México: patria, fútbol y medios de comunicación

El Estadio Azteca, durante el Mundial de 1986
“De las muchas ciudades erigidas en torno al Mundial de fútbol, las dos más extendidas, con sus prosperidades respectivas, son Televisa y el subempleo”. La frase del escritor y periodista Carlos Monsiváis daba cuenta del fenómeno deportivo que atravesaba la sociedad mexicana en 1986. El campeonato mundial de fútbol, que ganaría la Argentina de Diego Maradona, y la crisis económica y social se vinculaban bajo diversas prácticas y con distintos efectos, en un país que puso en primer plano la pelota mientras conjugaba en torno al estadio y las pantallas muchos de sus conflictos internos. El próximo sábado, Enrique Peña Nieto asumirá como nuevo presidente de México, un país que 26 años después de organizar el Mundial mantiene viva su pasión por el fútbol, mientras vive tiempos de violencia social extendida. A la vez, poderosos empresarios mediáticos ven en el deporte una forma de extender su influencia política y económica.

En agosto pasado, el empresario mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo, anunció la compra de Pachuca y León, equipos de la primera división. El empresario cuenta con importantes inversiones en telecomunicaciones y la construcción y decidió expandir sus negocios al fútbol. Hace pocos días, anunció una inversión de dos millones de euros en el Oviedo, equipo que hoy disputa los torneos del ascenso español. La influencia de los grandes empresarios de medios en el deporte mexicano, que contaba Monsivais en 1986, se mantiene con hoy diferentes caracteres.

El estado alternativo

En 1985, México sufrió uno de los terremotos más importantes de su historia, con más de 6.000 víctimas fatales sólo en el Distrito Federal. La catástrofe se sumaba a una delicada situación económica que vivía el país azteca, que cargaba entonces con una de las deudas externas más altas de América Latina. Pese a todo, México recibió el Mundial de fútbol que iba a disputarse originalmente en Colombia. Voceros del gobierno aclararon en repetidas oportunidades a la prensa que el Estado no desembolsaría dinero en la organización del torneo y que sería capital privado el encargado del financiamiento.

En ese contexto, fue la empresa televisiva Televisa quien aportó más dinero para el campeonato. Guillermo Cañedo, en su doble rol de vicepresidente de la compañía de comunicaciones y de la FIFA, fue el responsable de la llegada del torneo al país azteca. Cañedo había presidido poco antes la Federación Mexicana de Fútbol y formaba parte de la OTI, el organismo que negociaba los derechos de televisión de los campeonatos mundiales.

En aquel campeonato, Joao Havelange, titular de la FIFA, fue acusado en reiteradas ocasiones de estar vinculado directamente con Televisa y con su presidente, Emilio Azcárraga. La influencia de la cadena en el desarrollo del torneo fue enorme, con encuentros disputados en horarios inconvenientes sólo para satisfacer las demandas de los grandes magnates televisivos. Aún son recordadas las quejas públicas de Diego Maradona por tener que competir en la altura del Distrito Federal con temperaturas agobiantes. La televisión manejó la organización desde los despachos, aunque sufrió problemas técnicos en la transmisión, que llegó con dificultades a países como Holanda, Brasil, Colombia y Francia. Hace más de 20 años, Monsivais llamaba a Televisa un “estado alternativo”.

El fútbol como producto

Lejos de disminuir, la influencia de los magnates televisivos en el fútbol mexicano se ha incrementado desde entonces. Emilio Azcárraga falleció de un accidente en 1997, pero su hijo Emilio preside hoy el Grupo Televisa, que cuenta en su holding con los clubes América y Necaxa, tras haberse desprendido hace poco tiempo del San Luis. Su gestión suele favorecer al América, uno de los equipos más populares de México, a donde llegan los mejores jugadores y se invierte más dinero. La FIFA incluso ha recomendado públicamente la venta de alguna de las entidades.

