España celebra su consagración en la Euro 2012 |
El torneo volvió a disputarse en Europa del este luego de 36 años, tras el campeonato organizado por Yugoslavia en 1976. El novedoso escenario, digno de estos tiempos modernos futbolísticos, se combinó con una organización conjunta entre Polonía y Ucrania, donde este último fue quien tuvo más dificultades en la previa para cumplir con las obras de infraestructura. El propio Michael Platini, titular de la UEFA, reconoció haber vivido tiempos de tensión en los últimos cuatro años ante la incertidumbre sobre la capacidad organizativa de los ucranianos.
Pasado el campeonato, asomaron algunos buenos resultados para ambos países, más allá de que los gastos finales hayan excedido largamente los presupuestos originales. Polacos y ucranianos gozarán de múltiples obras de infraestructura que quedarán para siempre en las ciudades y la fiesta vivida en las calles permanecerá en la memoria. Sin embargo, es cierto que en buena parte de los partidos los estadios no estuvieron completos, los precios de los hoteles se dispararon por las nubes y los desplazamientos y la logística no fueron sencillos para fanáticos y periodistas. La eliminación prematura de los dos equipos locales también conspiró contra la presencia de los hinchas en los campos de juego.
Las preocupaciones previas, que auguraban boicots políticos, enfrentamientos de hinchas y prácticas racistas en los estadios, finalmente se redujeron a escasos hechos puntuales. Los fanáticos expresaron sus costado más violento en la denominada batalla del Vístula, donde combatieron hinchas polacos y rusos, con un resultado de 200 detenidos y 20 heridos. El temor al boicot político de algunos países a Ucrania por la situación de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, hoy en prisión, no espantó a los fanáticos; y los actos racistas corrieron por parte de seguidores de distintos países, pero no coparon el centro de la escena.
El boicot augurado en la previa no tuvo mayores repercusiones más que algunos asientos vacíos en los palcos de honor. España no tuvo representación oficial en su primer partido en tierras ucranianas, en los cuartos de final ante Francia. Pero en el encuentro decisivo, jugado en Kiev, Rajoy viajó con el Príncipe y compartió el palco con Mario Monti, el Primer Ministro italiano. Paradójicamente, los equipos que definieron la copa, con sus presidentes en la tribuna, representan a dos países que viven momentos de zozobra en su economía doméstica, mientras cargan en sus espaldas con las la política de austeridad presupuestaria impuesta por Alemania. La crisis económica se filtró en las disputas deportivas e incluso algunos encuentros oficiaron como enfrentamiento simbólico de naciones enfrentadas en la arena política.
La Canciller alemana, Angela Merkel, celebra un gol de su equipo ante Grecia |
La ilusión griega de vengar en el césped las exigencias de recortes presupuestarios tuvieron vuelo corto, ya que los alemanes fueron superiores y, pese al empate transitorio de los helénicos a comienzos de la segunda mitad, el equipo de Joachim Löw se llevó una clara victoria por 4 a 2. Feliz, Merkel celebró los goles en las gradas.
La joven Alemania no pudo ratificar las expectativas previas y finalmente cayó en semifinales ante Italia. “Nadie mejor que Italia para parar los pies a Alemania, desagradablemente soberbia, víctima de su arrogancia, ayer empequeñecida en el estadio Nacional de Varsovia”, escribió la crónica del diario El País de España, como una muestra de que en el césped se jugaban orgullos y valores que excedían lo deportivo.
Pero los asuntos extradeportivos se diluyeron mientras rodó la pelota. En medio de las tensiones, quedó la frescura del fútbol, con un torneo que tuvo en la final a dos equipos con estilos similares de ataque y gusto por el trato del balón. Italia sorprendió por su nuevo concepto futbolístico, de la mano de su entrenador, Cesare Prandelli, que alineó a ugadores como Cassano, Giovinco, Diamanti y Borini. Ellos dieron forma a su idea de un juego asociado, que puso en la pelota el eje y dejó un papel secundario a la fuerza y el catenaccio, característica histórica de la azurra.
Rajoy saluda a Iniesta en la entrega de premios |
En 2016, el torneo se mudará a Francia, ya con 24 equipos, 8 más que en la reciente competencia. En Suecia ´92, eran tan sólo 8 las selecciones que participaban en la fase final. 24 años más tarde, la cifra se triplicará, señal de la intención de expandir el negocio. Para 2020, la UEFA incluso planea celebrar los 60 años de la competencia con un nuevo formato de 24 equipos repartidos en 12 sedes, una en cada país. Mientras tanto, la organización repartió 100 millones de euros entre los equipos que cedieron a sus jugadores.
Esos millones quizás les hubieran venido bien a las arcas españolas e italianas. Dos de los países que más sufren en la Unión Europea tuvieron motivos para disfrutar del torneo. Otros, como Grecia, Portugal e Irlanda, contaron con menos suerte. Aunque los mercados no cambiaron sus índices por los goles de David Silva y el Niño Torres ni Rajoy resolvió los problemas de su gobierno.
Aquí los goles de España en la Euro 2012:
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