Tras pisar Asunción ayer, el plantel paraguayo participante del Mundial 2010 fue condecorado por el presidente Fernando Lugo. Pocos días antes, lo mismo había hecho el primer mandatario Sebatián Piñera con el equipo chileno, eliminado en octavos de final. Cuando pise Montevideo, los uruguayos desfilarán por la avenida 18 de Julio, cualquiera sea el resultado final en la Copa. Distinto fue el caso de Brasil, donde los jugadores fueron hostigados al pisar Río de Janeiro, en especial Felipe Melo, de gol en contra y expulsión en el partido decisivo ante Holanda. “Perdedores” y “fracasados” les gritaron algunos tifosis italianos a los futbolistas que aterrizaron en el aeropuerto de Fiumicino tras ser eliminados en la primera fase.
Argentina, como tantas veces, dio la nota. Pese a quedar afuera en cuartos de final tras perder por 4 a 0 frente a Alemania, cerca de 10 mil personas recibieron al plantel de Maradona en el aeropuerto de Ezeiza, para celebrar el regreso de los jugadores al país. Una visión crítica podría suponer que se trata de visiones conformistas de un público no especialmente futbolero, dispuesto a disfrutar de una salida de un domingo a la tarde cálido cerca de sus ídolos. Otros, nos permitimos celebrar cierto reconocimiento popular a un grupo de futbolistas que dejó el alma en el campo de juego para defender los colores de la camiseta argentina. Pero seguramente, lo más importante del suceso sea su poder simbólico, capaz de subvertir cierto discurso mediático que supone que sólo el éxito es lo que sirve, que el segundo es el primero de los perdedores, que sólo el que está arriba de todos es quien puede celebrar. Estos discursos se potenciaron especialmente desde el sábado, cuando una lluvia de críticas cayeron sobre el equipo argentino. A veces, el mensaje masivo encuentra un desvío en el camino y la realidad nos sorprende. El mismo Maradona y también Oscar Ruggeri, hasta el sábado asesor externo del cuerpo técnico, criticaron a los cerca de 3.000 hinchas que también fueron hasta Ezeiza a recibir el equipo de José Pekerman, eliminado del Mundial de Alemania 2006 también en cuartos de final. El domingo, a ellos les tocó disfrutar del reconocimiento de la gente.
Como en todo acontecimiento que lo involucra, Maradona tiñó con su ángel este Mundial. También su nombre es el que más pesa en los discursos posteriores, con polémicas sobre la elección de los jugadores, los planteos tácticos y su continuidad. Seguramente, por él muchos fueron el domingo hasta Ezeiza. Por el motivo que sea, no está de más reconocer y celebrar, aunque el equipo no haya terminado en lo más alto. Después llegará el momento de pensar por qué.
No puedo creer la reducción de que ir a recibir el equipo es un conformismo. Primero me preguntaría que tiene de malo aquello, o que tiene de bueno el exitismo. Conformarse seguramente no sea bueno, pero esto no significo eso. Simplemente gente que le fue a recibir al equipo nacional y que le agredece a Maradona.
ResponderEliminarUn Diego que se jugó todo sus galardones, con todas las de perder. Una vez más.
Creo que las manifestaciones populares que se están sucediendo, tienen una connotación totalmente positiva.