Pero poco le importan las críticas a Azcárraga, dueño de una fortuna de más de 2.000 millones de dólares y considerado por muchos el Rupert Murdoch latinoamericano. Televisa es el grupo de medios de habla española más importante del mundo y controla cerca de dos tercios de la programación de los canales gratuitos de televisión en México. Otro poderoso jugador de las telecomunicaciones con intereses en el fútbol mexicano es Ricardo Salinas Pliego, titular de TV Azteca, dueña del Morelia y Jaguares, también de la primera división mexicana.

Pese a participar del negocio de la televisión y las comunicaciones, Carlos Slim no se había involucrado directamente en el mundo futbolístico, hasta que su empresa América Móvil, anunció la adquisición del 30 por ciento de los clubes Pachuca y León.

Carlos Slim, nuevo dueño del León y el Pachuca.
Hasta el momento, los vínculos de Slim con el deporte se habían dado principalmente hacia el automovilismo. Sus empresas patrocinan al equipo Sauber de Fórmula 1. Hace pocos meses, circularon fuertes rumores de que Slim y Rupert Murdoch intentarían comprar los derechos de televisión de la principal categoría de automovilismo del mundo.

Slim también ha creado torneos anuales de fútbol para jóvenes de la calle y es seguidor de los Yanquis de Nueva York, el equipo de béisbol de Estados Unidos. También ayuda habitualmente a boxeadores. Su vínculo con el fútbol se había dado a través de los Pumas de la UNAM, donde formó parte del consejo directivo.

El reciente acuerdo con el León incluye un proyecto para la construcción de un campo de la Universidad del Fútbol de la ciudad, así como la transmisión de los partidos del equipo a través de la empresa de televisión por cable Dish, de su propiedad. Recientemente, el club no había llegado a un acuerdo con Televisión Azteca para la transmisión de sus partidos. Slim mantuvo anteriormente disputas con Televisa, que lo acusó de transmitir partidos de fútbol a través de Internet. El magnate mexicano decidió ampliar su presencia en el mundo futbolístico recientemente con una inversión de dos millones de euros en el Oviedo español.

Católico y futboleros

Una de las pancartas del movimiento #YoSoy132.
"Estamos cercando esta televisora de la mentira para que nunca más vuelva a salir". Esa fue la principal consigna que gritaron los miembros del movimiento #YoSoy132, compuesto por organizaciones sociales, campesinas, ciudadanas y sindicales, que protestaron en julio pasado frente a las puertas de Televisa, en Chapultepec. "Nos encontramos con la muralla de un sistema económico que se presenta como inevitable, como un absoluto impuesto a nuestras vidas. Sus ladrillos son la pobreza de más de la mitad de los mexicanos y la obscena riqueza de unos pocos, donde los 10 más ricos del país concentran el equivalente al ingreso de los 40 millones de mexicanos más pobres" reclamaron.

La protesta fue una de las tantas que se dieron en territorio azteca tras la victoria de Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), en las elecciones presidenciales del 1º de julio. Los comicios estuvieron marcados por acusaciones de fraude, compra de votos y gastos de campaña excesivos. Todo se resolvió finalmente en la justicia y Peña Nieto se impuso al candidato de la izquierda, Andrés López Obrador. El nuevo presidente sucederá a Felipe Calderón, quien inició una ofensiva militar contra el narcotráfico que dejo más de 50 mil muertos en sus seis años de mandato.

Durante la campaña electoral, salieron a la luz documentos publicados por el diario inglés The Guardian, donde se detallaba cómo Televisa ofrecía un tratamiento informativo favorable a dirigentes políticos como Peña Nieto, mientras desacreditaba públicamente a otros, como López Obrador.

Emilio Azcárraga padre definió a México como “un pueblo católico y futbolero”. Patria y medios se cruzaron en 1986 y lo siguen haciendo hoy. Los tentáculos, en forma de intereses, de las grandes cadenas nacen en sus negocios de comunicaciones y se extienden hasta la política y el deporte. Monsiváis imaginó un anuncio en los periódicos tras el Mundial ´86: “Quien encuentre la patria, que haga el favor en devolverla”.

