Deudas y Financiamientos


Hace pocos días, Julio Grondona, Presidente de la AFA, dijo que el comienzo del Torneo Apertura 2009 no corría peligro. Ayer a la mañana aportó una visión diferente: “Corre riesgo el comienzo del campeonato de Primera. Hay varios clubes que tienen deudas muy importantes". Si el 11 de agosto, cuatro días antes del inicio del torneo, las deudas no están saldadas, los clubes deudores no podrán empezar a jugar. Ya se postergó el comienzo de la Primera B. No se sabe qué pasará con el Nacional B y la Primera División.

Grondona tiene razón en su diagnóstico. La deuda oficial de los clubes de Primera División asciende a 28 millones de pesos (40 si se tiene en cuenta la B Nacional y la Primera B). Varios clubes de Primera estuvieron o aún están en concurso de acreedores: Independiente, San Lorenzo, Huracán, Rosario Central, Newell´s, Banfield, Colón y Gimnasia (LP). Además está el caso de Racing, quien ya pasó por un proceso de quiebra. Boca y River, no escapan a las deudas. Sólo Vélez, Estudiantes, Lanús, Godoy Cruz y Gimnasia y Esgrima de Jujuy (que descendió, pero honró los compromisos) están al día. Se calcula que los clubes le deben 300 millones de pesos a la AFA, que además de ente rector del fútbol oficia de prestamista. Casi todas las entidades tienen un déficit estructural que sólo se resuelve con la venta de sus futbolistas.

Para intentar solucionar el problema, Grondona pidió una audiencia con Aníbal Fernández, Jefe de Gabinete. Intentará poner en marcha el llamado PRODE bancado, un sistema de apuestas telefónicas y por Internet que según los cálculos les dejaría a los clubes cerca de 25 millones de pesos al año. También se intentará lograr mayores beneficios por los contratos televisivos. La solución pasa por agrandar la torta a repartir, de modo que los mayores ingresos permitan afrontar las deudas existentes. Esta metodología no es la primera vez que aparece en la historia de fútbol argentino.

En 1935, la AFA le pidió por primera vez al Gobierno Nacional una condonación de ciertas deudas, además de exenciones y rebajas impositivas. Años más tarde, a mitad de la década del ´60, la merma en la cantidad de los espectadores en los estadios hizo que cayeran los ingresos económicos de los clubes. La solución para generar nuevos ingresos pasó por duplicar la cantidad de campeonatos (se crearon el Metropolitano y el Nacional) y multiplicar la cantidad de encuentros incorporando nuevos equipos a la competencia. Así es como entre 1960 y 1970 el número de partidos de fútbol disputados en la Argentina se multiplicó por dos. El número total de asistentes aumentó, pero el promedio de espectadores por encuentro fue menor. Por lo tanto, los gastos fueron mayores que los ingresos y las expectativas iniciales no se concretaron. A fines de los ´60, cuando el panorama económico no mejoraba, la AFA comenzó discutir la creación del PRODE, como una forma de generar nuevos ingresos. El nuevo invento recién vería la luz en 1972.

Una nueva crisis económica se repetía en 1985, lo que llevaría a Grondona a pedirle al Presidente Raúl Alfonsín un incremento en los recursos que el fútbol recibía por el PRODE. Años después, en 1999, la situación económica de los muchos clubes mejoraba, pese a que ya gozban de los beneficios de los contratos televisivos. El 20 de julio de ese año, se llevó a cabo una reunión de dirigentes en el predio de la AFA, que culminó con el llamado Pacto de Ezeiza. Allí se votó el Reglamento de Control Económico y Financiero, que establecía nuevas pautas contables para los clubes y un control más férreo de los números por parte de la entidad dirigida por Grondona. La idea era similar a la que se plantea hoy en día: quien no tuviera las cuentas en orden no podría iniciar los campeonatos. Ese tipo de castigo nunca sucedió, aunque las cuentas en general no se acomodaron.

En ese encuentro de Ezeiza se planteó otra polémica entre los dirigentes: Mauricio Macri (Presidente de Boca) y Fernando Miele (titular de San Lorenzo) encabezaban un grupo que proponía introducir la figura de las sociedades anónimas deportivas como una forma de inyectar dinero en los clubes. La idea no prosperó. Hoy la matriz de la historia se repite: deudas por demás y necesidad de plata fresca. Ya ni se habla de mayor control ni de mayor responsabilidad dirigencial.

El Tribunal de Cuentas de la AFA es el ente encargado de controlar financieramente a los clubes. Tiene poder para exigir balances y realizar auditorías sobre posibles irregularidades y transgresiones a las normas estatutarias. Sus miembros deben ser contadores públicos y “personas caracterizadas de reconocidas aptitudes por sus funciones y con reputación de prudentes e imparciales”. Quizás haya llegado la hora de mirar un poco los reglamentos y ejecutarlos.

