Tan estrecha es la relación entre Boca Juniors y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desde que Mauricio Macri dejó la presidencia del club y asumió como Jefe de Gobierno, que inexorablemente esos caminos un día se cruzarían en tiempo y espacio a la luz de toda la sociedad. Lo sufrió en carne propia Raúl Oscar Ríos, quien atendió sus obligaciones en el club de la ribera antes que sus deberes de funcionario público. Esa elección le costó su puesto al frente de la Agencia Gubernamental de Control.
En la tarde del lunes pasado, un gimnasio ubicado en el barrio de Villa Urquiza de Buenos Aires se derrumbó a raíz de los trabajos que realizaba una retroexcavadora en un terreno lindante. El hecho causó la muerte de tres personas que estaban en el lugar y le provocó heridas a otras 11. Ríos era el encargado del organismo gubernamental encargado de controlar el desarrollo de las obras en construcción en la Ciudad de Buenos Aires, que evidentemente no había prestado suficiente atención a lo que sucedía en el terreno de Villa Urquiza. El martes, mientras personal del gobierno porteño trabajaba para rescatar a las personas que permanecían bajo los escombros, Ríos participaba de la reunión de Comisión Directiva de Boca Juniors.
Probablemente, el funcionario macrista tenía una muy buena razón para ejercer su puesto de vocal xeneize mientras una lluvia de críticas caía sobre el organismo de control que tenía a cargo. Ese día, la Comisión Directiva votaría la aprobación del nuevo contrato de Juan Román Riquelme, la estrella del club. Pese que los directivos leales a Macri que siguen en el club de la ribera sumaron 8 votos por el no, entre ellos el de Ríos, el doble voto asignado al presidente Ameal en caso de empate definió la votación por el sí. Ríos perdería en Boca y también en la ciudad.
El caso del ya ex jefe de la agencia de control gubernamental es una muestra testigo de lo que sucede con muchos funcionarios que ocupan cargos en el gobierno porteño luego de pasar por la dirigencia de Boca. Ríos llegó a su puesto sin antecedentes ni estudio alguno para merecer el cargo que ocupaba. A tal punto que, según consigna el diario Pagina/12, antes de ser funcionario de control del gobierno fue obrero de la industria del tabaco, dueño de una florería y empresario del entretenimiento nocturno. Su esposa, Liliana Iamurri, es hoy coordinadora de los inspectores de la Dirección de Control y Fiscalización de Obras. Antes, había participado en la Comisión de Vóley de Boca Juniors.
El más paradigmático de todos los casos es el de Andrés Ibarra, quien hoy es secretario de Recursos Humanos del Gobierno Porteño. Ibarra está ligado al grupo Macri desde hace más de 20 años, cuando ingresó a trabajar en las empresas familiares. Luego pasó por el Correo Argentino, cuando la familia Macri logró su concesión, y finalmente en 2004 saltó a la gerencia general de Boca. Desde allí, contrató a Jorge “Fino” Palacios como gerente de seguridad del club. En esa área también ingresó a trabajar Ciro James. Luego, Ibarra, Palacios y James pasarían al Gobierno de la Ciudad de la mano de Macri. Los dos últimos están hoy en prisión acusados de participar de una red de espionaje. En la misma causa, Macri está procesado e irá a juicio oral.
El periodista Gustavo Veiga consigna otros casos de dirigentes xeneizes que, sin militancia política o experiencia previa en la función pública, fueron o aun son funcionarios de gobierno. Ernesto Petrini ocupó una de las direcciones del Instituto de Vivienda de la Ciudad, pese a que había confesado públicamente que no tenía idea del trabajo que tenía que hacer y que sólo estaba allí por su amistad con Macri. En el mismo instituto trabaja la abogada Estela Iribarren, quien formó parte del departamento de Cultura de Boca.
Fabián Horacio Zampone es hoy vocal suplente del club de la ribera, mientras que en el gobierno forma parte de la dirección General de Asuntos Patrimoniales de la Procuración. María Vanesa Wolanik, la directora del área de Niñez y Adolescencia del Ministerio de Desarrollo Social, es hija de Pedro Daniel Wolanik, el secretario de Asuntos Legales xeneize.
Al poco tiempo de asumir como Presidente de Boca en 1995, Macri demolió los viejos palcos del estadio para reemplazarlos por otros más modernos. Lo hizo sin la autorización de la Asamblea de Representantes. Además, en el inicio de la obra se rompió un caño de gas porque no estaban presentados los planos de la obra ante la municipalidad. Hoy, desde su lugar de Jefe de Gobierno, probablemente se cuestione haber mirado con tanta desidia a las instituciones. Una buena de forma de preservar lo público sería rodearse de funcionarios idóneos, con experiencia y capacidad de gestión, que privilegien su vocación de servicio a la comunidad en lugar de sus intereses personales. Pese a que muchos nombres se repiten, administrar la Ciudad de Buenos Aires no es lo mismo que estar a cargo de un club de fútbol.
a veces te da miedo enterarte de ciertas cosas, como puede ser que la gente que está en el gobierno seanex empleados del club, sin estudios, sin curriculum, sin merecerlo, solo por amistad, por ser la mujer de, o el amigo de...
ResponderEliminarInaceptable, la verdad que con macri tengo una contradiccion por estas cosas pro un lado y por otro veo que genera empleos en la ciudad con obra publica, se hacen y arreglan plazas, calles, vias.
Pensar qeu ganó als elecciones por lo que habia hecho en Boca,porque estoy seguro que muy pocos sabian de su plataforma.
Me pas{e y me interesó, vas a mis links, fijate si te interesa el mio, y hacemos intercambio de enlaces.
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que desastre.... lati
ResponderEliminarLo de Rios es realmente inadmisible y toda la performance macrista en la ciudad y en Boca una vergüenza.
ResponderEliminarSaludos Javier.
Muy bueno tu análisis