Los hinchas de Egipto y el sueño de la revolución del fútbol

Los jugadores del Al Ahly celebran su victoria en la final de la Champions
"Dedico este triunfo a los mártires de la revolución egipcia”, afirmó Hussam Al Badri, el técnico del Al Ahly. El sábado pasado, su equipo echó por tierra los pronósticos y se consagró campeón de la Champions Legue africana, el máximo torneo continental de clubes del contienente. No importaba ya la falta de competencia en Egipto durante 9 meses. Ni el empate en el primer partido, que ponía a su rival, el Esperance de Túnez, como favorito para llevarse la copa. El Al Ahly se impuso por 2 a 1 como visitante y dedicó el triunfo a sus hinchas. "Queríamos este trofeo para ofrecerlo a las familias y a las almas de los mártires de Port Said”, dijo la estrella del equipo, Abdallah el Saied.

Si en algún lugar del mundo alguna vez alguien pudiese hacer una revolución en el fútbol, Egipto es hoy el lugar donde ese proceso es posible. Tras la tragedia de Port Said, donde murieron 74 personas, los hinchas organizados, liderados por los fanáticos del Al Ahly, han iniciado una batalla contra la Asociación Egipcia, los dirigentes deportivos, los dirigentes políticos, la policía e incluso la justicia, que entre otras cosas ha impedido la reanudación de la liga.

Aquella masacre de Port Said, ocurrida el 1º de febrero pasado, estuvo atravesada por la lógica política del país africano. En las revueltas que habían derrocado al presidente Hosni Mubarak a comienzos de 2011, los hinchas de los dos equipos más importantes del país tuvieron una activa participación, pero en distintos bandos. Mientras que los fanáticos del Al Ahly pusieron el cuerpo para enfrentar a las fuerzas de seguridad y derrocar al presidente, los hinchas del Al Masry se alinearon en defensa del primer mandatario.

Los incidentes en Port Said
Port Said fue una consecuencia de aquellos enfrentamientos previos en las calles. Hinchas del Al Masry invadieron el campo tras el final de un partido y atacaron directamente a los jugadores y fanáticos del Al Ahly. Las puertas del estadio estaban cerradas y la policía no intervino. Murieron 74 personas y más de 1.000 resultaron heridas.

Por aquella tragedia fue disuelta la junta directiva de la Asociación. El gobernador de Port Said y el jefe de la policía local abandonaron sus cargos. Desde entonces la liga está suspendida. La Asociación intentó la reanudación en septiembre primero y en octubre después, siempre con resultados fallidos. Pese a la falta de encuentros domésticos oficiales, los hinchas organizados se han mantenido activos y han logrado influir sobre los dirigentes deportivos, la política y la justicia del país.

La búsqueda de castigo para los responsables de la masacre ha sido el objetivo principal de las movilizaciones y los fanáticos no están dispuestos a permitir el reinicio de la competencia oficial hasta no ver a los responsables tras las rejas. Por ahora lo han logrado. Setenta y cuatro personas, entre ellas nueve agentes de seguridad, están entre los acusados de un proceso que no carga con ninguna sentencia.

Como bien relata el excelente blog "The Turbulent World of Middle East Soccer", el nuevo presidente del país, Mohamed Morsi, ha trabajado por la reanudación de la liga, ya que ve en el fútbol la posibilidad de demostrar que en Egipto poco a poco la situación vuelve a la normalidad tras la caída de Mubarak. Los dirigentes deportivos han empujado para que vuelva a correr el balón, pero el Ministerio del Interior ha exigido a los clubes mejoras en infraestructura, como la colocación de cámaras de seguridad y puertas electrónicas en los estadios. Las fuerzas de seguridad, mientras tanto, no apoyan el reinicio de la competencia por temor a nuevos incidentes. En pocos días se reanudarán los torneos de las ligas menores.

La policía y el ejército juegan un papel importante en el conflicto. Estos grupos funcionaron como una suerte de poder autónomo en los últimos 50 años. Actualmente, las fuerzas de seguridad son vistas por los fanáticos de fútbol y por buena parte de la sociedad egipcia como una institución con usos y costumbres del antiguo régimen, poco afectivas a las normas democráticas. El presidente Morsi relevó recientemente a los altos mandos de las fuerzas, pero no ha avanzado en una reforma integral de la policía.