Más allá del juego (La historia de la Asociación de Fútbol Makana)

Se trata de una película basada en un caso real ocurrido en Sudáfrica, en la década del ´60, en pleno apogeo del apartheid. Allí, en la isla de Robben, se ubicaba una cárcel de máxima seguridad que albergaba a numerosos presos políticos, entre ellos Nelson Mandela. Mientras dormían en el piso, sufrían todo tipo de vejaciones y trabajan más de 9 horas por día, los presos encontraron en el fútbol una forma de sobrevivir en ese infierno.

Primero fue un bollo de papel que sirvió de pelota para jugar en el pabellón, luego siguieron cuatro años de reclamos a las autoridades del penal y finalmente la historia oficial comenzó en 1969, año en que tuvo nacimiento la Asociación de Fútbol Makana, que debe su nombre al primer preso que ocupó la cárcel de Robben. Inicialmente, la competencia contaba con nueve equipos distribuidos en tres categorías, pero con el paso de los años no sólo se incorporaron más conjuntos, sino que también se crearon un Consejo Directivo y un Tribunal de Disciplina, entre otros organismos internos. Parecía imposible soportar tanto maltrato, tanta injusticia, tanta humillación. El fútbol devino un forma de supervivencia.

Aquí el deporte de la pelota se presenta en otro registro al que estamos acostumbrados actualmente. Porque los partidos y las discusiones futboleras de los presos transcurren en medio de las lecturas de “El capital, de Marx, y de los debates políticos sobre la posibilidad de transformar la realidad sudafricana. El fútbol aparece como la trasgresión a las reglas establecidas en el penal, como un momento de libertad en medio de tanta opresión, como un entretenimiento para disfrutar al menos una vez a la semana. Algunos filósofos como Juan José Sebrelli ven al fútbol como un medio para la alienación de las masas. “Más allá del juego” muestra que una distracción puede volverse positiva, porque los propios protagonistas relatan cómo un partido les permitía olvidar momentáneamente esa dolorosa realidad que vivían.

La estructura que alcanzó la liga carcelaria y su forma de organización fue una suerte de escuela para muchos de los presos que participaron activamente en ella. Uno de ellos, Mark Shinners, colaboraría años más tarde en la redacción de la nueva constitución de Sudáfrica. Otro ex detenido, Jacob Zuma, es el actual Presidente del Congreso Nacional Africano y además tuvo un papel decisivo para llevar la Copa Mundial del año próximo a su país. En 2007, la FIFA dio a la Asociación de Fútbol Makana el título de Miembro Honorario.

La película también nos obliga a repensar ciertos valores asociados a diario al fútbol. No sólo es más que un juego, no sólo es un entretenimiento para jugar o ver por televisión, no sólo puede ser una fiesta y a la vez servir de marco para hechos violentos. También puede transformarse (y de hecho sucedió en la cárcel de Robben) en una manera de escapar de la opresión, en una forma de poder positivo. Ahora que el fútbol se vuelve cada más un espectáculo, parece mentira pensar que, al fin y al cabo, se trata de un deporte tan grande que también incluye bajo su paraguas a presos políticos jugando descalzos en un penal de máxima seguridad. Pero parece que es así nomás, el fútbol es todo eso y muchas otras cosas.

- Título Original: More than just a game
- Año: 2007
- Países: Sudáfrica
- Género: Drama
- Duración: 89 minutos
- Director: Junaid Ahmed
- Productor: Anant Singh y Helena Spring
- Guión: Tom Eaton

La Copa y la Palabra


En 1996, Carlos Bonelli podía presumir de ser un periodista prestigioso. Había pasado por las revistas El Gráfico, Don Balón y France Footbal; y por los diarios Clarín, La Razón, Sur y Olé; entre otro medios periodísticos. En ese entonces, trabajaba para el diario catalán Mundo Deportivo y residía en Barcelona. Ya cargaba con el honor de ser el artífice del primer encuentro entre Diego Maradona y Fidel Castro en La Habana, Cuba, en 1987. “Fidel y Diego. Castro y Maradona quedan para la historia. Claro que en distintos tomos...” había escrito tras aquella reunión.

Pero el 13 de octubre del ´96, Carlos Bonelli sufrió un accidente automovilístico que le provocó graves lesiones. Estuvo dos meses en coma pero, tras mucho sufrimiento, pudo regresar a su casa. Sin embargo, la recuperación no terminaría allí. Siguieron años duros, con operaciones y tratamientos. La redacción, su ámbito natural, parecían quedar cada vez más lejos.

En 1996, su amado Estudiantes de La Plata apenas había vuelto a primera tras su paso por el Nacional B. Tampoco eran tiempos fáciles para el pincha. Poco tiempo antes, el equipo había disputado un partido por la Supercopa con medias blancas y negras, compradas de apuro en un shopping brasileño. No habían podido llevar las clásicas medias blancas y rojas desde Argentina. La crisis era económica y futbolística.

