China vuelca sus millones al fútbol

Zhang Jianqiang fue director del comité de árbitros de la Asociación China de Fútbol y director del fútbol femenino de la Administración General de Deporte. Sus tiempos de gloria quedaron lejos. Hoy está frente a los tribunales, acusado de cobrar 2,73 millones de yuanes (más de 430 mil dólares) en sobornos de al menos nueve clubes y autoridades regionales del fútbol chino entre 1997 y 2009. Junto a Zhang está sentado en los banquillos Li Zhimin, presidente del club de fútbol Shaanxi Guoli, que habría entregado 2,5 millones de yuanes para comprar al menos dos partidos.

Zhang ya se declaró culpable ante las autoridades y dijo que devolvió 2,6 millones del dinero en recibido en sobornos. Su abogado dijo que su defendido recibió el dinero, pero que no había dado instrucciones directas a los árbitros. Su condena podría llegar a los 15 años en la cárcel. Otras 30 personas, entre dirigentes, árbitros y jugadores, podrían correr la misma suerte en futuros procesos por arreglo de partidos.

Sin embargo, el fútbol chino no sólo conoce de procesos oscuros por estos días. Más bien, su Súper Liga oficial ha emprendido de un tiempo a esta parte un proceso de apertura al capital privado que es una fiel réplica del modelo económico y social que vive el gigante asiático.

Las estrellas desembarcan en China."El dinero no es problema", manifestó Li Ming, director del club Aerbin, para justificar la oferta de 250.000 euros semanales al delantero Didier Drogba, que actualmente juega en el Chelsea inglés. De concretarse el traspaso, el marfileño seguiría los pasos de Nicolás Anelka, que recientemente se incorporó al Shanghai Shenhua y se transformó en el fichaje más importante de la historia de la Súper Liga, a cambio de 14 millones anuales.

Nicolás Anelka, en su presentación en el Shanghai Shenhua
Desde 1994, cuando se celebró la primera temporada de la liga Jia A, las empresas privadas puedan administrar equipos de fútbol. A partir de entonces, todos los clubes debieron convertirse en profesionales y ya no sólo formaron parte de la competencia equipos de federaciones locales o aquellos vinculados a instituciones como el ejército o la policía. En 2004, la competición pasó a denominarse Súper Liga, con 16 equipos participantes.

Hasta pocos años, la liga local China no se presentaba como una competencia atractiva para los aficionados, que rara vez llenaban los estadios. Incluso, muchos partidos ni siquiera eran transmitidos por televisión. Los fanáticos se interesaban por los grandes clubes europeos como el Barcelona o el Manchester United, que en los últimos años incluso adaptaron la disputa de sus partidos para llegar a oriente en horarios más convenientes. En noviembre pasado, 120 millones de espectadores siguieron en China el partido de la liga española entre Real Madrid y Osasuna. Para completar su plataforma de penetración en Asia, muchas instituciones realizan generosas pretemporadas y partidos amistosos para llegar más de cerca a los fanáticos.

Pero de un tiempo a esta parte, el gigante asiático decidió tener a las estrellas en sus propios campos, ya no sólo en televisión. Así es como fueron los capitales privados los que acercaron fondos en masa a los clubes para la compra de futbolistas de alto nivel. Equipos como el Shanghai Shenhua, el Beijing Guo’an y el Guangzhou Evergrande son administrados por empresas dedicadas a los videojuegos, los negocios bancarios y las inversiones inmobiliarias respectivamente.

El argentino Darío Conca se convirtió hace poco en el fichaje más caro en la historia de la liga china, cuando fichó por el Guangzhou Evergrande, que pagó 12 millones de dólares al Fluminense. El propio Drogba y el español Guti figuran en carpeta de algunos equipos. Los futbolistas llegan a cambio de jugosos contratos e intentando aprovechar los beneficios de imagen y publicidad de un mercado de 1500 millones de personas.

El Estadio Nacional de fútbol, en San José de Costa Rica
La diplomacia de los estadios. En marzo de 2011, las selecciones de fútbol de Costa Rica y China jugaron un partido amistoso que sirvió para inaugurar oficialmente el nuevo Estadio Nacional de fútbol del país caribeño. La cancha, donde la selección argentina también se enfrentó al combinado local en marzo, cuenta con capacidad para 35.000 espectadores y costó casi 100 millones de dólares, abonados íntegramente por capitales chinos.

Como bien informa un artículo de la periodista e investigadora danesa Ditte Toft, el estadio de San José es el último de una larga serie de estadios que China ha construido y financiado alrededor del mundo. El gigante asiático ha utilizado al fútbol para estrechar sus relaciones con países del Tercer Mundo, que cuentan con abundantes recursos naturales.

Un ejemplo reciente es el caso de Angola, un país con recursos petroleros importantes, donde China prestó ayuda para construir cuatro estadios de fútbol que se utilizaron para la Copa Africana de Naciones de 2010. La lista de países africanos con modernos estadios financiados desde oriente se completa con Zimbabwe, Etiopía, Mozambique, Tanzania y Zambia. Todos los escenarios pueden albergar cerca de 40 mil espectadores 40.000 espectadores y se construyeron con materiales y trabajadores chinos. Diplomacia del fútbol que le dicen.

3 comentarios:

  1. Está muy bien esta web. Está llena de contenido muy interesante y de actualidad. Me gusta, sigue así de bien. Un beso

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  2. Gracias por compartir
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    Su blog es muy bueno
    ser justos e imparciales
    es importante

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  3. Los clubes de acá deberían intentar hacer algún acuerdo con China para financiar sus estadios, sea construyéndolos de cero o ampliando los que se tienen. Por ejemplo, el Parque Central, pudo ser ampliado y techado con algún convenio con los chinos, o Defensor Sporting, que tiene un chiquero de tablones de hormigón, bien podría hacer un estadio decente, máxime teniendo en cuenta lo poco que cuesta construir uno. Para colmo, con este tipo de convenios que menciona la nota, de financiación internacional, ni siquiera tendrían que pagar nada. Y no digo que Defensor construya un estadio para 50 mil personas, pero al menos un estadito decente, con tibunas techadas, butacas y una capacidad razonable (25 mil a 30 mil)

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