La sede de la Asociación del Fútbol Argentino |
Primero se sugirió un torneo de 40 equipos, más tarde un campeonato largo de 38 jornadas con 20 participantes y finalmente casi todo quedó como era entonces. El martes pasado, los dirigentes del fútbol argentino decidieron continuar con su formato de torneos cortos, de 19 fechas, a razón de dos competencias por temporada con dos equipos campeones.
Se reformuló el sistema de ascensos y descensos, con tres equipos que perderán la categoría: dos por promedio y uno por suma de puntos en la temporada. No se jugarán más las promociones.
Los clasificados a las copas internacionales serán los campeones de los torneos y mejor clasificados en la tabla general. La nueva Copa Argentina pasará a jugarse de febrero a noviembre y aportará al campeón a la Copa Libertadores, entre los principales cambios efectuados.
Sin embargo, lo que generó mayor incertidumbre fueron los formatos de los torneos, que apuntaban a un cambio de 19 a 38 jornadas. Julio Grondona, el Presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, promovía este cambio. En un hecho poco frecuente, el Comité Ejecutivo de la AFA no respaldó a su presidente. "Prefería un torneo largo, es verdad. Pero dejé que fueran los clubes, o la mayoría de los clubes, los que decidieran. A ellos les parece mejor seguir con dos cortos, y así seguiremos" dijo Grondona. Incluso el Gobierno Nacional, que aporta más de 800 millones de pesos por los derechos de televisión, habría sugerido disputar campeonatos de 38 fechas para evitar los frecuentes hechos de violencia en los estadios argentinos.
Fueron los directivos de los clubes quienes se opusieron a esta modificación, bajo la idea de que el sistema actual da mayores posibilidades para los diferentes equipos de pelear un título, que los torneos son más emotivos, a diferencia de lo que sucede en Europa, y que es posible vender jugadores que sólo se hayan destacado en uno de los dos torneos. "El factor económico es fundamental. Llegás a diciembre, te compran uno o dos jugadores y los vendés. Si seguís jugando el mismo torneo, lo hacés con un equipo diezmado. Mientras que si es un torneo nuevo, podés reforzarte", afirmó Nicolás Russo, presidente de Lanús. Sin embargo, en la misma posibilidad que encuentra la liga para garantizar su supervivencia se proyecta su propia debilidad para elevar el nivel de la competencia y venderse al mundo.
"Los clubes de Brasil no tardarán en fichar a jugadores europeos" afirmó recientemente Esteve Calzada, agente, escritor, antiguo director general de márketing del Barcelona y hoy asesor del Manchester City. Cuando el periodista del diario español As le consultó por el fútbol argentino, Calzada respondió: “En Argentina hay margen de mejora y tiene un valor añadido: la pasión. Sus estadios no se remodelan desde 1978, su economía es inestable y siempre optan por exportar jugadores a cualquier precio y cuanto antes”.
La exportación de jugadores es la posibilidad que encuentran los clubes argentinos para paliar sus presupuestos intrínsecamente deficitarios. Ese afán de venta determina un campeonato de bajo nivel, donde los mejores valores se marchan compulsivamente a destinos muchas veces exóticos. En una Europa deprimida económicamente, con cada vez menos futbolistas de buen nivel que asoman en la Primera División, las últimas transferencias a equipos de primer orden fueron las de Ricardo Álvarez a Inter y la salida de Erik Lamela a Roma, ambas en junio de 2011. En la temporada 2011/12, el fútbol argentino exportó futbolistas por 51 millones de euros, frente a los 105 millones de la temporada 2010/11 y los 95 millones de la 2009/10.
Por lo tanto, el fútbol argentino acomoda su estructura a un mercado cada vez más deprimido, mientras la liga local merma continuamente su nivel. Estadios antiguos, tribunas violentas, mafias enquistadas, clubes deficitarios, futbolistas en fuga permanente son rasgos característicos del fútbol argentino de hoy. Caracteres que no se modificarán con torneos más largos o más cortos, con más o menos campeones.
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