Mientras tanto, los hinchas están en la calle, como lo hicieron en la caída de Mubarak. Fanáticos del Al Ahly marcharon a la sede de la federación en varias ocasiones e incluso se presentaron frente al palacio presidencial para reclamar por justicia para los 74 hinchas fallecidos. También participaron activamente de una manifestación contra la absolución de los 24 acusados por la llamada “Batalla de los Camellos”, un enfrentamiento previo a la caída de Mubarak que terminó con 11 manifestantes fallecidos, entre ellos varios fanáticos.

Los hinchas del Al Ahly marchando en las calles
Los hinchas organizados del Al Ahly, que se unen bajo el título de “Ahlawy”, también se manifestaron frente a la sede del club y frente a algunos medios de comunicación por las falsas informaciones que se brindan sobre ellos. Sus reclamos obligaron al dirigente egipcio Hani Abu-Reida, miembro del comité ejecutivo de la FIFA, a abandonar su candidatura a presidente de la Asociación. Abu-Reida era acusado por los fanáticos por su filiación al Partido Nacional Democrático, liderado por Mubarak, y por operar para que el Al Masry no sea castigado tras los sucesos de Port Said. El presidente del Al Ahly, Hassan Hamdi, tiene prohibido salir del país y está bajo investigación por corrupción tras las protestas de los hinchas. La justicia también anunció que se investigarán las irregularidades financieras en la organización de la Copa de África 2006, que se disputó en Egipto.

Así las cosas, la reanudación de la liga se ha vuelto una fuerte disputa de poder entre hinchas, dirigentes deportivos, dirigentes políticos y las fuerzas de seguridad. El Ministerio de Deportes fue el centro de manifestaciones de hinchas y futbolistas a favor y en contra de la suspensión. En octubre pasado, en la previa del partido entre Sunshine Stars de Nigeria y el Al Ahly, por la semifinales de la Champions africana, un grupo de jugadores profesionales bloquearon la entrada al hotel del equipo nigeriano para reclamar por la vuelta de la competencia oficial. Hinchas del Al Ahly despejaron el camino por la fuerza.

Tras ganar la serie ante el Sunshine Stars, el Al Ahly jugó el primer partido de la final en una cancha militar, cerca de Alejandría, por razones de seguridad. El empate 1 a 1 parecía alejar las chances de victoria. El pasado sábado, poco antes de la revancha en Túnez, 51 niños egipcios murieron cuando su camión escolar fue embestido por un tren. El luto se mezcló con la alegría tras la victoria por 2 a 1. Un hincha del Al Ahly explicó en Twitter la sensación de muchos: "Cuando tengamos nuestra revancha por la muerte de mis 74 hermanos que murieron por #Ahly, solo entonces celebraré este victoria. Hasta entonces los guardaré en mi corazón”.

Aquí los goles de la final de la final de la Champions League africana entre el Esperance de Túnez y Al Ahly de Egipto:


Aquí el final del partido y los festejos de los jugadores del Al Ahly:

 

Los sueños del Real Oviedo

"Sois Real Oviedo", la bandera de los hinchas para conseguir apoyo
Un sueño de fanáticos ante un equipo que se desmorona. Derrotas deportivas y desmanejos institucionales. Empresarios defraudadores y fanáticos trabajadores. El Real Oviedo, equipo que hoy milita en la Segunda B, la tercera categoría del fútbol español, ha visto esta clase de personajes y situaciones en torno a su figura, en una sucesión de acontecimientos que lo pusieron al borde de la desaparición. En estos días, una cruzada mundial de seguidores lo mantiene con vida, mientras en el césped intenta recuperar el terreno perdido.

En 2001, el Real Oviedo descendió a la segunda categoría del fútbol español. Dos años más tarde, bajó nuevamente a la Segunda División B, la tercera división, mientras sumaba un pasivo de 45 millones de euros. Los futbolistas denunciaron al club por las deudas y, pese a al acuerdo alcanzado con los acreedores, la falta de avales condenó al Real Oviedo a descender nuevamente, esta vez a la Tercera División.