El 15 de julio de 2009, las vidas de Carlos Bonelli y de Estudiantes eran muy distintas. En Brasil, el pincha se preparaba para disputar la final de Copa Libertadores ante Cruzeiro. En Barcelona, ya de madrugada, Bonelli y su hijo Joaquín vibraban frente al televisor a la espera del gran partido.

Unas horas después, cuando el sol del amanecer asomaba por Cataluña, Estudiantes ya había hecho su epopeya en tierras brasileñas. Su triunfo por 2 a 1 le había dado su cuarta Copa Libertadores, 39 años después del último título conseguido. Ahora sería el turno de Carlos, quien debería escribir su propia historia, en medio de la hazaña de su equipo.

Unas horas después, Carlos fue a la redacción de Mundo Deportivo, donde sus compañeros lo impulsaron a dejar su sello en la gran conquista. Así fue como 13 años después de su última nota publicada, Carlos Bonelli volvió a dejar su firma en un artículo titulado “Verón, padre e hijo, y Sabella”. Allí puede leerse: “Estudiantes nunca había vencido en Brasil y lo consiguió en el momento más indicado, en la vuelta de la final ante el Cruzeiro, para volver a tocar la gloria”. Carlos Bonelli también podía presumir de estar en el momento preciso, festejando el triunfo de su equipo y escribiendo para sus lectores. Atrás habían quedado los dolores, los tratamientos, los sanatorios. Era el tiempo de la alegría, del festejo, de esas sensaciones a donde puede llevarnos el fútbol y sus historias.

Alguna vez el político y poeta portugués Manuel Alegre se preguntó qué cambiaba con el fútbol. Ésta fue la respuesta que encontró: “El fútbol cambia el espíritu, y si el espíritu cambia, cambia todo”. Pueden dar fe Carlos Bonelli, su hijo Joaquín, sus amigos y sus lectores.

Villa, los futbolistas y la política

En este espacio ya hemos intentado avanzar mínimamente en la relación entre deporte y política. Primero a través de las ideas de Ortega y Gasset y más tarde a partir de la disputa electoral entre Mauricio Macri y Carlos Heller, dos ex dirigentes de Boca. Una entrevista publicada el lunes en el diario Olé al ex futbolista Ricardo Julio Villa puede ser un buen punto para seguir profundizando el tema.

“Sos político en Roque Pérez, ¿tiene algo que ver con el fútbol?"- pregunta el periodista.
"-No. No necesito del fútbol para encontrar un lugar en la sociedad. Y como los políticos de siempre no nos demuestran nada, uno se anima. La política es lo más digno que tiene la democracia. Fui concejal, ahora presido la UCR local y me llena de orgullo”, contesta el ex futbolista.

Exquisito mediocampista, Villa jugó en Atlético Tucumán, Racing y Quilmes , entre otros clubes argentinos, y en el Tottenham Hotspur de Inglaterra. "Siempre sentí la obligación de hacer una jugada que le permitiera al público disfrutar de ese momento y eso es lo que trasmito a mis dirigidos" expresó alguna vez cuando era técnico.

En su paso por la Selección Argentina, fue campeón mundial en 1978. Pero lo que lo distinguió entre la mayoría de los jugadores de aquel plantel fue su postura ante aquel torneo conseguido en medio del horror y la muerte que impuestos por la dictadura militar. “Hoy, a la distancia, me doy cuenta de que nos usaron para darle una alegría a la gente” declaró en una entrevista con el diario Clarín en 2000, donde por primera vez un futbolista de aquel equipo campeón compartió una mesa con una madre de Plaza de Mayo. “Sinceramente creo que si yo hubiese tenido la convicción, si hubiera sabido lo que ocurría, me habría bajado” agregó. El año pasado, fue uno de los tres futbolistas campeones que formaron parte de La Otra Final, un partido de fútbol organizado a 30 años del Mundial 78 para recordar a los desaparecidos de la dictadura y exigir justicia.

Pero Villa no es el único ex futbolista que se incorpora a la actividad política. Entre otros casos se puede mencionar a Claudio Morresi, (hoy secretario de Deportes de La Nación), a Roberto Perfumo (su antecesor en el cargo), a Antonio Ubaldo Rattin (ex diputado nacional por el partido de Luis Patti, hoy concejal de Vicente López), a Carlos Tapia (antiguo secretario de deportes de San Miguel bajo el mando de Aldo Rico) y a Robero Pasucci (hoy referente político de Francisco De Narváez en San Miguel).

En el plano internacional, existen casos destacados como el del liberiano George Weah (candidato a la presidencia de su país en 2005) y el del uruguayo Hugo de León (actual candidato a vicepresidente por el Partido Colorado). En general se trata de casos aislados, en un medio que sólo excepcionalmente se vincula con causas ajenas a su espacio, y a veces ni siquiera eso. Juan Pablo Sorín, ex Argentinos Juniors y River, actualmente en el Cruzeiro brasileño, declaró cuando todavía jugaba en la Argentina: “Menem perjudicó al país en sus nueve años de mandato. Además indultó a los asesinos de la dictadura”. Quizás aquellas palabras le hayan costado su salida del club millonario en 1999.

