Holanda, España y Alemania), aunque, casualmente, dos de los tres gigantes que siguen con vida en el Mundial no participan del G8. Arbitrariamente, dejamos a medio camino entre los dos grupos a Brasil, gigante del Tercer Mundo en vías de ser del primero.
"En la geopolítica del fútbol, el Estados Unidos de las canchas es Brasil", escribió una vez el politólogo francés Pascal Boniface. Aunque sigamos derrochando tinta sobre la importancia de la política, poco importará eso cuando empiece a rodar la pelota. Sudamérica tiene apenas el seis por ciento de la población de la Tierra y representa menos del cinco por ciento del comercio global. Pero el cincuenta por ciento de las ocho selecciones clasificadas a cuartos de final de Sudáfrica 2010 son de allí.
España cuenta con un PBI per cápita 24 veces mayor que Paraguay. Uruguay tiene 1.220 clubes de fútbol, contra 280 de Ghana. La población de Brasil es 12 veces superior a la de Holanda. El PBI per cápita de Alemania es más de 5 veces superior al de Argentina y los europeos cuentan con 8 veces más clubes que los sudamericanos. Estados Unidos, con un PBI de 35.145 euros por habitantes (el más alto del mundo), ya se marchó a su casa. Los ghaneses, con ese coeficiente alcanzando sólo los 741 euros, siguen vivos en Sudáfrica.
En la cumbre del G8 en Canadá pareció quedar claro que aún resulta dificultoso saber cuándo comenzará la recuperación de la economía mundial, lo que para muchos pone en peligro el avance hacia la obtención de los objetivos fijados por las Naciones Unidas de reducir la pobreza a la mitad en el mundo en 2015. Pero eso poco importa para el G8 futbolístico. Cuando la pelota empieza a rodar, por suerte no siempre gana el más poderoso.
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