El adiós de Sorín

El 4 de junio de 2009 quedará como el último día en que Juan Pablo Sorín ingresó a una cancha como futbolista. Las múltiples lesiones y la consecuente inactividad fueron las principales causas para el adiós del último gran lateral izquierdo que tuvo el fútbol argentino, probablemente el mejor en varios lustros. Símbolos de los juveniles de José Pekerman, capitán de la Selección Argentina en el último Mundial de Alemania, con Sorín se va un futbolista fino y aguerrido, defensor y atacante, capaz de transitar toda la cancha sin perder jerarquía.

"No me voy triste, estoy feliz" dijo el 28 de julio pasado cuando anunció su retiro en Brasil. Su último equipo fue el Cruzeiro de aquel país, donde jugó en tres etapas de su carrera y aún hoy es ídolo. La historia dice que jugó en 9 clubes de 6 países y que consiguió 13 títulos, entre ellos un Copa Libertadores en 1996 con River y una Champions League en el mismo año con Juventus, aunque allí sólo jugó 45 minutos. Tuvo una activa participación en el River súper campeón de Ramón Díaz, en el exitoso Cruzeiro de 2000 – 2001 (ganó allí tres títulos) y en el Villarreal de Manuel Pellegrini, formando parte de aquel equipo que llegó a la semifinal de la Champiosn Leaugue en 2006. “Fue una historia maravillosa y quiero que se termine así. Me caí, me levanté. Jugué, gané, me equivoqué, aprendí” declaró recientemente.

Lateral con buena técnica y preciso cabezazo, Sorín siempre tomó el extremo de la defensa como un punto de partida para transitar toda la cancha, llegar al área rival y hasta marcar goles. Al revés de muchos jugadores que retrasan su ubicación en el campo, con el paso de los años Sorín fue crorriendo su puesto hacia adelante: de lateral a volante por izquierda y hasta mediocampista central.

Así como su posición de defensor fue un punto de partida para llegar a otros sitios de la cancha, su condición de futbolista le permitió construir puentes con otros ámbitos sociales como el periodismo y la cultura. Nacido en una familia de clase media, el hijo de Jaime Sorín (ex vicerrector de la Universidad de Buenos Aires) dio el puntapié inicial en sus actividades extra futbolísticas en los noventa, con un programa de radio en la alternativa FM La Tribu, donde compartía el aire con sus antiguos compañeros de facultad. En 2005 lanzó el libro “Grandes Chicos”, que contenía textos propios y de otros autores, entre ellos Juan Gelman, Eduardo Galeano, Alejandro Dolina, Roberto Fontanarrosa, Fito Páez y Luis Alberto Spinetta. Lo recaudado fue a destinado a dos escuelas de Santiago del Estero. Actualmente pueden leerse algunos de sus escritos en Mediapunta.es, aunque muchos de sus cuentos y poesías aún no salieron a la luz.

Así como cambió de equipo frecuentemente, su presencia en la Selección Argentina fue constante a lo largo de 13 años. Antes de ser campeón juvenil en 1995, Daniel Passarella lo convocó a la selección Mayor cuando apenas había jugado algunos partidos en la primera de Argentinos Juniors. Fue internacional en 76 ocasiones y marcó 11 goles, formando parte de los mundiales de 2002 y 2006. Esa última Copa del Mundo que lo tuvo como capitán marcó probablemente su retiro virtual del fútbol. A partir de allí, las lesiones le impidieron jugar con continuidad y todo se agravó en 2007, cuando una tendinitis crónica en la rodilla lo envió al quirófano. Ya mejor físicamente, a comienzos de 2009 igual decidió decir adiós. “Prefiero dejar ahora sintiéndome bien, sabiendo que podría jugar tranquilamente y no retirarme por una lesión y que se transforme en una decepción, una desilusión. No quiero desgastar la relación que tengo con los hinchas” confesó en la conferencia de prensa donde anunció su despedida. En sus últimos siete meses como futbolista jugó apenas seis partidos.

La historia dirá que Sorín se despidió un 4 de noviembre en Brasil, con la camiseta del Cruzeiro. Hoy en día, el fútbol argentino dispone de pocos lateral puros, capaces de defender y atacar con la misma firmeza. Tampoco existen muchos futbolistas con ese carácter, que les permita erigirse en líderes de un equipo desde adentro de la cancha. Más lejos aún está el fútbol de estas tierras de disponer de jugadores con inquietudes que trasciendan su condición de futbolistas, capaces de tender puentes con otros ámbitos sociales e involucrase en otros asuntos. Ese quizás sea el mayor legado de Sorín y es deseable que sirva como ejemplo a otros jugadores. Ese espejo donde mirarse no tiene valor ni es tangible, como el cariño de los hinchas. Ya lo declaró Sorín recientemente: “Me quedo con la identificación que no se compra ni se vende en los quioscos. Me pasó en Argentinos, en River y en la Selección. En cualquier lado que voy de la Argentina soy querido y respetado. Eso no tiene precio”.

Aquí un video con algunos lujos de Juan Pablo Sorín (chequear la pisada a Ronaldinho):

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