La muerte del alcalde boxeador

“El boxeo es una forma de diálogo. Es un dialogo de sordos, es una necesidad de comunicarse y es una necesidad de ser, de ser mirados” dijo alguna vez el escritor argentino Dalmiro Sáenz. El boxeador nicaragüense Alexis Argüello fue mirado e idolatrado por sus compatriotas a lo largo de toda su carrera. Fue campeón mundial en tres ocasiones de los pesos ligeros, pluma y superpluma. A lo largo de su trayectoria ganó 82 de las 90 peleas que disputó, 65 de ellas por knock out. Esta formidable vida arriba del ring lo llevó a ser el mejor boxeador de la historia del país y uno de sus máximos héroes deportivos. Pero la vida de Argüello se apagó el 1° de julio pasado, cuando fue encontrado muerto en su casa de Managua. La noticia conmovió al país, a tal punto que el presidente del país Daniel Ortega suspendió su viaje previsto por esos días a Panamá y decretó un duelo nacional por tres días. Las calles de la capital se poblaron de miles de personas que acompañaron el cortejo fúnebre.

Tras abandonar el boxeo y superar una fuerte depresión que lo sumergió en el mundo de las drogas y el alcohol, Argüello comenzó a involucrarse en la actividad política de la mano del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). Primero fue vicealcalde de Managua durante cuatro años y luego, en noviembre de 2008, se convirtió en alcalde de la ciudad, tras unas elecciones que la oposición denunció por fraude. Sin embargo, desde que comenzó a ejercer su cargo, las relaciones con FSLN fueron tensas, especialmente con el presidente Ortega. El distanciamiento había comenzado dos meses antes de su muerte, a raíz de una reforma política que impulsaba el gobierno nacional y también por la donación de 150 autobuses rusos que Argüello había gestionado, pero que habrían sido comercializados por dirigentes del partido. El ex campeón comenzó a criticar públicamente al gobierno de Ortega y su papel como alcalde se había vuelto casi decorativo, restringido a las áreas menores como el deporte y la cultura.

Según informaron sus allegados, Argüello pensaba renunciar a su cargo, cansado de no tener poder de decisión. El mando ya no estaba en sus manos, sino que lo ejercía Fidel Moreno, el secretario municipal y hombre cercano al presidente Ortega. Pero el ex campeón no tuvo tiempo de dejar su lugar. El 1° de julio apareció muerto. La mañana en que se anunció su fallecimiento, centenares de nicaragüenses de los barrios más pobres de Managua se dirigieron llorando a la morgue para confirmar si la noticia era cierta. Inicialmente, las autoridades informaron que trató de un suicidio por un disparo en el tórax, aunque algunas fotografías que aparecieron el mes pasado en la prensa demostraron que el cuerpo presentaba una herida en el tabique de la nariz y otra en el labio inferior, moratones en los ojos, la cara y brazos, como si hubiese sido golpeado. Las versiones sobre el suicidio quedaron para muchos desechadas.

En Managua, las marchas en reclamo de justicia se suceden, encabezadas por Dora, la hija del ex boxeador. "Mi padre es uno de los asesinados por este Gobierno y no descansaré junto a mis hermanos por esclarecer su asesinato", expresó Dora Argüello, mientras caminaba por las calles de la capital de Nicaragua en reclamo de justicia. “Irá hasta las últimas consecuencias para no permitir que mi padre sea otra de las víctimas del partido de gobierno cuyo asesinato queda impune” agregó.

“Creo que si no se mira la violencia deportiva con ternura, caemos en la necesidad de acudir a la otra violencia. El boxeo es violento, pero es una violencia llena de ternura. La violencia de las almas es una forma de locura” agrega Dalmiro Sáenz. La historia de Alexis Argüello es un tránsito de esa violencia tierna sobre el ring a la locura del poder y las armas. Cuando peleaba, Nicaragua se detenía para ver sus combates. Se llenaban los bares, los restaurantes, la gente se reunía en las casas para ver ganar al “Flaco”, como se lo conocía. En medio de dictadura de Anatasio Somoza que gobernó el país entre 1967 y 1979, Argüello era una de las pocas alegrías que los nicaragüenses podían celebrar de tanto en tanto. Su estrella se estrella se apagó en medio de disputas de poder, dinero y vanidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario