Cuando camines a través de la tormenta,
Mantén la cabeza alta,
Y no temas por la oscuridad;
Al final de la tormenta encontrarás la luz del sol
Y la dulce y plateada canción de una alondra. Mantén la cabeza alta,
Y no temas por la oscuridad;
Al final de la tormenta encontrarás la luz del sol
Las estrofas de “You'll never walk alone", el himno oficial del Liverpool, sonaron como homenaje a los hinchas fallecidos en el acto realizado en el Ayuntamiento de la ciudad el pasado jueves. Veintitrés años después de la llamada tragedia de Hillsborough, donde murieron 96 fanáticos del Liverpool, un informe elaborado por una comisión independiente reveló nuevos datos sobre los hechos.
Los archivos desclasificados y una profunda investigación dieron vuelta la historia. Verdades de entonces que se transformaron en mentiras, certezas hechas pedazos por datos reveladores, operaciones desenmascaradas que transformaron la tragedia en una masacre, con nombres propios en la lista de responsables. “Las familias han creído, durante mucho tiempo que hubo un intento de las autoridades por tergiversar lo que pasó. Tenían razón”, explicó el propio David Cameron, Primer Ministro inglés, en la Cámara de los Comunes, mientras ofreció disculpas públicas en nombre del Estado.
Los persistentes reclamos de los familiares, que juntaron 140 mil firmas, permitieron que los archivos se muestren públicamente antes de los 30 años que establecen las leyes británicas. Los 400 mil documentos dados a conocer refutaron las principales hipótesis que circularon en 1989: los hinchas no fueron los causantes de la tragedia y los fanáticos fueron atacados deliberadamente en una campaña que incluyó a policías, dirigentes políticos y medios de comunicación. Por el contrario, los documentos demostraron que hubo un fallo de seguridad en el control de acceso al estadio, que causaría la tragedia, y que los ineficientes servicios de emergencia podrían haber salvado la vida de casi la mitad de las víctimas.
Campañas
Sigue a través del viento,
Sigue a través de la lluvia,
Aunque tus sueños se rompan en pedazos.
Camina, camina, con esperanza en tu corazón
(Fragmento de “You'll never walk alone")
En 1989, en la semifinal de Copa FA entre el Liverpool y el Nottingham Forest, disputada en el estadio del Sheffield, 3.000 hinchas de los Reds ingresaron en una zona habilitada para 1.600, con el objetivo de evitar incidentes afuera del estadio. Sólo se habilitaron dos puertas para la evacuación. Los fanáticos se agolparon contra las altas vallas, mientras la policía reprimía cualquier intento de escape. El oficial a cargo solicitó abrir las puertas de emergencia y permitir que los hinchas saltaran al campo, pero el permiso le fue negado. Paradojas de la historia, aquella tragedia no fue causada por la falta de control sino por su exceso.
Finalmente, 96 hinchas murieron por asfixia o paro cardíaco, todos aplastados contra el vallado. Hubo además 766 heridos y miles de fanáticos continuaron con tratamiento psicológico.
El diario sensacionalista The Sun fue el más fiel a la versión oficial de los hechos, que cargó sobre los hinchas las responsabilidades de la masacre. Un artículo titulado “La verdad”, a cargo del editor Kelvin McKenzie, acusó a los fanáticos de robar dinero de las víctimas, de orinar sobre los policías que intentaban rescatar a los heridos e incluso de golpear a los agentes que realizaban respiración boca a boca. Entonces, MacKenzie fue advertido por sus propios periodistas y fotógrafos de que aquéllo no era cierto, pero igual siguió adelante. Incluso presentó testimonios de policías que corroboraban esas versiones.
La operación se completó con el uso del lenguaje militar en torno a los hinchas del Liverpool, presentados entonces como ejércitos violentos o, simplemente, bestias y salvajes, que debían ser tratados como tales por las fuerzas de seguridad.
Los fallos judiciales posteriores se inscribieron en la misma dirección que los discursos periodísticos. El tribunal de Sheffield que investigó el caso determinó que las muertes habían sida accidentales. El jefe de policía, David Duckenfield, no recibió castigo alguno y se retiró a los 46 años por prescripción médica. Los familiares de las víctimas sólo recibieron en compensación los gastos de los funerales. Sin embargo, 14 oficiales "traumatizados" cobraron 1,2 millones de libras. El caso se reabrió en 1997, pero las conclusiones fueron similares.
Nuevas verdades
El reciente informe no sólo echa luz sobre las fallas de los distintos protagonistas antes y después de la masacre. Además, expone a los distintos actores que intervienen en la cuestión de las prácticas violentas en los espectáculos deportivos: los hinchas, las fuerzas de seguridad, los dirigentes deportivos, los dirigentes políticos, la justicia, los medios de comunicación. Cada uno, desde su lugar, contribuye (o no) a generar acontecimientos deportivos seguros, donde la participación de los espectadores resulte placentera y confortable. Cuando todas los actores fallan, surge la muerte.
Según los nuevos datos sobre los hechos de Hillsborough, 41 de los 96 fallecidos tenían posibilidades de sobrevivir con una asistencia médica eficiente. Las comunicaciones entre todos los servicios de emergencia fueron imprecisas, lo que retrasó el procedimiento. El estadio no estaba en condiciones de recibir el partido y las autoridades lo sabían. 116 de las 164 declaraciones fueron modificadas para evitar los comentarios negativos sobre la policía. “Ahora tenemos pruebas de cómo fallaron las autoridades”, reconoció Cameron, quien agregó que no existen hechos concretos para acusar a los hinchas del Liverpool como responsables de la tragedia.
La semana pasada, tras el nuevo informe, Kelvin McKenzie pidió disculpas por las crónicas de entonces. Incluso un diputado laborista solicitó la renuncia a la orden de caballero de Sir Irvine Patnick, citado como una de las fuentes de la información publicada por los medios. Las disculpas incluyeron al actual editor de The Sun, Dominic Mohan; al Sheffield Wednesday, el estadio donde ocurrió la masacre; y a las autoridades policiales. Los familiares pidieron una nueva investigación judicial sobre los hechos. "Hoy nos enteramos de la verdad. La justicia comienza mañana” dijo Trevor Hicks, con dos hijas muertas en Hillsborough.
Un nuevo fútbol
Las muertes de Hillsborough fueron un mojón determinante en la historia del fútbol mundial. Así como Inglaterra definió el deporte moderno en el siglo XIX, los cambios ocurridos en el espectáculo futbolístico a partir de 1989 definieron la industria deportiva del siglo XXI.
A partir de entonces, las vallas desaparecieron de buena parte de los estadios y la mayoría de los espectadores debieron sentarse en sus butacas. Las canchas inglesas fueron modernizadas y las entradas se volvieron mucho más costosas, lo que alejó a los jóvenes del espectáculo. Los hooligans fueron férreamente perseguidos y el estadio se convirtió en un espacio de confort. El fútbol se incorporó definitivamente a la industria del espectáculo, con un nuevo público en las gradas. Como escribió el periodista español Santiago Segurola, Hillsborough “fue el final del fútbol como una ceremonia tribal destinada a satisfacer el ocio de la clase obrera”.
En este nuevo espectáculo, al menos en estos días, la pelota se disparó para el lado de la justicia. Hoy, los familiares pueden escuchar un poco más satisfechos el final de la canción insigna del club que amaban los que ya no están:
Y nunca caminarás solo,
Nunca caminarás solo.
Camina, camina, con esperanza en tu corazón,
Y nunca caminarás solo,
Nunca caminarás solo.
Aquí un informe sobre la masacre de Hillsborough del programa español "Fiebre Maldini", de Canal +:
En 1989, en la semifinal de Copa FA entre el Liverpool y el Nottingham Forest, disputada en el estadio del Sheffield, 3.000 hinchas de los Reds ingresaron en una zona habilitada para 1.600, con el objetivo de evitar incidentes afuera del estadio. Sólo se habilitaron dos puertas para la evacuación. Los fanáticos se agolparon contra las altas vallas, mientras la policía reprimía cualquier intento de escape. El oficial a cargo solicitó abrir las puertas de emergencia y permitir que los hinchas saltaran al campo, pero el permiso le fue negado. Paradojas de la historia, aquella tragedia no fue causada por la falta de control sino por su exceso.