El deporte se ha convertido en uno de los principales medios de identificación colectiva en la sociedad moderna. A su vez, la política recorrió el camino inverso en los últimos años en la Argentina. Muchos la ven como medio corrupto, incapaz de modificar la sociedad sobre la que actúa. Pero si bien el fútbol es capaz de generar emociones agradables en los hinchas, se trata mayoritariamente de sentimiento efímeros, que tienen más que ver con un estado de ánimo circunstancial que con un cambio en su realidad cotidiana.

El caso de Ricardo Julio Villa va en otro sentido, en entender la política como una herramienta para cambiar la realidad existente, o al menos avanzar en esa dirección. En aquella entrevista con Clarín, sostuvo: “La sociedad argentina debería reclamar en su conjunto, porque somos conformistas, y mientras no nos toque a nosotros, es como que no nos importa. Yo no me resigno, y lucho desde mi lugar para que la gente sea más sensible y solidaria”. Quizás sea la forma de que la felicidad dure más que 90 minutos.

Verón

“Cambiaría todos los logros, todo lo que gané en Europa, por este título”. Eso dijo Juan Sebastián Verón poco antes de la final entre Estudiantes y Cruzeiro. No deberá devolver ninguna conquista previa, pero la victoria por 2 a 1 en Brasil consagró al pincha campeón de América. Con la obtención de la Libertadores, la Bruja sumó el 15º título de su carrera y el más importante. Ya conocía la gloria, ahora conoce definitivamente el prestigio general.

Verón expresa hoy el llamado jugador – símbolo de un club. Es aquél que desarrolla una larga campaña en un equipo, que pone el amor a los colores por encima de todo y que además logra títulos para su club. Aquello que hasta la década del `80 era común en Argentina (con casos emblemáticos como Alonso en River o Bochini en Independiente, entre otros), hoy se volvió exótico.

A sus 34 años, Verón podría jugar en cualquier equipo del mundo y probablemente sería titular y líder futbolístico. Pero elige hacerlo en Estudiantes. Ahí puso su cuerpo y su fútbol para que el pincha volviera a Primera en 1994. Doce años después, regresó para ser campeón argentino primero y de América después. Ese amor por los colores más que por el dinero es lo que lo distingue hoy de la mayoría de los futbolistas argentinos. A tal punto que puso plata de su bolsillo para las divisiones inferiores y para la remodelación del Country de City Bell, donde entrena el equipo.

En Europa, vistió seis camisetas en diez años. Sampdoria, Parma, Lazio, Manchester United, Chelsea e Inter lo vieron pasar. Acumuló diez campeonatos en Italia y uno en Inglaterra. Su transferencia de la Lazio al Manchester en 2001 a cambio de 46 millones de euros figura entre los diez pases más caros de la historia. En 2006, decidió abandonar el Inter italiano y regresar a La Plata. En un fútbol argentino donde los jugadores quieren triunfar rápidamente para ser vendidos al primer mundo futbolístico y allí hacer su carrera, Verón invirtió la norma. La Bruja fue pasatista en los clubes poderosos y es residente en Argentina. Nunca estuvo más de dos años con la misma camiseta en Europa y ya jugó cinco temporadas en Estudiantes. Más allá su paso por Boca en 1996, su historia quedará emparentada a la del pincha.

Alejandro Sabella, técnico de Estudiantes, dijo antes del partido decisivo ante Cruzeiro: “Si no podemos ponernos el frac, hay que ponerse el overol”. Verón expresó como nadie la idea a lo largo de su carrera, porque tiene toque, panorama, precisión, habilidad, lucha, garra, buen remate de media distancia e inteligencia para jugar. Además, fue elegido el mejor jugador de la final de la Copa Libertadores. Otro premio más para un jugador - símbolo. Ojalá haya más que profesen ese amor por los colores.

Las Presentaciones de Florentino


Cristiano Ronaldo, Kaka, Benzema y Albiol son las principales estrellas que el nuevo presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, ha adquirido para que vistan la camiseta del equipo en la presente temporada. En total, la inversión asciende, hasta el momento, a más de 200 millones de euros. Cada estrella tuvo su propia presentación, con un estadio Santiago Bernabeu colmado de fanáticos que celebraron la llegada del nuevo futbolista. En la bienvenida a Cristiano Ronaldo, por ejemplo, más de 75 personas colmaron las gradas.

Para lograr un mayor impacto, Florentino aprovecha que el horario del evento coincida con la apertura de la segunda edición de los informativos españoles y, al mismo tiempo, con la apertura de la primera edición de los informativos en América o, dependiendo de la hora, de la edición de primera hora de la mañana en Asia. Por lo tanto, muchos canales alrededor del mundo pueden transmitir en directo el acontecimiento.