A la catástrofe deportiva se le sumaron entonces las internas políticas: el Ayuntamiento de Oviedo decidió inmediatamente dejar de prestar apoyo económico y refundar el club sobre la estructura del Astur, un antiguo equipo de la ciudad, rebautizado como Oviedo ACF. Sumó allí a varios futbolistas del Real Oviedo y se largó a la cancha.

Con un club desmantelado, sin recursos ni apoyo político, los hinchas comenzaron a actuar. Se movilizaron, sumaron más de 10 mil socios al Real Oviedo y mantuvieron en pie al club. Llegaron a dormir en las instalaciones, limpiaron el estadio y las oficinas e incluso arreglaron la ropa de entrenamiento. Son los hinchas quienes pueden presumir de que el Real Oviedo hoy esté con vida.

En la temporada 2003/04, el equipo terminó primero en la clasificación de la Tercera División, seguido por el Oviedo ACF, aunque ninguno de los dos logró el ascenso por fallar en los encuentros decisivos. Finalmente, el proyecto del Oviedo ACF fue dado de baja el Ayuntamiento, que volvió a colaborar con el Real Oviedo.

En la campaña siguiente, el club ascendió a Segunda B, con partidos disputados a estadios llenos. Pero en 2007 volvió a bajar a Tercera. Entonces apareció Alberto González, presentado como un poderoso empresario convertido en mecenas, que aportaría el capital necesario para levantar al equipo. Su paso por el club terminó poco después, condenado a dos años de prisión por evasión y fraude fiscal de sus empresas y a pagar 1,8 millones de euros al fisco. Hoy está exiliado en algún lugar del Caribe, con pedido de captura internacional.

En julio de 2012, el alcalde de la ciudad, Agustín Iglesias Caunedo, buscó una solución para el club y promocionó la llegada a la presidencia del periodista Toni Fidalgo, quien desde entonces ha ido tapando los agujeros financieros para concluir que la única solución para la supervivencia de la institución era la inyección de capital. Pero aquí no habría mecenas ni artilugios financieros para conseguir el dinero. Serían necesarios 1,9 millones de euros antes del 17 de noviembre para evitar la desaparición.

Carlos Slim, nuevo dueño del 30 % del cliub
Los fanáticos se lanzaron en busca de la salvación, ofreciendo acciones de 10 euros a quien desee colaborar. Sid Lowe, corresponsal en España del periódico inglés The Guardian, alentó una campaña vía Twitter. Finalmente, más de 5.000 personas de más de 40 países aportaron. Incluso el Real Madrid giró 100 mil euros. Hace pocos días, una auditoría estableció que existían 350 mil euros extras de la temporada pasada no contabilizados en los ingresos, que sumados a una serie de dinero que el club recibirá por derechos de formación de futbolistas, garantizaron la salvación provisoria.

Sin embargo, hasta fin de año el Oviedo necesitaba 2,5 millones de euros para evitar la insolvencia. Apareció entonces el empresario mexicano Carlos Slim, el hombre más rico del mundo según la revista Forbes, quien este fin de semana se hizo con el 35 % de las acciones del club a cambio de dos millones de euros. Slim aseguró la supervivencia de la institución y reconoció en un comunicado que su ingreso al Real Oviedo se debe en gran parte a “la extraordinaria afición que lo respalda”. El empresario ya había comprado en septiembre pasado el 30 % de los clubes mexicanos León y Pachuca.

Parece entonces que tendrá final feliz la historia. Una historia de amor, de sentimientos, de solidaridad, guiada por las ganas de ayudar a aquello que se quiere. Pese a las peripecias, el Real Oviedo es y será, aunque hace un tiempo eso tan simple parecía un sueño.

En la política, a Shevchenko no le va como en la cancha


Shevchenko en la campaña
El ucraniano Andrei Shevchenko no pudo repetir en la política sus éxitos deportivos. Lejos de sus éxitos con el Dínamo de Kiev y el Milan, el ex delantero sumó tan sólo 1.7 % de los votos en las elecciones legislativas del pasado 28 de octubre y no consiguió su banca en el parlamento. Quien tuvo más suerte fue el boxeador Vitali Klitschko, quien alcanzó el 16 % y será representante en la Rada Suprema, como se conoce al congreso de Ucrania.

