Verón

“Cambiaría todos los logros, todo lo que gané en Europa, por este título”. Eso dijo Juan Sebastián Verón poco antes de la final entre Estudiantes y Cruzeiro. No deberá devolver ninguna conquista previa, pero la victoria por 2 a 1 en Brasil consagró al pincha campeón de América. Con la obtención de la Libertadores, la Bruja sumó el 15º título de su carrera y el más importante. Ya conocía la gloria, ahora conoce definitivamente el prestigio general.

Verón expresa hoy el llamado jugador – símbolo de un club. Es aquél que desarrolla una larga campaña en un equipo, que pone el amor a los colores por encima de todo y que además logra títulos para su club. Aquello que hasta la década del `80 era común en Argentina (con casos emblemáticos como Alonso en River o Bochini en Independiente, entre otros), hoy se volvió exótico.

A sus 34 años, Verón podría jugar en cualquier equipo del mundo y probablemente sería titular y líder futbolístico. Pero elige hacerlo en Estudiantes. Ahí puso su cuerpo y su fútbol para que el pincha volviera a Primera en 1994. Doce años después, regresó para ser campeón argentino primero y de América después. Ese amor por los colores más que por el dinero es lo que lo distingue hoy de la mayoría de los futbolistas argentinos. A tal punto que puso plata de su bolsillo para las divisiones inferiores y para la remodelación del Country de City Bell, donde entrena el equipo.

En Europa, vistió seis camisetas en diez años. Sampdoria, Parma, Lazio, Manchester United, Chelsea e Inter lo vieron pasar. Acumuló diez campeonatos en Italia y uno en Inglaterra. Su transferencia de la Lazio al Manchester en 2001 a cambio de 46 millones de euros figura entre los diez pases más caros de la historia. En 2006, decidió abandonar el Inter italiano y regresar a La Plata. En un fútbol argentino donde los jugadores quieren triunfar rápidamente para ser vendidos al primer mundo futbolístico y allí hacer su carrera, Verón invirtió la norma. La Bruja fue pasatista en los clubes poderosos y es residente en Argentina. Nunca estuvo más de dos años con la misma camiseta en Europa y ya jugó cinco temporadas en Estudiantes. Más allá su paso por Boca en 1996, su historia quedará emparentada a la del pincha.

Alejandro Sabella, técnico de Estudiantes, dijo antes del partido decisivo ante Cruzeiro: “Si no podemos ponernos el frac, hay que ponerse el overol”. Verón expresó como nadie la idea a lo largo de su carrera, porque tiene toque, panorama, precisión, habilidad, lucha, garra, buen remate de media distancia e inteligencia para jugar. Además, fue elegido el mejor jugador de la final de la Copa Libertadores. Otro premio más para un jugador - símbolo. Ojalá haya más que profesen ese amor por los colores.

3 comentarios:

  1. Verón representa al estereotipo de un futbolista que no se encuentra más. Un tipo que siente la camiseta. Hay poquísimos casos...

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  2. Tengo dudas acerca de si sentirá alguna otra camiseta de la misma manera que la de Estudiantes.Bah, en realidad mi duda es si podrá transmitir ese sentimiento que le corre con alguna otra camiseta. El hecho de sentirse tan importante para un club, para su presente y su pasado, lo pone en un lugar donde se potencia su capacidad futbolística y de liderazgo, trasnformándose en ese jugador tan espectacular que se ve en Estudiantes desde el primer día en el que volvió. No se si podrá desarrollarse de esa manera ni siquiera con la celesta y blanca.

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  3. olaaa, ya estas tu tambien en los links de www.golesdelaliga.blogspot.com
    saludos.

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