Finalmente, 96 hinchas murieron por asfixia o paro cardíaco, todos aplastados contra el vallado. Hubo además 766 heridos y miles de fanáticos continuaron con tratamiento psicológico.
La portada de The Sun tras los hechos de 1989 |
La operación se completó con el uso del lenguaje militar en torno a los hinchas del Liverpool, presentados entonces como ejércitos violentos o, simplemente, bestias y salvajes, que debían ser tratados como tales por las fuerzas de seguridad.
Los fallos judiciales posteriores se inscribieron en la misma dirección que los discursos periodísticos. El tribunal de Sheffield que investigó el caso determinó que las muertes habían sida accidentales. El jefe de policía, David Duckenfield, no recibió castigo alguno y se retiró a los 46 años por prescripción médica. Los familiares de las víctimas sólo recibieron en compensación los gastos de los funerales. Sin embargo, 14 oficiales "traumatizados" cobraron 1,2 millones de libras. El caso se reabrió en 1997, pero las conclusiones fueron similares.
Nuevas verdades
El reciente informe no sólo echa luz sobre las fallas de los distintos protagonistas antes y después de la masacre. Además, expone a los distintos actores que intervienen en la cuestión de las prácticas violentas en los espectáculos deportivos: los hinchas, las fuerzas de seguridad, los dirigentes deportivos, los dirigentes políticos, la justicia, los medios de comunicación. Cada uno, desde su lugar, contribuye (o no) a generar acontecimientos deportivos seguros, donde la participación de los espectadores resulte placentera y confortable. Cuando todas los actores fallan, surge la muerte.
El Primer Ministro británico, David Cameron, en la Cámara de los Comunes |
La semana pasada, tras el nuevo informe, Kelvin McKenzie pidió disculpas por las crónicas de entonces. Incluso un diputado laborista solicitó la renuncia a la orden de caballero de Sir Irvine Patnick, citado como una de las fuentes de la información publicada por los medios. Las disculpas incluyeron al actual editor de The Sun, Dominic Mohan; al Sheffield Wednesday, el estadio donde ocurrió la masacre; y a las autoridades policiales. Los familiares pidieron una nueva investigación judicial sobre los hechos. "Hoy nos enteramos de la verdad. La justicia comienza mañana” dijo Trevor Hicks, con dos hijas muertas en Hillsborough.
Un nuevo fútbol
El estadio del Liverpool tras la muerte de los fanáticos |
A partir de entonces, las vallas desaparecieron de buena parte de los estadios y la mayoría de los espectadores debieron sentarse en sus butacas. Las canchas inglesas fueron modernizadas y las entradas se volvieron mucho más costosas, lo que alejó a los jóvenes del espectáculo. Los hooligans fueron férreamente perseguidos y el estadio se convirtió en un espacio de confort. El fútbol se incorporó definitivamente a la industria del espectáculo, con un nuevo público en las gradas. Como escribió el periodista español Santiago Segurola, Hillsborough “fue el final del fútbol como una ceremonia tribal destinada a satisfacer el ocio de la clase obrera”.
En este nuevo espectáculo, al menos en estos días, la pelota se disparó para el lado de la justicia. Hoy, los familiares pueden escuchar un poco más satisfechos el final de la canción insigna del club que amaban los que ya no están:
Y nunca caminarás solo,
Nunca caminarás solo.
Camina, camina, con esperanza en tu corazón,
Y nunca caminarás solo,
Nunca caminarás solo.
Aquí un informe sobre la masacre de Hillsborough del programa español "Fiebre Maldini", de Canal +:
Después de tantos años de culpar a las victimas por fin se hizo justicia en este triste caso. De no haber sido por la continua lucha de los familiares, quienes murieron asfixiados por fallas de seguridad seguirían siendo culpables no sólo de su muerte sino de haber tomado una o dos cervezas y de ser de origen obrero...que lamentable situación de la justicia británica.
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