Las protestas en la calles italianas ante la salida de Berlusconi |
La ley de estabilidad aprobada la semana pasada propone, entre otras cosas, elevar la edad de la jubilación a 67 años desde 2026, autoriza la venta de inmuebles y de terrenos agrícolas del Estado y la privatización de servicios públicos. Sin el poder político en sus manos, pero con una buena porción de poder económico, Berlusconi, ya sin fueros, deberá enfrentar a los tribunales.
Pero Berlusconi no es el único que puede sufrir el accionar de la justicia italiana. En medio de los conflictos sociales y los problemas económicos que vive Italia en estos días, pasó casi inadvertida la condena a Luciano Moggi, ex director general de la Juventus, a cinco años y cuatro meses de prisión.
El caso Moggi. Como Berlusconi, Moggi también fue un personaje fuerte del mundo futbolístico italiano, pero a diferencia de Il Cavaliere, que pegó su figura al Milan, Moggi fue un gerente deportivo que trabajó en distintos clubes como Torino, Nápoli, Roma, Lazio y Juventus. Fue por su paso en la Vecchia Signora y su participación en el llamado Calciopoli, en 2006, que un tribunal de Nápoles lo condenó la semana pasada. El Calciopoli es el nombre que se da al proceso de compra de árbitros, vía dirigentes y agentes deportivos, que fue destapado en 2006 en Italia y que acabó con la Juventus en la Serie B. Otros clubes implicados, como el Milan, Lazio y Fiorentina, fueron sancionados con la pérdida de puntos.
Luciano Moggi espera la sentencia del tribunal de Nápoles |
Además del ex directivo de Juventus, otras 15 personas fueron condenadas a la cárcel, entre ellas los presidentes de la Lazio y el Reggina, Claudio Lotito (un año y 10 meses) y Lillo Foti (dos años), y el propietario del Fiorentina, Diego della Valle (dos años). Los encargados de designar los árbitros para los partidos, Paolo Bergamo y Pierluigi Pairetto, también fueron condenados a 3 años y ocho meses y un año y once meses, respectivamente. También irá a prisión el ex vicepresidente de la Federación, Innocenzo Mazzini (2 años y dos meses). Una buena muestra de cómo funcionaba el mundo del fútbol italiano.
Moggi fue considerado la cabeza de un grupo criminal que controlaba todos los estamentos del fútbol italiano y que manipulaba sistemáticamente los resultados. La red de Moggi incluía la Federación, la Asociación de Árbitros, la compraventa de jugadores y hasta los programas deportivos de televisión. En junio pasado, la justicia deportiva italiana lo había inhibido de por vida para asumir cualquier cargo en el mundo futbolístico.
Tras pasar por la Serie B, volver a la Primera y deambular por la mitad de la clasificación en los últimos años, recién en esta temporada la Juve pelea los puestos de vanguardia. Lejos quedaron los tiempos de las estrellas foráneas. Hoy el equipo camina por la austeridad, mientras apuesta por futbolistas locales.
El final de Berlusconi. Pese a ocupar la Presidencia del Consejo de Ministros en distintos períodos desde 1994, Berlusconi nunca cedió el cargo de Presidente del Milán, club que controla desde 1986. Ese puesto está vacante y el responsable de la gestión es el vice, Adriano Galliani. En distintas ocasiones, Berlusconi se refirió públicamente a las actuaciones de su equipo, sugirió fichajes y visitó campos de entrenamiento. Una cara más de su forma de hacer política.
Pese a que el Milan se consagro campeón de la Liga Italiana en la última temporada, el fútbol no evitó el colapso político del presidente. El filósofo italiano Gianni Vattimo escribió luego de la salida de Berlusconi: “Una analogía de Mussolini con Berlusconi: durante el período fascista la gente no hablaba de política. En esa época, en la entrada de los bares había una inscripción que decía: “Aquí no se blasfema, no se escupe ni se habla de política”. Esto es lo que, más o menos, está ocurriendo en Italia hoy”.
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