En el centro del campo, un escenario alberga las 9 Copas de Europa conseguidas por el club, se ven a algunas de las viejas glorias madridistas, como Alfredo Di Stéfano y Eusebio, y detrás aparecen fotos históricas del equipo para completar la escena. El presidente anuncia a la nueva estrella, que saluda a los hinchas en medio de cientos de periodistas y flashes de los fotógrafos. Más allá de la felicidad de los fanáticos por la llegada de una nueva estrella a su equipo, estos acontecimientos permiten ver al fútbol como un hecho social con rasgos distintos a aquéllos que le dieron origen, hace más de 500 años. Lo definió alguna vez el ensayista Ignacio Ramonet: "Un equipo de fútbol es sencillamente el contenido de una emisión de televisión o un género de televisión que se llama el partido en directo".

Se trata de la muestra de un deporte ligado históricamente a la cultura popular (el fútbol) que se ha incorporado a la industria del espectáculo, convirtiéndose así en un acontecimiento capaz de ser transmitido a millones de espectadores - hinchas alrededor del mundo. En eventos como la presentación de futbolistas es donde la lógica comercial se pone en primer plano, muy lejos de los elementos lúdicos que dieron nacimiento al deporte. Se podría pensar que la lógica mercantil está presente también en los partidos de fútbol, aunque allí al menos hay dos equipos que se enfrentan y dan vida a los viejo valores del deporte, o al menos a algunos.

En este fenómeno mercantil propio de la segunda mitad del siglo XX, el futbolista se muestra como una fuente de ingresos importantes para el club (camisetas, venta de entradas, nuevos asociados), en medio de un proceso que ve a los hinchas principalmente como consumidores dispuestos a invertir su dinero. Este es el dinero que irá a parar a las arcas del club, que podrá así comprar nuevos jugadores y renovar el proceso. Cristiano Ronaldo pronto abrirá en Madrid una tienda dedicada exclusivamente a vender sus productos, lo que lo convertirá en el primer futbolista con negocio propio.

John Hargreaves no veía mal que el fútbol se convirtiera en un entretenimiento familiar. Sin embargo, la competitividad propia del deporte, según él, podría generar problemas en las gradas: “Las intenciones del fútbol aburguesado son saludables; pero cuanto más mercantilizado esté y más se venda como entretenimiento familiar, mayor será la propensión a que el comportamiento de los espectadores sea indisciplinado, dada la tensión generada por la competencia”. La violencia en el fútbol no depende solamente de su mercantilización, pero el espectáculo futbolístico a veces nos hace olvidar que al fin y al cabo todo nació como un juego.

Acá un video sobre la presentación de Cristiano Ronaldo como nuevo jugador del Real Madrid:

Estudiantes Campeón de América


El segundo gol de Estudiantes ante Cruzeiro es un buen reflejo del equipo campeón. Verón, el jugador-símbolo, tiró el corner preciso para que Mauro Boselli, el goleador, estampara el cabezazo que se convirtió en el segundo gol del partido, el que le permitió al pincha ganar una nueva Copa Libertadores después de 39 años. Boselli selló así el 2 a 1 definitivo, que le permitió a Estudiantes dar vuelta el partido, nada menos que en Brasil, y alcanzar la gloria.

Estudiantes fue superior a Cruzeiro y ganó merecidamente. Durante los primeros 20 minutos, el partido fue bastante estático, de control de pelota, con pocas llegadas a los arcos. Cuando a los 21 minutos Boselli pifió una bolea dentro del área que pudo terminar en gol, el encuentro empezó a abrirse y los dos tuvieron chances de marcar. No fueron muchas las situaciones claras, pero el partido mostró movimientos en las áreas, o cerca de ellas. A los 6 minutos del segundo tiempo, Enrique (con desvío en Desábato) marcó el gol de Cruzeiro, pero Estudiantes demostró que le sobra carácter para afrontar momentos adversos, como si se tratara de situaciones que no le son extrañas. Seis minutos después, Verón metió el primer pelotazo profundo y la endeble defensa brasileña no pudo responder. Cellay recogió el pelotazo de la Bruja, llegó al fondo por primera vez y su centro fue empujado al gol por la Gastón Fernández. A los 27 minutos, Boselli cabeceó el centro de Verón y puso el 2 a 1 definitivo. Estudiantes hizo justicia con su historia y consiguió la Copa Libertadores nuevamente.

Estudiantes de La Plata tuvo su época de mayor gloria deportiva en la década del ´60, en medio de un proceso de modernización de la Argentina que nació de la mano del modelo desarrollista, impulsado por el presidente Arturo Frondizi. Este modelo implicaba, en otras cosas, la llegada al país de numerosas inversiones extranjeras y de filiales de las grandes empresas multinacionales. En el fútbol, esta modernización estuvo vinculada al espectáculo, con altas inversiones económicas para comprar jugadores importantes, sobre todo brasileños, y con la adopción de esquemas tácticos y de entrenamiento propios del fútbol europeo. El cuadro platense fue el principal referente de este paradigma en el ámbito futbolístico.