“Lo hice todo para Ucrania como futbolista y ahora mi intención es hacer aún más en la política. Mi principal preocupación es el desarrollo del deporte a nivel nacional y su popularización entre la gente joven”, había dicho Shevchenko durante la campaña. Su lanzamiento a la política se produjo poco después del final del campeonato europeo de selecciones, que se disputó a mediados de año en Ucrania y Polonia.

Pese a la idolatría de sus compatriotas, el ex delantero fue cuestionado por sumarse como segundo candidato en la lista del partido “Arriba Ucrania”, una agrupación minoritaria liderada por Natalia Korolevskaia, una escisión de la agrupación de la ex primera ministra ucraniana, Yulia Timoshenko, hoy en prisión. Pese a presentarse como un partido crítico al gobierno nacional, los opositores de Korolevskaia la acusaron de favorecer con su postulación al presidente del país Víktor Yanukóvich, ya que en las elecciones dividiría los votos de los partidos opositores y ayudaría al oficialismo.

Pese a que Shevchenko lo había definido como “el partido del futuro”, sus análisis políticos distaron mucho de sus certeras definiciones en las áreas: “Arriba Ucrania” sumó tan sólo 1.7 % de los votos, por lo que su influencia sobre los demás partidos fue insignificante. Ni siquiera llegó al 5 % necesario para sumar una banca en la Rada. No alcanzó el millón de dólares que aportó el propio Shevchenko para la campaña.

El deportista que se valió de su carisma para conseguir votos fue el campeón de los pesos pesados, Vitali Klitschko, quien recibió el 16% de los sufragios. El boxeador fue candidato por la Alianza Democrática Ucraniana por la Reforma, un partido opositor al gobierno central. En 2006, Klitschko había sido candidato a la alcaldía de Kiev, donde sumó el 26% de los votos, para terminar en segundo lugar.

El campeón mundial Vitali Klitschko
Pero el apoyo que recibió Klitschko no le alcanzó para llevarse la victoria. El triunfador de los comicios parlamentarios fue el partido del presidente Yanukóvich, que sumó el 37 %. En segundo lugar se ubicó la agrupación de Timoshenko, que llevó como candidata a su hija Julia, con el 21 %. Horas después de la elección, Klitschko anunció su intención de aliarse con Timoshenko para hacer frente al poder central.

Más allá de las caras deportivas y el marketing, las elecciones ucranianas ratificaron el poder del presidente Yanukóvich y su política cercana a Moscú, aunque su partido no obtuvo la mayoría en el parlamento. Partidos minoritarios como el nacionalista Svoboda, conocido por sus proclamas racistas y homofóbicas, y los comunistas también sumaron representantes en el Congreso. Todo sucede en un contexto donde los principales líderes de la oposición, Yulia Timoshenko y Yuriy Lutsenko, se encuentran en prisión.

La Euro 2012 fue el final de la carrera deportiva de Andrei Shevchenko. A partir de entonces anunció su salto a la política, que al menos en el inicio no tuvo el éxito esperado. Aquel torneo atravesó la política, la economía y la cultura ucraniana. Se multiplicaron las campañas internacionales en favor de Timoshenko, se propusieron boicots al torneo, sobrevolaron las acusaciones de corrupción a la organización y las especulaciones sobre las consecuencias económicas que podría tener para el país la organización del campeonato. Pero la Euro fue un éxito y reforzó la imagen del presidente Yanukóvich. Nada cambió desde entonces. Ni siquiera Shevchenko, uno de los máximos ídolos del país, pudo torcer la historia.

Obama, Romney y la disputa en la arena deportiva

Obama jugando al básquet
En uno de sus escritos sobre sociología del deporte, el francés Pierre Bourdieu recordaba que, años atrás, en las Universidades de Estados Unidos algunos grandes atletas negros vivían en una especie de ghetto: los estudiantes políticamente identificados con las ideas de derecha no hablaban mucho con los negros y los partidarios de la izquierda no se relacionaban con deportistas. En el siglo XXI, Estados Unidos tiene un presidente negro como Barack Obama, amante del básquet y el golf, apoyado por parte de la industria del deporte, que afronta este martes el desafío de conseguir un nuevo mandato.



