Pese a que podía suponerse que eran tiempos de festejo, el técnico argentino Diego Maradona eligió celebrar la clasificación al Mundial de Sudáfrica atacando a los periodistas. Quizás no sorprenda su actitud beligerante. Desde que se inició este proceso hace poco menos de un año, Mardona, Bilardo, Grondona padre, Grondona hijo, Riquelme, los ayudantes del DT, los periodistas, todos han pasado por distintos contrapuntos que hicieron del conflicto una situación casi permanente, donde seguramente es el técnico quien navega mejor en esas aguas tormentosas. Pese a esta situación preexistente, no es una imagen digna de un equipo clasificado al Mundial que su técnico le pida a los periodistas que le practiquen sexo oral. Menos en el exterior y ante cientos de testigos.
Las presiones previas al partido y el desahogo posterior no deben convalidar cualquier discurso. Ni de la prensa ni de los protagonistas. Suponer que alguien que critica a la Selección va en contra de la Argentina, implica reducir la patria a su equipo de fútbol. Por suerte, la argentinidad excede largamente a la pelota. El amor al país abarca valores, ideas, costumbres y afectos que van más allá del nivel de juego de su Selección. Algo parecido vale para la frase que sostiene que aquéllos que criticaban el juego del equipo no querían que la Selección se clasifique al Mundial. En todo caso, la eliminación sería una consecuencia de lo que se cuestiona, como ser el bajo nivel de juego. Al fin y al cabo, no es función del periodismo apoyar a un equipo. Para eso están los hinchas que, justo es decirlo, acompañaron bastante a esta Selección, sobre todo con su aliento bajo la lluvia en el Monumental ante Perú. Los más de 50 puntos de rating que marcó el partido entre Uruguay y Argentina por Canal 13 demuestran que a los argentinos podrá o no gustarles como juega el equipo de Maradona, pero que no les resulta indiferente si la Selección se clasifica al Mundial.
Sería interesante que, afuera de la cancha, el periodismo y el técnico + los jugadores no entren en una disputa futbolística que implique imponerse al otro. El equipo argentino debe ganar en la cancha ante el rival que se le presente. No debe inmiscuirse en una disputa diaria ante aquellos que puedan ser críticos. Eso es poner la energía en el lugar equivocado. Esta Selección es tan particular que un jugador como Verón muestra más equilibrio para declarar que el propio técnico, quien supuestamente debe mostrar más serenidad para conducir al grupo, tanto hacia adentro como hacia afuera.
Del lado del cuerpo técnico, probablemente sea mejor exponerse menos, declarar menos (para evitar algunas contradicciones) y centrarse en el trabajo diario. Tampoco es necesario hacer de la clasificación un hecho extraordinario. “Estos jugadores me consagraron como técnico” dijo Maradona en la famosa conferencia. Consagrarse como entrenador abarca logros mayores. El boleto a Sudáfrica debe valorarse más por lo que evitó (ver un mundial por televisión) que por lo que representa, más para un país con la tradición futbolística de la Argentina. Porque si los periodistas deberían mamar el miembro maradoniano por clasificarse al mundial, qué deberían hacer si se consagra campeón del mundo…
Del lado del periodismo, es necesario manejar las informaciones con mayor rigor, ajustar el análisis y también ejercer algún tipo de autocrítica sobre la propia tarea, algo que muchas veces se reclama a los protagonistas pero que pocas veces se hace con la labor propia. Comentarios sobre arreglos de partidos (como se escucharon en las previas de Argentina - Brasil y de Uruguay - Argentina) o sobre la vida privada de Maradona no contribuyen a aclarar el panorama ya de por sí difícil que vive la Selección Argentina. Más allá de las palabras inapropiadas del DT, son muchos los periodistas que vivieron de él, que luego lo destrozaron y que finalmente admitieron en silencio que Maradona les faltara el respeto en público en la conferencia montevideana. Algo similar se puede aplicar a dirigentes como Grondona, sentado desde hace más de 20 años en la vicepresidencia de la FIFA en gran parte gracias al triunfo en México ´86.
Resulta hasta triste que la Selección Argentina no viva tiempos de tranquilidad ni aún clasificada al próximo Mundial. Pero estos parecen ser tiempos de discusiones permanentes, de contrapuntos públicos y privados, de dardos continuos entre protagonistas. La imagen que uno tiene de un conductor probablemente sea contraria a la que muestra en general Maradona. Uno espera que aquél que dirige se muestre sereno, reflexivo, con una visión más profunda que aquellos que lo rodean, para mirar hacia adelante y darle su impronta al proceso que dirige. Maradona elige en general otras formas, un poco más brutales, más pasionales. Con sus métodos logró el objetivo de llegar a Sudáfrica. Esperemos que alcance para tener un papel protagónico en la máxima cita futbolística.
Aquí "Fuimos Maradona", un interesante artículo de Martín Caparrós aparecido ayer en el diario Crítica, y "La Selección vs Los Invictos", una reseña de Daniel Guiñazú sobre las peleas entre los técnicos argentinos y los periodistas.
Tema complicado: si uno entra en blogs o en el mismo articulo de Caparrós y lle comentarios de lectores, verá que las opiniones están muy divididas y eso no es bueno. Creo que tiene más que ver con nuestra argentinidad o como quieran llamr a nuestro "ser nacional" que a lo que realmente pasó, que de por sí, es grave.
ResponderEliminarMarcelo
Más allá de los dichos de Maradona es real que el periodismo argentino tiene un nivel muy bajo a lo que, muchas veces, contribuyen los propios protagonistas
ResponderEliminarVarias realidades manchan la imagen argentina. Messi no es el mejor jugador del mundo en la selección de Maradona. No pasa de fino estilista , pequeño, comediante y saltarín. Que Higuaín desplace al Kun y Tevez parece una pesadilla. Y si encima la Brujita Verón ejerce todavía de Von Karajan sugiere que Argentina es una especie de manicomio, gobernado por un loco futbolístico que insulta al mensajero, como males de todas sus locuras.
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