En Estudiantes, la figura del técnico Osvaldo Zubeldía fue quien impuso los valores que caracterizarían a un equipo que sería multicampeón: trabajo, disciplina, juventud, fortaleza, dinamismo, humildad, buena preparación física. Desde algunos medios como la revista El Gráfico se exaltaban esas virtudes como medios para alcanzar la victoria, virtudes que hasta se reclamaban para la nación toda. Ese equipo pincharrata fue el primero de los no denominados grandes en conseguir un torneo local en 1967. Luego conquistó tres Copas Libertadores (1968, 1969 y 1970) y una Copa Intercontinental (1970).

Esos valores del equipo de Zubeldía bien pueden aplicarse a este campeón 2009, dirigido por Alejandro Sabella y comandado por Juan Sebastián Verón. Pero a la disciplina y a la fortaleza, este Estudiantes le agregó fútbol, pelota al piso, inteligencia para manejar los tiempos de los partidos, precisión para definir en los momentos precisos. En toda la Copa, jugó 16 encuentros: ganó 10, empató y perdió 3. De octavos de final en adelante, sumó 6 victorias y 2 empates. Nunca se fue derrotado en los duelos mano a mano. Números que reflejan las virtudes de un equipo que hace honor a su historia.

Gimnasia (LP) y la épica futbolística


Osvaldo Soriano, escritor argentino ya fallecido, siempre recuerda el momento en que conoció la noticia sobre el descenso de su amado San Lorenzo en 1981: “Fue uno de los momentos más desoladores de mi vida, un dolor que no puedo explicar”. Para muchos fanáticos de Gimnasia (LP), seguramente hubiera sido el día más difícil de sus vidas si su equipo se iba al Nacional B. Pero las grandes batallas futbolísticas están hechas de grandes epopeyas y ayer el Lobo tuvo la suya. Sólo así pudo levantar el 0-3 del primer partido de la Promoción y quedarse en Primera.

“El fútbol es un hecho social total” definió el soicólogo Norbert Elías. Pocos partidos como la victoria de Gimnasia (LP) ante Atlético Rafaela representan tan bien la frase. Un encuentro que tuvo aquellos condimentos que una buena película debe tener para atraparnos y un final digno del más taquillero film hollywodense. Razón y corazón, fútbol y garra, gloria y drama, alta tensión y desenlace brutal, todo condensado en noventa minutos.

La crónica dirá que Gimnasia (LP) no tuvo mucho juego asociado ni creó grandes situaciones de gol, que pocos jugadores salvo Cuevas y Ormeño mostraron el nivel necesario para ganar un encuentro por tres goles. Entre tanta mediocridad y confusión, la principal forma de acercarse al arco rival consistía en remates de media distancia. El técnico Madelón usó la razón para cambiar la táctica del equipo, colocando a Niell y Cuevas bien abiertos por las puntas, para abastecer con centros a los grandotes Sosa y Alonso. A la racionalidad del DT, los jugadores respondieron con el corazón, para dar vuelta una historia que a falta de 18 minutos para el final los encontraba con 9 jugadores en cancha (uno menos que Rafaela, que estaba con 10) y necesitados de tres goles.

Y así llegó el milagro. Alonso primero y Niell por dos veces, a los 44 y 47 minutos del segundo tiempo, fueron los goleadores. Paradojas del fútbol, dos cabezazos de Niell, que mide 1,62 metros, fueron los que dejaron a Gimnasia (LP) en Primera. El más chiquito fue más alto que todos en el área y cambió una historia que parecía sentenciada. El escritor argentino Martín Caparrós dice: “Cuando vemos un partido, somos chicos oyendo un cuento, ansiosos porque llegue ese final que nos encandile".

El final del cuento mostró la gloria, el drama, la alegría de algunos, la tristeza de otros, la emoción que alcanza límites impensados, las lágrimas de alegría, los llantos del dolor, los festejos sin límites, la sensación de ser el mejor el mundo por un momento, aunque al fin y al cabo sólo se trataba de mantener la categoría. Por eso el fútbol es un hecho social total como dice Elías, porque pocos fenómenos sociales pueden llevar a los individuos (hinchas y protagonista) hasta lugares semejantes. El escritor mexicano Juan Villoro lo dejó escrito: “El sistema del fútbol está tan bien codificado e involucra de manera tan eficaz a las emociones que contiene en sí mismo su propia épica, su propia tragedia y su propia comedia”. Quizás por eso, por partidos como el de ayer, es que el fútbol nos gusta tanto.

Apuntes a dos días de la final

- En medio de un país afectado por la Gripe A, con más de 50 muertos, con clases suspendidas y pueblos que reducen al máximo sus actividades, el fútbol argentino se dio el lujo de reunir a más de 40 mil personas en un mismo espacio para celebrar el final del campeonato. Es lógico que los dirigentes y los hinchas de Vélez y Huracán busquen definir el torneo con gente en las tribunas, pero resulta llamativo que el estado argentino sea capaz de suspender los colegios o adelantar la feria judicial pero permitir un partido de fútbol.

