Finalmente el fútbol argentino llegó a la televisión abierta este fin de semana. El Torneo Apertura 2009 se inició con la transmisión en directo de los diez partidos de la primera fecha por Canal 7, la señal estatal. Así es como los televidentes pudieron disfrutar de 20 horas de fútbol local a lo largo de tres días, ya que todos lo encuentros se disputaron en horarios distintos de modo que todos pudieran ser transmitidos. Lo que se diría una auténtica panzada de fútbol.
La palabra televisión viene del griego y significa una transmisión lejana de imágenes de un objeto animado. Gran honor al término hizo la televisión pública argentina al emitir los diez partidos del torneo argentino. El nivel de las transmisiones en general fue bueno, no muy distinto al anterior. A este proceso se sumaron otros canales como América 2 y Canal 9, que tomaron en simultáneo las imágenes generadas desde el 7. La posibilidad que todas las señales tenían de difundir los goles inmediatamente de producidos hizo que el resto de los canales de aire y cable (no sólo los deportivos) los repitieran hasta el hartazgo. Todo en medio de días de descanso que no ofrecen grandes noticias, por lo que el fútbol se convierte en el gran evento de los fines de semana y en el contenido ideal para llenar la pantalla en horas donde nada muy relevante sucede. Para completar el menú, las señales deportivas añadieron la transmisión de los partidos de las ligas inglesa, italiana, holandesa y la final de la Supercopa Española que ganó el Barcelona. El fútbol copó literalmente las pantallas. No es que antes no sucediera esto en la Argentina, sino que al verse el fútbol por la televisión abierta su penetración fue aún mayor.
Este fenómeno tuvo como motor al Estado Argentino a través de su señal de televisión. La paradoja es que el poder público viene a completar un proceso que tuvo como motor al capital privado, que fue dueño de los derechos de televisión de los partidos durante los últimos 18 años. Al verse todos los encuentros en directo por TV abierta, se refuerza el fútbol como cultura televisiva, lo que a su vez implica una expansión simbólica del deporte, en tanto amplía cada vez más sus posibilidades de alcanzar mayores audiencias.
El sociólogo Armando de Miguel sostiene: “En la medida en que el fútbol es ya un programa de televisión, lo que ocurre en las gradas forma parte del espectáculo. Ya no son veintitantos los actores del drama, sino decenas de miles”. En Argentina, primero fueron las clases populares las que llegaron a los estadios de fútbol y luego lo hizo la televisión. Entre 1946 y 1955, bajo el gobierno peronista, los sectores medios y bajos predominaban en las tribunas. Así el fútbol alcanzó una media de más de 12 mil espectadores por partido que nunca volvería a repetirse. En el clausura 2009 recientemente finalizado, el promedio de asistentes a los partidos no llegó a 6.000. Un ejemplo fue el encuentro entre Chacarita y Tigre de este sábado, jugado en la cancha de Vélez, que mostró varias tribunas vacías que ni siquiera estaban habilitadas por la policía. Es saludable que el fútbol televisado esté al alcance de la mayoría, pero a veces nos hace olvidar también existen tribunas para ser ocupadas. Sería un lindo desafío lograr que los hinchas vuelvan a las canchas.
El pobre nivel del juego, los buenos jugadores que se van al exterior continuamente, la violencia que se vive en los estadios y las pocas comodidades que se brindan a los espectadores son algunos de los problemas estructurales del fútbol argentino que en algún momento deberán ser abordados. Mientras tanto, nos queda el consuelo de ver rodar la pelota desde el living.
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