Una imagen de un estadio italiano |
La cárcel a cielo abierto
Es común observar por televisión los inmensos estadios italianos con asientos vacíos. El Milan, hoy en el 7° puesto de la clasificación, tiene una media de 22 mil espectadores y juega en un escenario como el Giuseppe Meazza, con capacidad para más de 80 personas. Incluso el equipo de Berlusconi llegó a cortar 4.000 boletos ante el Cagliari en esta temporada. Ya existen empresas de cupones con descuento que comercializan entradas más económicas. Además, para conseguir boletos es necesario acceder a la “tessera del tifoso” (carnet del hincha), con un registro previo, y comprar las tickets en los cajeros de los bancos.
Incidentes en Genoa - Siena |
La violencia ha ido en aumento y quedó expuesta como pocas veces en abril pasado cuando, en el encuentro entre el Genoa y Siena, los hinchas locales invadieron el campo ante la derrota de su equipo y los futbolistas respondieron entregando las camisetas a los fanáticos. Marco Rossi, el capitán genovés, charló amablemente con los hinchas y entregó las casacas. La policía luego dio a conocer mensajes de texto entre el capitán y los ultras donde se llamaban “hermano” uno a otro.
Imágenes de estos tiempos
“Italia es así: se da por hecho que cuando un equipo pierde hay que montar una manifestación; cuando un futbolista juega mal hay que insultarlo. La gente y la opinión pública toleran este sistema”, contó al diario español El País Damiano Tommasi, presidente de Presidente de la Asociación de Futbolistas Italianos.
Esa parece ser la cara de las tribunas de los estadios italianos. Machos, hombres rudos, fanáticos, son los que prevalecen en las gradas, lejos del paseo familiar que suponía ir al estadio años atrás. Una imagen similar a la que devuelve el césped, con encuentros de roce y músculo en primer plano, mientras la pelota al ras del piso y el juego asociado pasan a un segundo plano. Ya no hay lugar en el Calcio para futbolistas como Roberto Baggio y Gianfranco Zola, aquellos estrategas de buen pie que brillaron en la década de 1990. Alessandro Del Piero se marchó al fútbol australiano y Francesco Totti está en retirada. Andrea Pirlo, estratega y crack del campeón Juventus, parece predicar en el desierto con sus toques exquisitos.
En los últimos años, futbolistas como Kaká, Alexis Sánchez, Ronaldinho, Eto’o, Pastore, Ibrahimovic, Thiago Silva y Lavezzi abandonaron el calcio y se han marchado a otras ligas, como para dejar en claro que el fútbol italiano ha dejado de ser aquel lugar aspiracional para los mejores futbolistas del mundo y se ha transformado en un campeonato que exporta buena parte de sus mejores futbolistas.
Pero además, el fútbol italiano reviste el pecado de haber sido el mejor y dejar de ser. Hasta hace poco, era el más popular, el que congregaba a las estrellas. Fue el campeonato nacional que en la década del ´80 y ´90 lideró el desembarco del fútbol como negocio global, televisado vía satélite, con el Nápoli de Diego Maradona primero y el Milán de Arrigo Scchi después. “Los mejores jugadores hoy están en otros países, pero nadie en Italia se ha planteado sustituirles para favorecer un juego más armonioso o atractivo”, afirmó Sacchi, hoy coordinador de los equipos juveniles italianos y de la sub 21.
Antonio Conte, el entrenador de Juventus, no puede hoy sentarse en el banquillo para dirigir a su equipo. Está sancionado hasta el 8 de diciembre por su participación en el último escándalo de apuestas, como una muestra gratis del panorama. Los problemas económicos, los escándalos, la fuga de estrellas y la baja asistencia a los estadios evidencian la decadencia italiana.
Cesare Prandelli, entrenador de la selección italiana |
Son los extremos en que se mueve el fútbol italiano. Entre la pasión infinita de sus hinchas y la intolerancia por la derrota, entre las causas judiciales y las victorias deportivas, entre las crónicas policiales y el catenaccio. “El fútbol italiano me engorda. Me aburro mucho, entonces recurro a la heladera. Cuando termina el partido tengo tres kilos más. Es una broma para decir que el fútbol italiano no me gusta y es muy difícil verlo. Quiero que tire la primera piedra el que aguantó noventa minutos del fútbol italiano sin hacer zapping ni una vez” dijo el entrenador Angel Cappa alguna vez. Una buena síntesis del fútbol en la península.
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