- Los hinchas de Huracán sólo disponían de 4.500 entradas. Pero la cabecera quemera estaba casi completa, duplicando la cantidad de entradas entregadas. En las plateas velezanas podían verse grandes espacios vacíos determinados por la policía, que sigue con su política de reducir el número de espectadores en las canchas como principal medida para combatir la violencia. A menos espectadores, menos posibilidades de desorden.

- Los jugadores tampoco dieron un ejemplo de grandeza deportiva, con mucha fricción, manotazos, empujones y recriminaciones. Dos equipos con buen juego como Huracán y Vélez merecían una final de mayor nivel futbolístico, más allá de algunos chispazos individuales. Principalmente por lo que mostraron a lo largo de todo el torneo. El árbitro Gabriel Brazenas tampoco estuvo a la altura de una gran final. Le anuló por error un gol a Domínguez, no vio el foul de Larrivey a Monzón en el gol de Moralez, no cobró un penal de Arano a Cubero (que además debió ser roja) y no castigó con severidad las faltas, los empujones y las peleas a lo largo del partido. Ni siquiera se sabe si Brazenas estaba en condiciones de dirigir porque no dio la última prueba física en mayo pasado.

- Gerardo Aboy Carles afirma que una identidad política siempre se construye en relación a un exterior, a un otro. Lo mismo sucede en el fútbol: el triunfo propio se engrandece a partir de la desgracia ajena. Quizás por eso la transmisión televisiva del partido haya dividido la pantalla en el momento en que Maxi Moralez festejaba su gol. De un lado, la alegría de los jugadores e hinchas de Vélez. Del otro, la tristeza de los hinchas de Huracán, que sufrían mirando el partido por televisión en su propia cancha. No alcanza con ver la alegría del triunfador, además es necesario contemplar la desgracia ajena.

- La organización del encuentro tampoco fue un ejemplo digno de ser enseñado en las facultades. Dirigentes, hinchas, periodistas y demás ingresaron al campo de juego al final del partido para estar en primera fila en los festejos. El diario Olé reveló que hasta lo capos de la barra de Vélez habrían tenido una participación activa en la celebración. Tanto que hasta habrían subido al micro con los jugadores. El juego estuvo detenido más de 5 minutos después del gol de Moralez porque las pelotas desaparecieron. Los jugadores de Vélez fueron atacados por sus hinchas, que invadieron el campo de juego al final y les robaron las camisetas y casi todo lo que tenían puesto. Recibieron el trofeo de campeón en calzoncillos.

- Para el final está el campeón Vélez, que fue superior el domingo y ganó el partido que había que ganar. Fue un justo campeón. Ganó un torneo de equipos que intentaron jugar, como el mismo Vélez, Huracán, Lanús, Colón, Estudiantes, Godoy Cruz. En medio de tanto caos y desorden, el fútbol argentino nos muestra que aún vale la pena seguirlo de cerca cada domingo.

Vélez Campeón


Los caprichos del fixture determinaron que los dos aspirantes al título debían enfrentarse en la última fecha del torneo. A Vélez sólo le servía el triunfo para consagrarse campeón y a Huracán le alcanzaba con el empate para festejar. Por eso es que la tensión propia del fútbol se multiplicaría exponencialmente. No habría revancha ni tiempo para corregir errores. Sería (fue) a todo o nada.

El gol velezano es un buen reflejo de cómo se definió el campeonato. A 7 minutos del final, llegó un pelotazo largo, Larrivey fue al piso y chocó con el arquero Monzón. Fue falta del atacante, no cobrada por el árbitro Brazenas, por lo que la pelota quedó suelta en el área, algo siempre peligroso para las defensas. Vaya si lo fue en este caso, porque Maxi Moralez aprovechó la oportunidad y clavó un derechazo cruzado que le dio a Vélez el gol, la victoria por 1 a 0 y el campeonato (el séptimo de su historia).

En la previa, los de Liniers se presentaban en los grandes medios como el equipo práctico, efectivo, en oposición al favorito Huracán, el del fútbol bien jugado, de pelota al piso. Si bien lo del Globo es cierto, el campeón Vélez es algo más que eficiencia y practicidad.

Dicen que los tiburones actúan como si no existiesen en su medio otros peces que puedan atacarlos. Entonces no temen a nada ni a nadie y pueden llegar a embestir hasta un portaaviones. Vélez mostró algo de ese espíritu agresivo, ganador, confiado, confiable y prepotente, propio de aquel que sabe de sus virtudes y que espera que ellas afloren en los momentos críticos. Después de perder su invicto en la fecha 14 ante Gimnasia en La Plata, ganó 4 de los últimos 5 partidos, incluido el decisivo ante Huracán, y se llevó el título. A lo largo del torneo, le expulsaron 5 jugadores y no perdió en ninguno de esos partidos, incluidos los decisivos contra Lanús y Huracán.