Candidatos y militantes

"Tengo un consejo para ustedes sobre el plan de juego Romney - Ryan: Patéenlo. No va a funcionar. No los hará ganar el partido", dijo recientemente Obama, candidato demócrata, sobre su rival en las urnas. "No necesitan ese entrenador. Esa es una temporada perdedora", agregó el presidente, que muchas veces ha introducido las metáforas deportivas en la campaña electoral para criticar directamente a Romney.

Como es común en el país del norte, muchos deportistas han comentado públicamente sus preferencias políticas. Michael Jordan, hoy dueño del equipo de la NBA Charlotte Bobcats, organizó una cena para recaudar fondos a favor de Obama. Sin embargo, la mayoría de los dueños de los equipos de la liga de básquet apoyaron con dinero al candidato republicano. Lo mismo sucede con muchos de los patrones de las ligas de béisbol, fútbol americano y hockey.

Obama y Romney en uno de sus debates
Muchos de los que hoy aportan dinero a los candidatos son los que en 2011 establecieron un lock out patronal mientras renegociaban con los jugadores los convenios colectivos y el reparto de las ganancias. Entre marzo y julio de 2011, los patrones del fútbol americano decidieron no iniciar la temporada por desacuerdos con los jugadores. Este año, los dueños de la NFL no acordaron los salarios de los árbitros, por lo que hoy los encuentros de la liga los dirigen colegiados inexpertos que con repetidos errores provocaron grandes polémicas y críticas públicas de técnicos y jugadores.

Entre julio y diciembre de 2011 se paralizó la NBA. En la temporada anterior, los equipos de la liga habían tenido un déficit de 800 millones de dólares. Los patrones buscaron un reparto más equitativo de las ganancias y una reducción del límite salarial por equipo. El mismo Jordan, hoy militante y aportante de Obama, como jugador defendía fuertemente los derechos de sus pares, pero en la negociación de 2011 fue uno de los propietarios más duros a la hora de acordar.

Modelos deportivos

Como bien ha escrito Bourdieu, el espacio de los deportes no es un universo cerrado en sí mismo. Como buen estado moderno, Estados Unidos ha alcanzado un alto desarrollo profesional y amateur del deporte, especialmente de actividades distintivas de la cultura del país como el fútbol americano, el beisbol, el básquet y el hockey sobre hielo.

Estos deportes populares se organizan bajo modelos cerrados, con un número limitado de equipos, sin ascensos ni descensos. Además, los participantes se rigen bajo presupuestos máximos, con salarios fuertemente regulados por las leyes de cada asociación. El draft de inicio de temporada privilegia a los peores equipos y los ingresos de televisión se reparten en forma equitativa. Esta es la lógica reguladora que organiza los deportes norteamericanos, lejos su sistema económico de libre mercado, contrario a cualquier regulación estatal.

Romney en los Juego Olímpicos de Londres
El objetivo de este modelo es propiciar una competición lo más equilibrada posible, sin grandes diferencias entre los equipos. Así, los encuentros se vuelven emocionantes, con definiciones sobre el final e incertidumbre en el resultado. El showtime norteamericano ve en esta lógica su ideal de negocio. 

En la campaña, Romney declaró que nadie que no posea una gran fortuna debe de aspirar a cargos públicos. En eso se parece a muchos de los deportistas que lo apoyan. El candidato forma parte de un selecto grupo de multimillonarios del mundo, con más de 250 millones de dólares de fortuna. Su mayor vínculo con el deporte se remonta a la presidencia del comité organizador de los Juegos Olímpicos de Invierno Salt Lake City 2002. Quiso valerse de los Juegos de Londres 2012 para promocionar su candidatura, aunque sus críticas a los organizadores le jugaron un mala pasada. La mejor relación con la práctica deportiva viene de sus aportantes a la campaña.