“El Comité Ejecutivo resolvió, por unanimidad, no renovar el contrato de Diego Armando Maradona” anunció a mediatarde el vocero de la AFA. No hizo más que poner en palabras lo que ya todos sabían. Tras 21 meses, la era Maradona al frente de la Selección Argentina llegó a su fin. Para estadística quedarán el 5° puesto en el Mundial y las 18 victorias y las 7 derrotas a lo largo de todo el ciclo.
Los medios de comunicación, que llevaron la figura de Maradona a lo largo de todo el planeta, difundieron en cadena el anuncio. Como pocas veces a lo largo de la historia, el nombre del ídolo se mencionó públicamente para anunciar que no era querido en el lugar donde estaba y donde deseaba seguir. El lunes, en privado, Julio Grondona quiso imponerle sus propias reglas de juego (estos es, a sus ayudantes), que el entrenador todavía en funciones desechó. Demasiado destrato para alguien acostumbrado a lo largo de su vida a acomodar las cosas según sus deseos y posibilidades, tanto dentro como fuera de la cancha.
“Maradona cargó a la Argentina sobre sus hombros” escribió el periodista inglés Simon Kuper sobre el papel del 10 dentro de la cancha en los Mundiales que lo tuvieron como protagonista. Identificado con la patria toda, en su papel de director técnico no pudo ponerla en lo más alto. Los cuatro triunfos en fila, y el nivel aceptable de juego, que mostró el equipo en Sudáfrica no impidieron que en los cuartos de final Alemania encajara cuatro goles y dejara el sueño trunco. Maradona abrazado a su hija entre lágrimas será una imagen conmovedora para siempre.
Pero lejos de la imagen del ídolo supremo, con Maradona se termina un ciclo corto, pero por demás intenso, que más allá del nivel futbolístico tuvo tantos contrapuntos internos como protagonistas había en la historia de la Selección, además de desorganizaciones mayúsculas que sería necesario revisar. Las continuas discusiones públicas entre el entrenador, ayudantes de campo, asesores, coordinares, técnicos juveniles, dirigentes y opinadores varios es un signo de esta era que no podía continuar sin cambios. Entre tantos dardos cruzados, alguno iba a salir malherido.
Más allá de nombres propios, sería interesante ensayar por parte de los dirigentes alguna reflexión un poco más profunda que simples cambios de protagonistas. Dejar de discutir minucias y proponer planes de trabajo a 4 años o más, con elección de un cuerpo colegiado de especialistas para la Selección mayor, que trabaje en forma coordinada con los juveniles y que apueste a generar y darles recorrido a jugadores en puestos que hoy escasean, como defensores y mediocampistas laterales. Terminar con las elecciones hechas sólo desde la cabeza de cabeza de Julio Grondona y sus hijos, para dar lugar algún tipo de intercambio de ideas que aspiren a mejorar las últimas performances del equipo argentino, que hace 17 años que consigue una competencia oficial. Los 25 minutos que duró la reunión del Comité Ejecutivo de la AFA para decidir el cese del entrenador es una muestra de que poco se discutió hasta ahora. Lamentablemente, no hay fuertes indicios de que esta situación vaya a cambiar en el corto plazo.
Probablemente, Mardona aparezca públicamente para criticar a Grondona, como lo hacía antes de asumir como técnico. Así, para Diez, Grondona pasará a formar parte de esa clan de poderosos deleznables, como la FIFA y los Estados Unidos. Por del lado del ahora ex técnico, también sería interesante una autocrítica y no sólo discursos acusatorios hacia los demás y reivindicatorios del gran juego que mostró su equipo. Más allá de discursos, el Diez expuso su corona, pero esta vez no pudo coronarse. Deberá reinventarse una vez más, como tantas otras. En la AFA, la Selección se reinventará, pero todo va a seguir igual.
me parese bien que no le hayan renovado su contrato por que es un mediocre y malcriado como todos los seleccionados de argentina, que recivieron su premio en el mundial
ResponderEliminarComo entrenador no ha sabido...
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