El equipo velezano ganó en solidez de atrás hacia adelante. El tridente defensivo encabezado por el arquero Montoya, custodiado por los centrales Domínguez y Otamendi, respondió al histórico estilo velezano, de hombres duros, capaces de soportar cualquier embestida rival. Fue el equipo menos goleado con 13 tantos en contra. En 10 partidos mantuvo la vaya invicta.

En el medio, Víctor Zapata manejó los tiempos del equipo como nadie, apoyado en el juvenil Franco Razzotti. Adelante, el tridente ofensivo de Moralez-López-Cristaldo le dieron el vuelo futbolístico que lo llevó al campeonato. Entre los tres marcaron 20 de los 29 goles del equipo. La bandera la llevó el uruguayo, que anotó 11, pero en total fueron 10 los futbolistas que festejaron a largo del torneo. La buena preparación física del equipo también se refleja en la red, ya que Vélez marcó 20 de sus 29 goles en los segundos tiempos. Los segundos 45 minutos ante Godoy Cruz y Colón probablemente hayan sido de lo mejor que mostró el equipo en el torneo.

Huracán mostró un fútbol de alto vuelo a lo largo del campeonato pero fue superado en la gran final. No invalida la gran campaña de un equipo de grandes futbolistas como Bolatti, De Federico y Pastore, que puso en primer plano la forma de jugar a la pelota, que lo levó a conseguir resultados positivos casi como algo inevitable. Fue de la mano de Huracán que el fútbol volvió a entenderse como una posibilidad artística, digna de disfrutar y ser aplaudida. De eso puedan dar fe los quemeros, así como también Lanús y Vélez. Lamentablemente el campeón es uno solo. Vélez lo tiene merecido.

Vélez - Huracán: definen los que menos tienen


El domingo a la tarde, Vélez y Huracán saldrán a la cancha para decidir quién es el campeón del Torneo Clausura 2009. No sucede a menudo que el último partido del torneo enfrente a los dos equipos con posibilidades de consagrarse. Menos aún que entre esos equipos no se encuentre ninguno de los cinco grandes. Pero el domingo, después de las 17 horas, el fútbol argentino tendrá un nuevo ganador y no será uno de los conjuntos tradicionales.

Tras la creación de la Asociación del Fútbol Argentino en 1934, los cinco clubes con más convocatoria empezaron a ejercer presión para tener más peso en las decisiones del organismo. Así es como el Consejo Directivo de la AFA resolvió, en 1937, dar 3 votos a los clubes que tuviesen más de 15.000 socios, más de 20 años de actuación consecutiva en los campeonatos argentinos y que hayan sido campeones en dos o más temporadas. Boca, River, Independiente, San Lorenzo y Racing fueron los únicos que cumplían estos requisitos. El resto de los equipos debió conformarse con 1 ó 2 votos según el número de socios, los campeonatos obtenidos y su antigüedad. Así nacieron los llamados cinco grandes, que a partir de 1931 y durante 36 años se repartieron la totalidad de los campeonatos disputados en Argentina.

Pero en 1967, Valentín Suárez, presidente de AFA, modificó la estructura de los campeonatos. Se pasó de un torneo anual de dos ruedas disputado por equipos de Buenos Aires, La Plata y Rosario, a dos torneos, el Metropolitano y el Nacional, con una mayor participación de los equipos del interior del país. Este nuevo formato de torneos más cortos dio más posibilidades a los equipos chicos, quienes encadenando un racha de triunfos podrían pelear el campeonato.

En parte por esto en la década de 60 se inicia una serie de consagraciones de equipos no tradicionales hasta el momento, entre los cuales se encuentran varios que en estos días también pelean arriba. Así es como Estudiantes de La Plata, hoy en la final de Copa Libertadores, fue campeón del Metropolitano de 1967, Vélez se llevó el Nacional de 1968 y Huracán triunfó en el Metropolitano de 1973. En la ola de nuevos campeones se embarcaron Chacarita (1969), Rosario Central (1971 y 1973) y
Newell´s (1974).

Tras algunos campeonatos que Boca y River encadenaron a fines de los 70, en los 80 los equipos chicos volvieron a consagrarse en maza. Clubes como Ferro, Estudiantes, Argentinos Juniors, Rosario Central y Newell´s festejaron campeonatos a lo largo de esa década.

En los 90, replicando el proceso de concentración económica que tuvo lugar en la sociedad argentina, la mayoría de los títulos se los llevaron River y Boca, los dos clubes más poderosos. Sólo Newell´s y Vélez, rompieron la hegemonía de los cinco grandes a lo largo de esos años (también se consagraron Independiente y San Lorenzo). El nuevo milenio tiene algo de ochentoso, ya que festejaron equipos como Lanús, Estudiantes y Newell´s.

Pero los últimos dos campeones, en 2008, fueron River y Boca. Por lo que este domingo habrá nuevo campeón. Es bueno que a veces ganen los que menos tienen.